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Tribuna
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Ballenas

La dimensión material del tratamiento de choque está cubierta por la reforma fiscal. De la dimensión moral se han encargado los fastos litúrgicos de la proclamación de Felipe VI

Enrique Gil Calvo

Durante este puente del Corpus los poderes públicos han escenificado una magna Operación Recambio o Plan Renove, destinada a modificar la percepción de los españoles sobre nuestras instituciones. Como se sabe, desde que el estallido de la crisis económica fue abordado por nuestros gobernantes con una errada e injusta política de austeridad, entre la ciudadanía se ha extendido un clima de creciente desafección que amenaza con deslegitimar irreversiblemente a nuestro sistema político, como demostraron por acción (voto antisistema) y omisión (abstención masiva) las elecciones europeas del 25-M. Y para tratar de contener y, a ser posible, de revertir ese arrollador crecimiento de la desafección ciudadana, los poderes públicos han puesto en marcha un doble tratamiento de choque, tanto material como moral.

La dimensión material del tratamiento de choque está cubierta por la reforma fiscal que este viernes aprobó el Consejo de Ministros —junto con la sexta edición del Plan PIVE, precisamente, dotado con 175 millones para subvencionar la renovación del parque automovilístico—, que devolverá a las clases asalariadas una parte del gravamen tributario que se les impuso (IRPF) para poder rescatar al sistema bancario. Con tan magnánima tacañería espera el Gobierno de Rajoy sobornar el próximo año su ansiada recuperación electoral.

Y de la dimensión moral se han encargado los fastos litúrgicos de la proclamación de Felipe VI. Para ello se ha escenificado el montaje de un auténtico media event (acontecimiento mediático), que es como el célebre teórico de la comunicación Elihu Katz denominó a la celebración de grandes espectáculos de masas retransmitidos en directo por todos los medios informativos y destinados a sacudir y conmover la conciencia de los espectadores a fin de regenerar catárticamente la cohesión moral del sistema público. Katz y Dayan clasificaron los media events en tres grandes tipos: conquistas humanas, como la llegada a la Luna del primer astronauta; competiciones, como las elecciones presidenciales, los Juegos Olímpicos o el Mundial de Fútbol, y coronaciones, como la del nuevo monarca el día del Corpus.

¿Servirá de algo semejante choque moral? ¿Podrá revertir la desafección política de los españoles? Cabe dudarlo, pues como media event, el Mundial de Fútbol ha sido un fracaso y la proclamación de Felipe VI, una representación sólo protocolaria. Ahora bien, si tenemos en cuenta que la abdicación del anterior monarca siguió a la previa dimisión de Rubalcaba, cuyo entierro político tuvo tanto éxito que, al parecer, le dio la pista al monarca anterior para seguir sus mismos pasos) y ha provocado también otras muchas dimisiones políticas en cascada (las de Navarro, ¿Del Bosque?), bien cabe pensar que el auténtico media event capaz de crear catarsis, regenerando la conciencia cívica de los españoles, ha consistido más bien en esa sorprendente coincidencia de nuestros primeros espadas por abdicar todos a la vez, como hacen las ballenas que se acunan en las playas para quedarse varadas antes de entrar en extinción. Ahora es el turno de Rajoy.

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