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Rubalcaba quiso adelantar las primarias, pero desistió por falta de acuerdo

Valenciano advirtió en la ejecutiva que era ineludible el voto de la militancia

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.
El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.Emilio Naranjo (EFE)

Sonó el teléfono móvil de Alfredo Pérez Rubalcaba. Eran las diez de la noche del pasado domingo. Vio que quien le llamaba era Mariano Rajoy. “Buenas noches, presidente”. El jefe del Ejecutivo le telefoneaba para contarle los resultados de las elecciones europeas celebradas ese día. “Nos ha ido mal a los dos”, convinieron ambos. “Ya hablaremos”, acordaron.

El líder socialista dio por acabado su ciclo político de más de 35 años, pero antes había que encauzar su sustitución. La primera opción que se planteó fue adelantar las primarias (de noviembre, como estaban previstas, a julio o septiembre) para elegir al candidato a la presidencia del Gobierno. Esa decisión la tenía que consultar con los secretarios territoriales del PSOE.

Pero la ronda dejó clara la ausencia de acuerdo para convocar primarias. La mayoría quería un congreso para sustituir a Rubalcaba, e incluso algunos pensaron que el secretario general y su ejecutiva debían dimitir y que una comisión gestora condujera el proceso hasta el congreso. No se lo dijeron abiertamente. Dimitir sí estaba en manos de Rubalcaba pero no lo consideró conveniente. Abandonaría el barco cuando hubiera otro capitán.

Sí tenía el visto bueno de los secretarios generales para convocar el congreso. Aún no había empezado el debate sobre qué tipo de congreso celebrar: si el tradicional, con delegados, u otro que pasara, por primera vez, por una consulta directa a la militancia.

En la noche del domingo, con la conmoción por los resultados, Rubalcaba habló con Susana Díaz (Andalucía) y Javier Fernández (Asturias), los dos presidentes de Gobiernos socialistas. Pasadas la medianoche, se quedó a solas con la número uno al Parlamento Europeo, Elena Valenciano, y el secretario de Organización, Óscar López. Al día siguiente anunciaría la convocatoria de un congreso extraordinario en la reunión de la ejecutiva federal.

Díaz habría exigido el congreso si Rubalcaba no lo hubiera convocado
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Hubo mucho debate sobre qué hacer, pero nadie habló de una cita abierta a los militantes, salvo Valenciano. La candidata llevaba muchas semanas en contacto con la organización y contó a sus compañeros que el clima era muy claro: los militantes querían participar en la votación de su secretario general. “Esa ola no hay quien la pare”, describió a sus compañeros. En la reunión, el secretario general del Grupo Parlamentario Socialista, Eduardo Madina, defendió las primarias, es decir, el voto de los militantes y de los ciudadanos para elegir el cartel electoral.

El debate se alargó después de que Rubalcaba anunciara a los periodistas la decisión de convocar un congreso para el próximo julio. En torno a una mesa de trabajo, sobre las tres de la tarde, Rubalcaba, Juan Moscoso, Soraya Rodríguez, Rafael Simancas, Óscar López, Antonio Hernando, otros miembros de la ejecutiva y dos colaboradores del secretario general comieron unas hamburguesas que el jefe de gabinete del líder socialista compró en un bar.

Cada uno dio su punto de vista sobre lo ya acordado: congreso y no primarias. Al día siguiente, el escenario era otro. Los barones territoriales lanzaron la necesidad de que el congreso fuera abierto a los militantes y llegaron a la conclusión de que la fórmula gallega sería la adecuada, toda vez que los estatutos no permiten el voto de los militantes sino que está reservado para los delegados. Ximo Puig, secretario general de la Comunidad Valenciana; Guillermo Fernández Vara, de Extremadura; Emiliano García-Page, de Castilla-La Mancha; y César Luena de La Rioja, abrieron el fuego el martes por la tarde.

Chacón se quedó sola al pedir que se elija primero al candidato electoral

Al día siguiente por la mañana, Madina anunció en los pasillos del Parlamento que no había tomado la decisión de apostar por la secretaría general, pero que en todo caso lo supeditaba a que el congreso fuera abierto: es decir, a que fueran directamente los militantes quieres votaran.

¿Y qué decía Andalucía? La opción preferida era la creación de una gestora, en vez de que Rubalcaba y su ejecutiva continuaran. Una vez descartada esa opción, Andalucía dijo sí al congreso. Primero a secas y, después, abierto. No hubo discusión entre Díaz y Rubalcaba, según dirigentes andaluces, porque un congreso de sustitución era la opción andaluza. Ahora bien, si el líder socialista no hubiera dado ese paso, el socialismo andaluz lo hubiera reclamado, según versiones contrastadas de dirigentes de la federación más importante del PSOE.

Los socialistas andaluces se sumaron a la petición de consultar a los militantes cuando vieron la ola surgida a favor de esta apertura. “A nosotros estas cosas no nos gustan, pero hay que tener cintura”, dijo un miembro de la ejecutiva. Díaz mantuvo una reunión a primera hora de la mañana del miércoles pasado con personas de su círculo y ahí se acordó que a través del número dos del partido en Andalucía se trasladara la opinión de que no se veía con malos ojos la propuesta. Así se hizo.

Hasta que en la noche del viernes la ejecutiva envió a los líderes territoriales el reglamento para el congreso con la fórmula del voto de los militantes, se creó cierta confusión, resuelta en 48 horas, pero llovieron las críticas, más o menos explícitas, a la ejecutiva. La exministra Carme Chacón continuó con la exigencia de adelantar las primarias para elegir al candidato electoral. Por el contrario, Madina y Pedro Sánchez, diputado madrileño, dejaron de hablar de un imposible. Los candidatos tienen entre el 6 y 20 de junio para recoger avales. De momento solo hay uno seguro: José Antonio Pérez Tapias, de Izquierda Socialista.

“A Susana Díaz la buscan”

A primera hora de la mañana del miércoles pasado, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, dejó claro ante un grupo de personas de su círculo que no iba a pasar por ser quien cercena la libertad de los militantes. Muy fresco tiene el recuerdo de los reproches que le hicieron cuando aspiró a las primarias andaluzas, en las que sus rivales —el exembajador en Marruecos Luis Planas y el alcalde de Jun (Granada)— le acusaron de impedir una competición limpia.

Las personas que han hablado con Susana Díaz estos días, bien directamente o a través de sus dos terminales de teléfono, aseguran que está tranquila y que desde hace una semana era plenamente consciente de la que se le venía encima. “A ella la han buscado, no ha provocado esto”, recalcan sus afines.

Si la casi unanimidad en torno a su candidatura se cincela, Díaz no abandonará la presidencia de la Junta y compatibilizará este cargo con el de jefa del principal partido de la oposición, según su entorno. No es legalmente incompatible. Tampoco es seguro que deje la secretaría general del PSOE andaluz, toda vez que este puesto es compatible con la secretaría federal. En su entorno todo lo ven compatible.

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