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El preso Matas no pierde al ajedrez

El expresidente balear pasa en enfermería por problemas de oído sus primeros días en prisión También permanece invicto en las partidas de parchís

El exministro y expresidente balear Jaume Matas llega a la prisión de Segovia el lunes pasado.
El exministro y expresidente balear Jaume Matas llega a la prisión de Segovia el lunes pasado. LA SEXTA

"Jaume Matas en la cárcel como cualquier otro preso no es nadie. El sistema penitenciario está diseñado para anular a la persona”. La sentencia es de un abogado del entorno del exministro de Medio Ambiente y expresidente de Baleares con el Partido Popular en la época de las vacas gordas. Hace una semana que el expolítico cumple una pena de nueve meses por corrupción en el 'caso Palma Arena'. El Gobierno le denegó el indulto. Es el primer ministro de la derecha encarcelado en democracia.

El lunes, provisto solo de dos bolsas con ropa y atuendo informal, entró por su propio pie al centro sin mirar atrás. No abrazó a su hijo Coque que le dejó en la puerta. Dentro, le tomaron las huellas y le fotografiaron de perfil mientras le medían para componer su ficha carcelaria. Inicialmente, accedió al módulo de los recién llegados pero horas después pasó al de enfermería y allí sigue. Tiene dificultades de oído por una dolencia crónica, de años, de la que fue operado hace un mes. “Casi no oye, apenas se comunica y tiene algún problema de equilibrio”, señala un amigo. El president todopoderoso que fue no habitará este año el palacete de Palma (en el origen de todas las sospechas) ni se bañará en aguas de la isla de Cabrera por las que navegó con Mariano Rajoy cuando era un modelo para su partido y el actual presidente del Gobierno.

Una era política entre rejas

Andreu Manresa

Una era política en Baleares ha acabado entre rejas. Cinco excargos públicos siguen presos. Hay dos periodistas de Mallorca corruptos encarcelados y en septiembre entrará otro, el excolumnista de El Mundo Antonio Alemany, escritor de discursos de Matas, condenado a dos años y tres meses, en el mismo juicio que el expresidente. La época de plomo de la corrupción en las islas la evidencian los escándalos y las dos decenas de políticos condenados con sentencia firme. Son de la generación política de Matas, de la que trata de borrarse toda huella oficial. Su retrato ya no cuelga de la galería de presidentes.

La figura de la cárcel mallorquina, desde julio de 2013, es Maria Antònia Munar, ex líder de UM, expresidenta del Parlamento, del Consell de Mallorca y socia clave para gobiernos de PP y PSOE, alternativamente. Munar como bisagra tuvo la llave del poder y los negocios paralelos. Aquellos tiempos le depararon dos condenas y once años de cárcel por los casos Maquillaje y Can Domenge. Un rosario de causas por dirimir puede agravar su calvario. “Está deshecha, hundida. Aquella mujer poderosa y exuberante tiene la mirada perdida, muerta, y ha adelgazado un montón. Hablé con ella, es otra”. El retrato lo traza un profesor de Derecho que visita la cárcel con sus alumnos. “Impresiona”, apunta otro letrado que la ve “lánguida, fatal de aspecto”.

En verano es peor porque los cursos se interrumpen. Munar va del Inglés al Tai-chi. Cautiva de su propia imagen y millonaria como Matas, se centra en el estudio, las visitas a la capilla y en caminar. En la calle gozó de 20 años de poder y coche oficial y tenía varias sesiones semanales de peluquería, manicura, maquillaje y masaje. En la cárcel, el tinte y la permanente los hacen otras presas, por intercambio. Ella paga con tabaco pero le molesta mucho el humo del resto de internas. Antes de ser condenada fue tratada de un cáncer.Al poco de ingresar en prisión, lideró una petición de presas para ampliar el horario de calefacción. Llegó a cantar villancicos con reclusas gitanas y sudamericanas, ella que desde el poder coqueteó con un discurso casi xenófobo. Las siglas que la auparon son historia, agonizaron por sus escándalos con derivaciones carcelarias. Tiene a dos presidentes y un secretario general presos e imputada a la totalidad de su cúpula y cargos públicos.

Su directora de Comunicación de entonces, —la periodista Margarita Sotomayor, penada con cinco años de cárcel—, narró al diario Ara que lo más duro es “no gozar ni un segundo de intimidad”. Narró el ruido, los gritos, los malos olores, la falta de higiene, las peleas, las drogas. “Aquí eres una mierda y te lo hacen saber”, concluyó.

