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El etarra Aginagalde niega que tomara parte en el asesinato de Isaías Carrasco

“No estuve en Mondragón ese día y no tengo nada que ver”, ha asegurado el terrorista en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional

Fernando J. Pérez

El miembro de ETA Beinat Aginagalde ha negado esta mañana en la Audiencia Nacional haber tenido “nada que ver” con el asesinato del exconcejal socialista Isaías Carrasco, tiroteado mortalmente en Mondragón (Gipuzkoa) el 7 de marzo de 2008. Aginagalde, imputado por un delito de asesinato, tenencia de armas de fuego y daños, con el agravante de terrorismo, ha asegurado, a preguntas de su abogado, Aiert Larralde, que ese día no pisó Mondragón porque por la mañana estuvo en un examen en San Sebastián, donde cursaba sexto curso de Medicina, y por la tarde fue a comer con una amiga a un bar de Hernani. Aginagalde ha asegurado que fue en ese establecimiento cuando se enteró, “por un avance informativo en la televisión”, del asesinato del exedil socialista.

Aginagalde, de 29 años, y al que la policía sitúa en el sector más intransigente de la banda, fue detenido en Cahan (Francia) en febrero de 2010. En septiembre de ese año fue procesado por el asesinato del empresario Ignacio Uría, cometido en Azpeitia (Gipuzkoa) el 3 de diciembre de 2008.

En noviembre de 2011, fue entregado por Francia a las autoridades españolas para ser investigado y juzgado por las causas que se siguen contra él en la Audiencia Nacional. Aginagalde, que se ha negado a contestar al fiscal, ha asegurado que no fue hasta ese momento, cuando le interrogó el juez Javier Gómez Bermúdez, cuando se enteró de que se le imputaba el asesinato de Isaías Carrasco.

Ante el juez Bermúdez, Aginagalde no contestó preguntas sobre este crimen. “No lo dije en ese momento porque no tenía conocimiento concreto de los hechos que me acusaban, llegué de Francia, se me imputaban diversas acciones y hasta ese momento no supe que se me consideraba autor material. Tuve que recordar después qué había hecho en aquella fecha y reconstruir todo aquel día, eso me llevo su tiempo”, ha manifestado.

Aginagalde ha asegurado que el 7 de marzo de 2008 no pertenecía a ETA, no sabía que se iba a cometer el atentado contra Carrasco y no estaba en Mondragón y ha insistido en que no participó ni en la acción ni en su preparación. “No tengo nada que ver con esto”, ha dicho al tribunal.

Según el escrito de calificación de la fiscalía, Aginagalde se trasladó a las inmediaciones del domicilio del exconcejal, en la calle Navas de Tolosa de Mondragón, y cuando este se introdujo en su coche para ir a trabajar, se situó frente al vehículo y le dirigió cinco disparos que, tras romper el cristal del parabrisas, impactaron en el cuerpo del conductor, causándole "gravísimas heridas" que le provocaron la muerte una hora y 15 minutos después en el Hospital del Alto Deba.

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Tras el atentado, el etarra supuestamente abandonó el lugar a la carrera. En el lugar de los hechos, sobre la calzada y la acera, se encontraron cinco vainas percutidas del calibre 9 milímetros Luger o Parabellum. La acción terrorista fue reivindicada por ETA en un comunicado publicado el 2 de abril de 2008 en el diario Gara. El representante del Ministerio Público sostiene en su escrito de acusación provisional que Aginagalde cometió el atentado "sin que conste que actuara bajo las órdenes directas de un miembro de la banda terrorista ni la intervención de otros miembros legales o colaboradores del 'comando".

En sus conclusiones definitivas el fiscal Luis Barroso ha destacado que dos testigos protegidos vieron a una persona en actitud de vigilancia junto al domicilio de Carrasco y que, tras el atentado, vieron a la misma persona huir a la carrera. Al tratarse de un miembro de un comando no fichado la policía no contaba en aquel momento con fotografías de Aginagalde. La imagen del terrorista fue hallada en la desarticulación del comando Asti, responsable, entre otras acciones, del asesinato del industrial Inaxio Uria. Uno de los dos testigos protegidos testigos del atentado reconoció sin género de duda a Aginagalde como autor del tiroteo.

El abogado de Aginagalde, Arriet Larralde, ha reclamado la absolución de su cliente. El letrado ha puesto de manifiesto que en este caso la Ertzaintza no ha aportado pruebas como las que han servido en otros juicios para la condena de otros miembros del comando Asti. Larralde ha afirmado que no hay pruebas ni de balística ni de ADN, ni declaraciones de otros miembros del comando ni análisis de los tráficos de llamadas telefónicas. “Si se hubiera dado tiempo a esta defensa para la instrucción se habría pedido el tráfico de llamadas y se habría podido demostrar que Beinat Aginagalde llamó a su amiga Arritxu para que le fuera a buscar y se hubiera podido demostrar que estaba a muchísimos kilómetros del lugar de los hechos”, ha afirmado el letrado.

Larralde ha afirmado también que el hecho de que las pruebas de la acusación se basen en testigos protegidos y anónimos vulnera su derecho de defensa. “Lo único que sabemos de estas personas son sus números. Se echa en falta un estudio al valor que hay que dar a los testigos anónimos. El acusado debe conocer la identidad de quien le acusa para poder cuestionar su fiabilidad”, ha denunciado Larralde, que ha citado una sentencia reciente del Tribunal Constitucional en este sentido.

El de Carrasco, que tenía 41 años en el momento de su asesinato, fue el último asesinato de un representante político cometido por ETA. Casado y con tres hijos –dos mujeres de 20 y 14 años y un varón de cuatro en el momento de los hechos- la acción terrorista causó una gran conmoción en medio de la campaña para las elecciones generales de ese año. La viuda de Carrasco, María Ángeles Romero, ha asegurado que la familia sigue en tratamiento psicológico como consecuencia del crimen, que dejó, además, a la familia sin el principal sustento económico.

Durante la celebración de la capilla ardiente, en el Ayuntamiento de Mondragón, se produjo un incidente entre el entonces líder del PSE, Patxi López, y Mariano Rajoy, entonces presidente del PP. La familia de la víctima se había negado a recibir al líder del principal partido de la oposición, que en los meses previos venía acusando al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de rendirse ante ETA. La familia cambió de parecer para evitar interpretaciones políticas en medio de la campaña y permitió la presencia en el acto de Rajoy y de la entonces presidenta del PP de Gipuzkoa, María San Gil, aunque no quiso saludarlos. En la antesala de la capilla ardiente de Carrasco, López, según sus propias palabras, le dijo a Rajoy cuando este fue a darle el pésame: “Acepto el pésame, pero espero que nadie más de tu partido diga de ni un solo socialista que agredimos o traicionamos a las víctimas o que cedemos ante el terrorismo”.

Según añadió López, fue entonces cuando San Gil le replicó que no era “el momento justo”. “Y le contesté que lo que no era justo era lo que habíamos tenido que soportar cuatro años. Y me fui”. “Fue después”, agregó López, “cuando la familia decidió que no se acercara al féretro o a ellos. Ellos deciden cómo quieren llevar su dolor”.

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Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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