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Romero quiere donar sangre para ayudar a otros infectados de ébola

La auxiliar ha sido dada oficialmente por curada tras confirmarse el análisis del domingo

Personal sanitario espera para hacer controles a pasajeros en Costa de Marfil.
Personal sanitario espera para hacer controles a pasajeros en Costa de Marfil. ISSOUF SANOGO (AFP)

Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que se contagió de ébola atendiendo al misionero Manuel García Viejo, “está muy débil”, dice su amiga Teresa Mesa. Sin embargo, ya piensa en cómo ayudar donando su plasma sanguíneo para que pueda ser utilizado en alguna otra persona contagiada. Así lo aseguró Mesa ayer en conversación con EL PAÍS: “No sé si se lo han pedido, pero ella le ha dicho a su marido que está dispuesta a hacerlo”. Fernando Simón, portavoz del comité de crisis creado por el Gobierno, aclaró ayer que “no se tienen muchas evidencias de si sirve o no ni de cuál es el momento adecuado para usarlo”. Pese a ello, una decena de pacientes en países desarrollados ya han sido tratados con suero de convaleciente con la esperanza de que les ayude a generar anticuerpos para luchar contra el virus. “Entiendo que se le va a proponer donar”, afirmó Simón, “aunque es una decisión que tiene que tomar ella”.

Aún es pronto para saber cuándo se produciría esa donación. Romero acaba de ser declarada oficialmente libre de virus tras confirmarse, 48 horas después, el valor cero que arrojó por primera vez un análisis realizado el pasado domingo. Ahora ya se ha dado por superada la infección, pero no la convalecencia. El ébola es muy agresivo y ataca órganos vitales como los riñones o el hígado. En el caso de Romero, le ha producido edema pulmonar —lo que se conoce popularmente como encharcamiento—, pero también está mejorando rápidamente de sus problemas respiratorios, según fuentes sanitarias.

Un segundo análisis negativo implica que las medidas de seguridad se relajarán porque ya no habrá riesgo de contagio por contacto con otras personas. “Parece que evoluciona bien, pero no me atrevo a darles un pronóstico”, dijo ayer Simón a los periodistas que preguntaban cuándo estará la auxiliar completamente restablecida. Mesa, que ejerce de portavoz de la familia, asegura que los médicos les han hablado de unas tres semanas de hospitalización más.

“Hay que recordar que el ébola, a diferencia de otros virus como el VIH o la hepatitis C, no produce infecciones crónicas”, explicó ayer a EL PAÍS José Manuel Echevarría, jefe de Virología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, uno de los expertos del comité de crisis gubernamental. “Es importante señalarlo para que las personas que se recuperan de la enfermedad no sean estigmatizadas”, añadió. Echevarría aseguró que los médicos son “muy optimistas” con respecto a la mejoría de la auxiliar. ¿Puede tener secuelas? “No parece que vaya a ser el caso”, señaló, pero insistió en que hay que ser prudentes con las predicciones. Tampoco se sabe aún cuándo se extraería el plasma. “Habrá que esperar un tiempo para estar completamente seguros de que no alberga virus, porque hablamos de usar su plasma, y eso implica que las precauciones tienen que ser mayores”, añadió.

Echevarría considera que el tratamiento con plasma de convaleciente es mucho menos relevante que el antiviral experimental que también se le ha administrado a Romero. “La inmunoterapia es muy conocida en otras enfermedades infecciosas, y sabemos que cuando la enfermedad ya está declarada el efecto es muy escaso si es alguno. Es más preventivo que terapéutico, en el sentido de que se puede administrar como profilaxis o cuando aún hay poco virus”, explicó ayer. “El tratamiento con antivirales es más importante, y no podemos descartar que el antiviral haya contribuido a la recuperación”, añadió.

Todos estos tratamientos, además de otros como el Zmapp y el Zmab, son experimentales, es decir, aún tienen que pasar ensayos clínicos para demostrar su eficacia, recordó. Pese a que el tratamiento con plasma se ha usado desde el primer brote de ébola, en 1976, hasta ahora no se habían dado las condiciones para hacer investigación. El hecho de que haya pacientes en países desarrollados, y en concreto tres en el madrileño hospital Carlos III, es “una experiencia absolutamente única”.

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