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El Congreso da luz verde a Felipe VI

El 85% de los diputados apoya la ley de abdicación y Rajoy defiende la contribución del Rey

Diputados de Izquierda Plural piden un referéndum durante la votación.
Diputados de Izquierda Plural piden un referéndum durante la votación.ULY MARTIN

La primera sucesión en la Corona bajo la Constitución de 1978 ha superado el trascendente e histórico trámite de la aprobación parlamentaria y queda a falta de la ratificación en el Senado. La gran mayoría del Congreso de los Diputados ha despedido el reinado de don Juan Carlos desde el reconocimiento a su labor y da la bienvenida al próximo rey Felipe VI desde la reafirmación del pacto constitucional y de la contribución de la monarquía parlamentaria.

La Cámara ha aprobado la ley de abdicación, la norma más corta y trascendente de las últimas décadas en España, en un ambiente de solemnidad que tendrá continuidad el día 17 en el Senado y el 19 con el acto de proclamación del rey Felipe VI. El único sobresalto imprevisto en el insólito pleno fue el voto díscolo de los socialistas Odón Elorza, Guillem García y Paloma Rodríguez Vázquez: el primero se abstuvo y los otros dos no quisieron estar presentes. Serán multados con 400 euros por la dirección del Grupo Socialista.

Ahora, la sucesión en la Corona seguirá adelante gracias a los 299 votos (el 85%) de los diputados de PP, PSOE, UPyD, UPN y Foro Asturias, frente a los 19 de Izquierda Plural, ERC, BNG, Geroa Bai, Compromis-Equo y Nueva Canarias y las 23 abstenciones de CiU, PNV, Coalición Canaria y Elorza.

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No faltaron peculiaridades como que los diputados de la Izquierda Plural respondieron al llamamiento personal para votar con frases como “por más democracia voto no”, “por la democracia y la República, voto no” y “no, por más democracia y libertad”. Los de ERC con expresiones como “por la república catalana, voto no”. Los diputados de PSOE y PP aplaudieron el resultado y los del Grupo Popular lo hicieron en pie, como en las grandes sesiones parlamentarias y, lo que es más extraño, ovacionaron cuando terminó de hablar el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.

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En ese ambiente de trascendencia histórica el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de la oposición coincidieron en una especie de reedición del consenso que marcó el arranque de la monarquía constitucional y que sirve para cerrar el círculo de los 39 años de reinado de Juan Carlos I. Desde distintas perspectivas, ambos hicieron un canto a la Constitución de 1978, a la contribución del Rey y a la esperanza por su sucesor. El único matiz es que el líder del PSOE aseguró que “no se trata solo de un relevo generacional, este cambio debería dar paso a un tiempo nuevo”. En ese nuevo ciclo situó una reforma constitucional y cambios institucionales que afecten a la ley electoral, al modelo territorial y a los partidos, entre otros.

“Un tiempo de cambios y reformas, pactadas, consensuadas, que debería de materializarse no en un nuevo proceso constituyente, sino en una reforma constitucional”, dijo. Rajoy habló de continuidad en la democracia y Rubalcaba intentó transmitir la impresión de cambio de ciclo en el que, por cierto, él ya no estará al frente del PSOE. Esas reformas tendrá que impulsarlas el que sea nuevo líder de la oposición tras el congreso del mes de julio en el que Rubalcaba será relevado como secretario general.

Los dos coincidieron en destacar que sólo se trataba de ratificar la abdicación y no de debatir o votar el modelo de Estado, pero inevitablemente la sesión se convirtió en una discusión sobre la Monarquía y la República. Porque los que votaban a favor alabaron la monarquía constitucional y porque los que se oponían a validar la ley de abdicación exigieron un referéndum sobre el modelo de Estado y defendieron la República. La petición de consulta quedó sepultada por el 85% de los votos de los presentes.

El presidente del Gobierno intervino para defender el proyecto de ley y dar la solemnidad que le corresponde al proceso de sucesión. Desde la “normalidad y la naturalidad” y como “síntoma de estabilidad y de madurez democrática”, según sus palabras. Rajoy aprovechó para rendir tributo a don Juan Carlos, para añadir: “Tenemos la certeza y la tienen la mayoría de los españoles, de que estas condiciones y cualidades concurren en don Felipe de Borbón y Grecia”. En apoyo de la ley acudió Rubalcaba en una de sus últimas intervenciones parlamentarias como líder del PSOE y de la oposición. Su discurso sirvió para explicar que no se votaba la forma de Estado, para argumentar la posición de su partido ante la Monarquía, para mostrar su fidelidad al pacto constitucional, para dejar clara su lealtad al próximo Rey y para pedir que empiece un tiempo nuevo.

Rubalcaba, en lo que considera uno de sus últimos servicios al Estado después de más de 30 años en política activa en el Gobierno y en la oposición, utilizó su discurso para intentar cargar de razones a los reacios de su grupo. También a sus bases y posibles votantes que mantienen el ideario republicano y que estos días se han sentido sobresaltados en ese sentimiento. Ese mar de fondo solo se tradujo ayer en tres rupturas de la disciplina de voto.

También apoyó la abdicación y la tramitación de la ley UPyD porque, según su portavoz, Rosa Díez, supone cumplir la Constitución. La portavoz de UPyD dio su apoyo al futuro Rey, pero no “como cheque en blanco”, sino para pedirle que esté del lado de “la regeneración democrática”.

Enfrente estuvo la izquierda, especialmente el grupo de la Izquierda Plural (IU, ICV y CHA), que votó en contra, que pidió un referéndum sobre el modelo de Estado y que ilustró su posición con carteles mostrados desde los escaños con la expresión “Referéndum, ya” y escarapelas con la bandera republicana en sus solapas. Cayo Lara, líder de IU y heredero del pacto constitucional que supuso la aceptación de la monarquía por parte del PCE y que quedó roto ayer, se hizo eco de la “voz de la gente que soñó con una república democrática”. Planteó la disyuntiva entre “el derecho de sangre o la urna”. En el no estuvo también el portavoz de ERC, Alfred Bosch, para quien el 9 de noviembre, en la consulta soberanista, “se elegirá entre la monarquía española y la república catalana” y se proclamará la segunda.

En medio se situaron CiU y PNV con su abstención. Josep Antoni Duran Lleida, portavoz de CiU, explicó que los nacionalistas catalanes se sienten excluidos del proceso entre PP y PSOE y, en general de la política española, elogió a don Juan Carlos y pidió al nuevo Rey “sensibilidad” con Cataluña.

Hace días el portavoz de CiU confesó sentirse incómodo en la abstención y ayer lo dejó patente en la tribuna, después de años en una posición mucho más institucional y de acuerdos con todos los gobiernos. Por eso, su referencia a la exclusión de CiU de la política española provocó murmullos de desaprobación en las bancadas del PSOE y del PP.

Aitor Esteban (PNV) basó su abstención en los antecedentes históricos. Así, hizo referencia al pacto constitucional, del que su partido fue excluido y que se concretó en que solo el 30% de los vascos diera su sí a la Constitución en 1978.

Y en el extremo se situó Amaiur, cuyos diputados se fueron de la votación y su portavoz, Sabino Cuadra, vinculó al Rey con torturas y le identificó como heredero de Franco. Y acabó con un grito de “¡Monarquía fuera, viva Euskal Herria libre y republicana!”, mientras desplegaba una ikurriña en la tribuna.

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