El preso expolítico con mayor condena en España por hechos ligados a su gestión José Juan Cardona, exconsejero con Matas y exlíder del PP de Ibiza, cumplió uno de sus 16 años de cárcel en Ibiza. Es soltero y eligió penar cerca de su madre anciana. Ha perdido 25 kilos, era obeso y es diabético. El PP solo abonó parte de su defensa, antes del juicio, según sus amistades. Quema horas escribiendo artículos en Paso a paso, la revista del centro. De historia, fútbol, cambio climático y fiestas Flower Power. Otro preso, de UM ha transformado su figura obesa, el ex consejero de Turismo, Xisco Buils, se ha dejado cerca de 30 kilos. Fue entrenador de baloncesto y hoy recupera el oficio junto a otros reclusos.

En la prisión de Segovia es un recluso más.”En las prisiones no hay VIP ni consideraciones especiales”, advierte un directivo de centros penitenciarios. Intramuros sorprende la rapidez con que el expresidente balear se ha adaptado a su régimen penitenciario. Ya hay apuestas entre presos para ver si alguno es capaz de ganaerle al ajedrez. Hasta el jueves permanecía invicto. En el ajedrez y en el parchís, otro de sus entretenimientos, invierte estos días Matas parte de su ocio carcelario desde que ingresó en prisión para cumplir una condena de nueve meses por entregar dinero público a un periodista amigo, entre otros delitos.

El reo carga con una carpeta plagada de casos penales por imputaciones pendientes de juzgar. Eligió este centro por su tamaño mediano y por ser escasamente conflictivo. También para no toparse con otros tantos reos ex políticos conocidos de las islas y para evitar el escarnio de ingresar en la cárcel de Palma, que él mismo inauguró en 1999 y cuya placa aún sostiene su nombre. Especialmente quiso alejarse de su madre, anciana, en Palma. Optó por Segovia porque su mujer y sus tres hijos viven en Madrid y le podrán visitar los sábados. Cada día los internos pueden efectuar una llamada por teléfono.

Está acompañado por uno de esos presos de apoyo que tratan de suavizar el primer contacto con el presidio. En una cárcel donde unos 300 (de sus menos de 400 internos) están clasificados en segundo grado —no peligrosos—. Mata sale a diario al polideportivo, con sus compañeros. Trata de ser uno más. Juega al ping pong y hace pesas durante una hora y media. Está en forma. En la enfermería acata con educación las instrucciones de los funcionarios. El comportamiento es fundamental para acortar la estancia entre rejas. El pasado jueves pudo comunicar con su esposa, que se desplaza desde Madrid a visitarle.

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Los reclusos no poseen móviles, tabletas, ordenadores, ni dinero en efectivo. A la semana pueden gastar hasta 100 euros de una tarjeta de descuento, son los euros que cuesta en el economato la pequeña televisión para la celda. Introducir un plasma desde la calle es engorroso en los trámites y registros.

En la prisión ha cundido cierta alerta y preocupación porque esta semana han sido hallados cuatro pinchos carcelarios. Algo raro en una prisión como la de Segovia, con un perfil de internos poco dado al conflicto. Es una cárcel nueva, inaugurada en 2000. Por ella desfiló el expresidente de Nuevas Generaciones del PP de Madrid Ángel Carromero. Su estancia fue casi fugaz, porque solo unas semana después de su llegada fue trasladado al centro de régimen abierto Victoria Kent de la capital de España (que se caracteriza porque sus internos solo acuden a él para dormir). Muy poco después Carromero obtuvo el tercer grado (es decir, la libertad). El tercer grado, obtenerlo lo cuanto antes, es una de las razones que han llevado a Matas a la cárcel de Segovia. Los internos son clasificados (imprescindible para obtener ese régimen) antes que otras muchas prisiones. Su adaptación está siendo, según fuentes penitenciarias, muy positiva. Si sigue así no tardará mucho en abandonar las rejas. Pero en lo que respecta a este delito. Aun tiene por delante otros procedimientos penales, y más graves si cabe.

En seis meses Matas aspirará al tercer grado y, antes, a su clasificación para obtener un régimen aliviado, ir solo a pernoctar entre rejas. Lo intentará. Segovia es ágil en estos trámites. Matas repasará los 130.000 folios del 'caso Palma Arena' (con el 'caso Urdangarin) - porque él quiere ser siempre, el director de su propia defensa. Lo atestiguan dos de los cinco abogados que ha tenido desde 2008 cuando estalló el asunto. Varios tienen minutas pendientes.

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