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Un partido sin carnés y en construcción

Podemos, ligado a los movimientos de barrio que sucedieron al 15-M, debe crear de cero una estructura para tomar decisiones sin renunciar a sus orígenes

Pablo Iglesias, eurodiputado electo de Podemos, este lunes en Madrid.
Pablo Iglesias, eurodiputado electo de Podemos, este lunes en Madrid.Samuel Sánchez

La tarde del 15 de mayo de 2011, como salidos de la nada, miles de ciudadanos se echaron a la calle y llenaron las plazas de 50 ciudades españolas. Algunos se quedarían allí durante meses, acampados. Habían sido convocados a una manifestación por la plataforma Democracia Real Ya a través de las redes sociales de Internet. En realidad, una vez lanzada la convocatoria inicial, se habían convocado unos a otros. La campaña electoral de las municipales y autonómicas llegaba a su ecuador cuando, aquel día, estalló el Movimiento 15-M. Muy pocos medios de comunicación, por no decir ninguno, lo vieron venir. Los partidos políticos no lo vieron venir.

Tres años después, Podemos, un partido surgido de los rescoldos de aquel movimiento, que aún humean transformados y rebautizados en asambleas de barrio o colectivos sociales, se ha colocado como cuarta fuerza política nacional en las elecciones europeas. Tampoco se vio venir.

Podemos fue inscrito como partido hace tres meses, después de una intensa discusión en los grupos de barrio sobre si ceñirse a la opción de trabajo a pie de calle o dar el salto a las instituciones, según cuentan sus fundadores. No tiene órganos de dirección ni afiliados ni carnés —por el momento—; pero tendrá, de pronto, cinco diputados en el Parlamento Europeo, sustentados en 1,2 millones de votos. Y desde ayer afronta el reto de constituirse como organización, crear una dirección que tome las decisiones del día a día (y ante la que sus cinco eurodiputados rindan cuentas). Sobre todo porque, si este resultado de las europeas se repite en 2015, podría tener la llave de gobiernos municipales o autonómicos —es tercera fuerza en Madrid, Asturias, Aragón, Baleares y Cantabria—. Y tendrá que decidir.

"Hemos nacido prácticamente en campaña. Hasta hoy, somos un equipo de campaña, no un partido propiamente dicho. Ahora hay que abrir un proceso de constitución", afirma Íñigo Errejón, de 30 años, doctor en Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y director de campaña de Podemos. Su objetivo, cuenta, es compaginar el funcionamiento de "participación abierta" con el que nacieron —las primarias se hicieron por Internet— con la creación de "estructuras estables de dirección". El espíritu asambleario del 15-M —donde, durante meses, las decisiones solo se tomaron por unanimidad, donde no había portavoces o estos rotaban para evitar personalismos, y que rechazaba la deriva de la democracia representativa— ha dado paso a un partido que entrará en el juego institucional y en el que el liderazgo de Pablo Iglesias es, por el momento, personalísimo. Él ha sido el rostro de la operación electoral desde su plataforma de tertuliano en televisión.

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Pero es que Podemos tampoco es exactamente el 15-M. "No somos el 15-M, aunque no habríamos sido posibles sin él", resume Errejón. Hasta ahora, la participación en el partido se ha hecho a través de los “círculos”, unos 300 grupos de trabajo, diseminados por barrios y pueblos, en los que miles de personas han ido lanzando ideas para un partido que pretende ser de nuevo tipo. Agrupaciones “sin consenso ideológico pleno" y unidas solo por el objetivo de "recuperar una democracia secuestrada", define Errejón. "Partidos ya hay muchos", dice.

Él sostiene que los cinco eurodiputados se deberán "a sus 1,2 millones de votantes", y que la fórmula inicial de participación directa puede y debe mantenerse intacta, pero admite a la vez que ese vínculo de representantes y representados habrá que articularlo de una forma algo más tradicional, más estable, para que sea eficaz. A eso se dedicarán, a toda velocidad, en los próximos meses.

Errejón vivió la precariedad de la universidad en España y encontró trabajo en Quito (Ecuador) como profesor de Ciencias Políticas. Se sumó al proyecto de Podemos "desde el minuto cero". "Vimos que en España teníamos de un lado a la casta política y del otro a la ciudadanía. Había una muy tímida expresión política del descontento", explica. "La campaña tenía que tener un pie en el sentido común y otro en las posibilidades de cambio. Diseñamos una campaña audaz". Decidieron no pedir préstamos ni a bancos ni a constructores, "para no deberles nada". Financiaron la campaña con aportaciones voluntarias.

Si Errejón vivió en Ecuador, en Venezuela vivió uno de los fundadores e ideólogos de Podemos: Juan Carlos Monedero. Profesor de Teoría Política en la Universidad Complutense de Madrid, Monedero, de 51 años, es compañero de tertulias de Pablo Iglesias en La Tuerka, de TeleK. Fue dueño del dominio noalaguerra.org, militante de IU entre 1986 y 2005 y asesor de Gaspar Llamazares cuando este era coordinador de la tercera fuerza política española. Fue también asesor durante nueve años del presidente venezolano Hugo Chávez, aunque en algún momento llegó a cuestionar su "hiperliderazgo", informa Alfredo Meza. En Venezuela —donde hay un partido llamado Podemos— ayudó a crear el Centro Internacional Miranda.

"Podemos no tiene un solo origen, sino muchas circunstancias", dice Monedero en referencia al partido sorpresa de estas europeas en España. "Su origen es mi fracaso en otros partidos, la experiencia luminosa del 15-M, que politizó a tanta gente, la experiencia en el Frente Cívico de Julio Anguita y mi experiencia como asesor de Llamazares, cuando me di cuenta de que el 80% del tiempo se iba en las luchas internas", cuenta. A la segunda pregunta sobre su etapa de asesor de Chávez, se pone en guardia: "Todo el mundo me pregunta por Venezuela y no por mi etapa en Alemania, cuando hice la tesis sobre la disolución de la RDA. Quien dice que queremos convertir a España en Venezuela es un idiota". Su visión para Podemos la resume así: "Queremos que sea la llave para la construcción de un frente amplio como el de Uruguay, un punto de encuentro entre partidos y movimientos sociales que nos permita reinventar la democracia y crear un proceso constituyente. Así fue en Bolivia, Venezuela y Ecuador".

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