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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

En Bruselas sí te oirán gritar

El desinterés de los españoles por estas elecciones europeas es descorazonador, sí. El euroescepticismo crece, también. El nivel de los debates deja mucho que desear, tal vez. Pero no todo son malas noticias. Según una investigación de la Universidad de Leiden, los españoles no lo hacemos todo mal. Dos profesores de la Universidad holandesa de Leiden han analizado a 889 europarlamentarios de 11 países. Han ideado un sistema de puntos que les adjudican, según los puestos que han ocupado en sus países. Si fueron ministros, tendrán más puntos que si fueron alcaldes. Y si el cargo lo ocuparon hace dos años sumarán también más puntos que si lo hicieron hace diez.

La idea es medir qué países se toman más en serio Europa en función del tipo de políticos que envían a ocupar escaños a Estrasburgo. El resultado puede que les sorprenda.

El nivel político de los europarlamentarios ha aumentado en los últimos diez años, a medida que la Eurocámara ha cobrado más relevancia, explica el investigador holandés Wim Voermans. Bélgica encabeza la lista de los políticos más experimentados —no necesariamente los de mayor edad—. El segundo puesto lo ocupa España.

Cuanto más antieuropeo es un país, peores políticos envía, en una suerte de profecía autocumplida. Es el caso de Holanda y Reino Unido, a la cola de la clasificación. También de Dinamarca, cuya vida política ha quedado retratada con maestría en Borgen, un thriller político convertido en fenómeno paneuropeo para sorpresa de sus creadores. En uno de los episodios, la primera ministra quiere librarse de un barón de su partido y decide enviarle de comisario europeo; a miles de kilómetros, donde no pueda incordiar. “En Bruselas nadie te oirá gritar”, se titula el capítulo.

Un vistazo a las listas españolas basta para darse cuenta de que puede que haya casos de destierros dorados o de pago por los servicios prestados en un destino bien remunerado. Pero en general, son políticos con peso en sus partidos y en la política española y que por lo tanto son en teoría capaces de negociar más y mejor en la Eurocámara. A juicio de los holandeses, este es un síntoma de que la clase política española se toma en serio Europa. Desmontan, pues, la coartada absentista de que la Eurocámara es un cementerio de elefantes, al menos, en comparación con el resto de países europeos, más propensos a enviar restos de feria política a Estrasburgo.

Miguel Ángel Arias Cañete, exministro de Agricultura, es un buen ejemplo. Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, es decir, peso pesado socialista, es otro. En los partidos minoritarios hay por razones obvias, menos políticos que hayan ocupado puestos de poder, pero en general, envían a algunas de sus grandes figuras. Que esos políticos le gusten más o menos o que crea que defienden peor o mejor sus intereses, es sin duda otra cuestión, a resolver dentro de nuestras fronteras y a partir de mañana en las urnas.

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