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Europa elige así a sus alcaldes

Italianos, alemanes, franceses y británicos aplican sistemas diferentes en las municipales

Anne Hidalgo festeja el triunfo que la convierte en alcaldesa de París.
Anne Hidalgo festeja el triunfo que la convierte en alcaldesa de París.BENOIT TESSIER (Reuters)

La propuesta de Mariano Rajoy para que gobierne la lista más votada en los municipios españoles, aunque no tenga mayoría absoluta, ha levantado ampollas en España. Los socialistas se han apresurado a calificar la iniciativa de "trampa", del PP para asegurarse las alcaldías en las próximas elecciones de 2015 ante una previsible debacle electoral de la formación conservadora. En el resto de Europa el abanico de posibilidades es acorde con la tradición electoral de cada país. Estos son algunos ejemplos de cómo se eligen los alcaldes del continente.

Italia tiene 8.000 Ayuntamientos. En los municipios con menos de 15.000 habitantes (menos de 10.000, en Sicilia), la elección de los alcaldes es directa: en la papeleta salen los nombres de todos los candidatos y el votante pone una cruz sobre el que quiere que administre el pueblo. Quien tiene más votos sale elegido. Cada candidato puede ser sostenido por una o más listas, que no siempre coinciden con los partidos nacionales.

Los símbolos de las formaciones que sostienen a cada candidato alcalde están impresos en la papeleta al lado del nombre correspondiente. El elector puede también marcar el logo de la lista o partido que quiere votar. De esta forma, el voto, además que para el alcalde, sirve también para definir la composición de las futuras junta y asamblea municipal. Hasta puede escribir dos nombres de personas que quiere como concejales.

El alcalde ganador tiene derecho a que su bando ocupe el 60% de los escaños de la asamblea. El 40% restante queda en manos de la oposición. En los dos bloques, los puestos se dividen entre los partidos de forma proporcional: la lista con más votos tendrá a más concejales, la con menos, tendrá menos.

Las elecciones se llevan a cabo más o menos de la misma forma en los Ayuntamientos con más de 15.000 habitantes. Cada lista o partido decide con antelación por qué persona apostar. Los electores pueden votar solo para el alcalde (poniendo la cruz sobre el candidato que prefieran) o también para la asamblea municipal (poniendo la cruz sobre el símbolo de un partido o incluso escribiendo los nombres de quien desean que salgan elegidos, lo que se llama "preferencia").

Si se vota para el partido, automáticamente el voto se contabiliza para el candidato a alcalde sostenido por aquel partido. No hay sorpresas sucesivas a las elecciones. La diferencia con los ayuntamientos con menos de 15.000 habitantes, es que en los municipios con población superior, si ningún candidato alcanza la mitad de los votos más uno, se celebra una segunda votación entre los dos candidatos más votados. Entonces sí, en las dos semanas que transcurren entre las dos rondas electorales, se consuman acuerdos y alianzas: los partidos o listas que ven 'eliminado ' a su candidato, suelen expresarse a favor de uno de los dos contrincantes que quedan. Pero en la urna, cada elector vuelve a decidir.

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En Alemania no existe una ley única que regule el proceso electoral en las elecciones municipales, ni tampoco hay una ley que impida las alianzas para gobernar en los Ayuntamientos.

En 12 estados federados, el alcalde es elegido por mayoría absoluta y, si ningún candidato obtiene ese resultado en la primera vuelta, los dos candidatos más votados tienen que ir al balotaje (segunda vuelta) donde les bastará la mayoría simple. Este sistema alienta pactos políticos, como sucedió no hace mucho en la ciudad de Múnich, donde el candidato del SPD a la alcaldía recibió los votos de Los Verdes.

En otros cuatro estados, los alcaldes son elegidos por los parlamentos locales, una medida que favorece las alianzas políticas para elegir al futuro alcalde. Tienen derecho a voto en las elecciones municipales los alemanes y ciudadanos de la UE que hayan cumplido 18 años. En ocho estados federados se permite votar con 16 años. Las elecciones tienen lugar cada cuatro, cinco o seis años, según cada Estado.

En el caso de Francia, las elecciones municipales son una combinación entre los comicios mayoritarios a dos vueltas y unos proporcionales. Los electores votan por unas listas que deben respetar la paridad de forma alternativa (nombre de mujer/hombre). Las listas que logran más del 50% de los votos (con la participación de más del 25% de los inscritos) se hacen con la mitad de los puestos de consejeros municipales, una modalidad denominada “prima mayoritaria", y el resto se reparte de forma proporcional entre esa misma lista y las siguientes que hayan logrado más del 5%. En caso de no alcanzar ninguna lista la mitad de los votos, lo más frecuente, se celebra una segunda vuelta en la que pueden mantenerse las que obtienen más del 10% de los sufragios en primera, y pueden fusionarse las que obtienen más del 5%. De nuevo, la lista vencedora en segunda vuelta obtiene la mitad de los escaños y comparte el resto de forma proporcional.

En las localidades de menos de 1.000 habitantes, unas 26.930 en las pasadas elecciones de marzo de este año, el sistema es ligeramente diferente: los electores votan directamente al candidato a consejero municipal. Los candidatos con más de la mitad de los votos son elegidos en primera vuelta y la segunda vuelta acceden al puesto los más votados.

El sistema es también diferente y algo más complicado en las tres grandes ciudades de París, Lyon y Marsella, parecido al sistema de los grandes electores en las presidenciales estadounidenses. Las reglas son las mismas que para las localidades de más de 1.000 habitantes pero los electores votan por listas locales por distritos, cada uno de los cuales tienen atribuido un número de escaños de consejeros municipales en función de su peso demográfico.

El sistema electoral en el Reino Unido, tanto en lo que concierne a las municipales como a las legislativas, es nítidamente mayoritario: “el primero que llega, gana”, esto es, se impone el candidato más votado con independencia de que tenga o no mayoría absoluta. En el caso concreto de los comicios locales, los electores deciden entre uno y tres nombres, según las circunscripciones, y el aspirante o aspirantes salen elegidos a tenor del número de sufragios obtenidos.

La cultura política británica considera esencial salvaguardar el vínculo directo entre los representantes electos y sus votantes. Hace dos años, los ciudadanos se pronunciaron en contra de una reforma del sistema electoral que se utiliza en los Comunes. La propuesta sometida a referéndum, el llamado voto alternativo, contemplaba el derecho de los electores de ordenar a varios o todos los candidatos de sus circunscripciones de acuerdo con sus preferencias. Los liberal-demócratas, coaligados con los conservadores en el gobierno, lo consideraban un primer paso hacia la implantación a la larga de un sistema proporcional. El rechazo de los votantes fue contundente.

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