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Un pederasta en serie sin precedentes

El secuestrador ha actuado tres veces en Madrid en cinco meses, en la calle y a plena luz

Luis Gómez
Parque infantil de Ciudad Lineal en donde el pederasta cometió su último rapto.
Parque infantil de Ciudad Lineal en donde el pederasta cometió su último rapto.Kike Para

Madrid se enfrenta a un pederasta en serie que secuestra a menores y lo hace con un grado de atrevimiento extremo, poco habitual, porque ataca en la calle de forma muy arriesgada. Las autoridades de la capital lo acaban de declarar “enemigo público número uno”. La policía dedica un gran despliegue de medios para encontrar al criminal, que ha actuado tres veces a lo largo de cinco meses y cuya actividad delictiva pudo empezar en septiembre de 2013 con un caso no suficientemente documentado porque la niña afectada no recuerda nada. No hay precedentes de un delincuente parecido en España.

La primera señal de alarma sonó el pasado 10 de abril, cuando una niña desapareció en su trayecto a una tienda de chucherías cerca de un parque del distrito de Ciudad Lineal. Este hecho se produjo sobre las 20.30 y la niña estuvo desaparecida durante cinco horas. Apareció, ya entrada la madrugada, desorientada, cerca de una boca de metro. La policía se encontró entonces con un hecho muy extraño: la niña había sido drogada y su cuerpo había sido lavado, por lo que no aparecían rastros de ADN. La policía comentó en ese momento que se trataba de un caso puntual, que no tendría por qué repetirse, y así pensaban también algunos expertos.

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Pero el 17 de junio el caso se repitió. Esta vez la víctima era una niña de origen chino que jugaba en la calle, en el exterior de una tienda que regentaban sus padres. La niña, que también fue secuestrada a la caída de la tarde, estuvo desaparecida durante cuatro horas. Y había sido igualmente drogada. Fue ingresada en un hospital, donde permaneció unos días.

El patrón de conducta del pederasta se repetía en casi todos sus términos: la niña era abandonada a varios kilómetros de distancia del lugar donde había sido secuestrada, había sido drogada y posteriormente lavada, y había permanecido durante algún tiempo en un local o un domicilio.

Establecido ya como un caso excepcional, que ponía en estado de alerta a la policía, se supo que pudo haber un antecedente en septiembre de 2013, cuando fue raptada una niña negra en condiciones parecidas. La policía, sin embargo, no ha terminado por incorporar este caso al currículum del pederasta porque la menor apenas recuerda lo sucedido.

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“En términos de asesinatos, consideramos a un criminal como asesino en serie cuando se producen más de tres casos en uno o dos años”, dice André Pueyo, catedrático de Psicología Forense, “luego en este caso podemos hablar de un pederasta en serie”.

El tercer (o cuarto caso) se produjo el pasado viernes, 22 de agosto. Puede hablarse, por tanto, de una frecuencia de algo más de 66 y 68 días entre un suceso y otro si se atiende a los tres últimos sucedidos en Madrid. El viernes, una niña de madre dominicana se despista de su abuelo en un parque y cae en manos del pederasta. Son algo más de las 18.00 horas. Aparece casi una hora después, en un descampado entre dos autovías. Esta vez la niña no ha sido drogada ni lavada, ni ha sido conducida a un domicilio. La menor manifestó en su declaración que un hombre hizo “cosas feas” con ella, aunque antes pararon en un establecimiento, donde la imagen del pederasta no fue grabada. La cámara era falsa. La policía trabaja con la hipótesis de que este episodio pertenezca al mismo autor de los anteriores.

Es extremadamente atrevido, porque los pederastas suelen actuar en entornos familiares” André Pueyo, psicólogo forense

“Lo más sorprendente de este caso”, señala Pueyo, “es que este hombre ataque en la calle, con el riesgo que ello implica. Es extremadamente atrevido, porque los pederastas suelen actuar en entornos más familiares o donde pueden pasar desapercibidos. Esa forma de cazar a sus víctimas supone un comportamiento muy duro”.

Sobre el perfil de este individuo se han divulgado informaciones que pueden ser contradictorias acerca de su estatura, su corpulencia e incluso del color de su pelo. Sus delitos los ha cometido en dos distritos del este de Madrid, Hortaleza y Ciudad Lineal, un dato que llevaría a pensar que conoce ese territorio. La policía ha evitado también distribuir un retrato robot y, en su estrategia a corto plazo, figura organizar reuniones con asociaciones vecinales y de padres de familia en próximas fechas, teniendo en cuenta que se avecina el comienzo del curso escolar. El despliegue policial es máximo durante el mes de agosto en Madrid y será ampliado cuando comiencen las clases.

Sobre el futuro comportamiento de este pederasta, hay multitud de conjeturas. Los expertos están de acuerdo en que un pederasta nunca deja de serlo. “Es un caso muy raro. No hay paralelismos con otros casos en España”, afirma Pueyo. “Es muy difícil de pronosticar porque no se conoce su grado de autocontrol. Las posibilidades de que lo cacen con toda la policía alerta serían muy altas, pero puede cambiar de ciudad. Conoce el terreno, pero no le importa ser imprudente”.

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