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La gran mayoría de los votantes de Podemos tiene más de 35 años

Más de la mitad apoyó a los socialistas o a IU en las generales de 2011 Un 30% respaldó al PSOE, mientras que solo un 4,5% dice que lo hará en 2015

Francesco Manetto

La sorpresa de Podemos, que logró 1,2 millones de votos en las elecciones del 25-M y cinco escaños en el Parlamento Europeo, descolocó a las direcciones de los dos grandes partidos. El éxito de la formación encabezada por Pablo Iglesias superó las previsiones de PP, PSOE e Izquierda Unida y acabó de romper la baraja de los equilibrios tradicionales al irrumpir como tercera fuerza, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid. Un sondeo de Metroscopia para EL PAÍS sobre el perfil de los votantes de Podemos también arroja otras sorpresas que chocan con la creencia de que se trata de un voto mayoritariamente joven —el 66% tiene más de 35 años—, con el discurso público de los dirigentes del partido y con la imagen antisistema que, sobre todo, los dirigentes del PP asocian a esta opción.

En primer lugar, la encuesta concluye que más de la mitad de los ciudadanos que votaron a Pablo Iglesias no descartarían, por ejemplo, apoyar al PSOE. Solo el 43% lo excluye de forma tajante, mientras que el 95% sí rechaza sin matices apoyar al PP. El 56% votó a los socialistas o a IU en las elecciones generales de 2011, y la mayoría relativa de los electores que el 25 de mayo auparon a Podemos (un 30%) votó a Alfredo Pérez Rubalcaba. Ese porcentaje asciende hasta el 33,6% en el caso de las europeas de 2009. Este electorado, además, se define ideológicamente algo más al centro que IU.

La interpretación de estos datos ofrece un retrato del votante que, en más de la mitad de los casos, no compartiría algunos de los planteamientos de los representantes de Podemos. El propio Iglesias, quien antes de las elecciones apuntó que habría un trasvase de votos socialistas, descarta en principio cualquier posibilidad realista de alianza con el PSOE y la supeditaría a exigencias inasumibles por el principal partido de la oposición.

"He votado al PSOE y también al PP"

El voto de Podemos tiene dos constantes: no es mayoritariamente joven, aunque la iniciativa de Pablo Iglesias tiene mucho éxito entre los jóvenes. Y, de alguna manera, se ha alimentado de la estela del 15-M. Fátima Castro Fernández, de 48 años, reúne algunas de estas características. Secretaria de dos Ayuntamientos en Castilla y León, apoyó a Podemos porque, dice, ha descubierto "el método que conecta a los ciudadanos con la política a través de la democracia participativa". "He votado al PSOE, pero también al PP, y creo que los socialistas no deberían pararse en el debate sobre primarias, sino ir más allá", señala. Cree que las elecciones europeas no han reflejado "solo un voto de castigo, sino también de ilusión, y eso es lo que más asusta a los grandes partidos".
La historia de Daniel Iraberri es distinta. De 29 años, vive en Madrid desde hace una década, aunque es de Jaca (Huesca). Investigador de filosofía y músico, empezó a interesarse por Podemos desde su nacimiento. Se fogueó en las protestas contra el  Plan Bolonia y, finalmente, el 15-M representó un punto de inflexión. "Fue lo que me introdujo en esto", asevera. Hasta llevarle a votar a Iglesias.

En cualquier caso, cuando apenas han pasado unos días de los comicios, ya puede vislumbrarse un suelo de simpatizantes fieles. El 51,5% de los encuestados afirma que en las elecciones generales de 2015 volverá a votar a Podemos, mientras que un 25,4% declara que apoyará a la formación de Cayo Lara y solo un 4,5% prevé dar su voto al futuro candidato del PSOE.

Esta previsión a largo plazo choca con el alto porcentaje de indecisos que titubearon hasta el último minuto. Desde 2011, las encuestas reflejaban que la intención directa de voto de los ciudadanos había bajado mucho. Y, según el sondeo de Metroscopia, el porcentaje de quienes dudaron hasta al final alcanza el 60% en el caso de Podemos, frente, por ejemplo, a un 53% de los que finalmente votaron a IU o un 24% de quienes respaldaron al PP. Estos datos sugieren que la magnitud del éxito de Podemos, al que este instituto de opinión daba, según los sondeos preelectorales, un máximo de tres escaños, resultaba muy difícil de prever.

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El pasado martes, Pedro Arriola, principal asesor de Mariano Rajoy, llamó “frikis” a quienes respaldaron a esta formación, a la que vinculó especialmente al voto joven y a quienes acudían a las urnas por primera vez. Se trata de una percepción cierta solo en parte, según la encuesta. La mayoría relativa (el 45%) de los votantes tiene entre 35 y 54 años, mientras que los menores de 35 representan un 34%. Predomina, además, el voto masculino sobre el femenino, con 12 puntos de diferencia.

Alrededor de la mitad de esos 1,2 millones de electores que apoyaron a Iglesias tienen un trabajo, en línea con la media de las otras formaciones. El 21% cuenta con estudios universitarios superiores, un 14% de grado medio y ninguno de los encuestados tiene formación inferior al segundo grado escolar (Bachillerato o Formación Profesional).

Estos dos últimos datos echan por tierra otro de los lugares comunes sobre la llamada base social de Podemos. Es decir, la encuesta refleja que —comparativamente con otros partidos y en términos estadísticos— no se trata de un conjunto de electores con una mayoría de personas en una situación precaria en el ámbito laboral o de marginalidad social.

Más allá de los tópicos, ¿a qué puede atribuirse este fenómeno? La identificación de los votantes de Podemos con la filosofía del Movimiento 15-M, que irrumpió en el panorama político una semana antes de de las últimas elecciones autonómicas y municipales, es real. Y, al margen de las distintas opciones políticas, la sociedad se ha mostrado desde entonces mayoritariamente a favor de esos colectivos y de su forma de participación.

Hace un año, un sondeo de Metroscopia para EL PAÍS reflejaba que los ciudadanos seguían teniendo la percepción de que los motivos que en 2011 animaron a este movimiento de protesta seguían vigentes.

El porcentaje de simpatía hacia ese fenómeno era abrumador entre los votantes del PSOE, entre los que recibía el 87% de apoyo, mayoritariamente joven, pero de todas las franjas de edad. Un porcentaje considerable de la ciudadanía en su conjunto, además, apoyaba la idea de que el 15-M se convirtiera en una formación política. Un 36% veía esa posibilidad con buenos ojos, no solo para combatir el sistema bipartidista, sino como un soplo de aire fresco para las dinámicas de la política tradicional. Y, de alguna manera, ha sido lo que ocurrió.

Podemos pretende ahora organizarse, armar una estructura y hasta tener listo un gabinete de Gobierno para dentro de un año. Para entonces, ya se habrán celebrado unas elecciones municipales y autonómicas que, con las proyecciones de esta semana, apuntarían, entre otras ciudades, la entrada de la fuerza de Iglesias en el Ayuntamiento de Madrid con un total de siete escaños, los mismos que Izquierda Unida y UPyD.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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