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Valenciano y Cañete se lanzan a la guerra de herencias pero con guante blanco

Cañete y Valenciano chocaron durante una hora sobre quién gestiona mejor El PSOE renunció a atacar al exministro por sus empresas o el ‘caso Bárcenas'

Carlos E. Cué

Tras una hora de reproches entre Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano, una cosa quedó muy clara: ninguno de los dos había ido con intenciones de tirarse a la yugular política del contrario. Ni siquiera la socialista, que se jugaba más porque las encuestas la sitúan por detrás, quiso entrar a asuntos delicados del exministro de Agricultura, como la polémica por el supuesto conflicto de intereses con sus empresas petroleras y el hecho de que no declarara al Congreso que algunas de sus compañías tienen contratos con la Administración.

Ni siquiera apareció el caso Bárcenas, a pesar de que ayer mismo Valenciano tenía el nuevo auto del juez Pablo Ruz encima de la mesa. Solo hubo una mención muy de pasada a los viajes a Suiza de los dirigentes del PP. Cañete no se vio así forzado a sacar el escándalo de los ERE andaluces, por lo que la corrupción quedó prácticamente fuera del cruce.

Fue un debate muy económico, mucho más parecido a un cruce sobre las elecciones generales que sobre las europeas, centrado en algo que está dominando la campaña: la guerra de herencias. Los socialistas, y en eso se concentró Valenciano, tratan de recordar a los ciudadanos que Rajoy ya tiene su propia herencia porque lleva dos años y medio gobernando con muchos recortes. Desde el arranque se concentró en eso: “La derecha europea ha gobernado Europa durante una década, ha fracasado estrepitosamente, es un camino equivocado el de los recortes a toda costa. En los EE UU de Obama la economía está creciendo, en la Europa de Merkel la economía está estancada. Los socialistas europeos nos proponemos cambiar Europa, girar a la izquierda, reconquistar los derechos que estamos perdiendo”, afirmó Valenciano.

Arias Cañete no tardó ni un minuto en llevar el debate al terreno de la guerra de herencias con una cifra: “3.446.000. Es el número de personas que se fueron al paro en la anterior legislatura con un Gobierno socialista. 2.700 al día. Eso sí es el fracaso de una política económica que nos llevó al borde del rescate”. Valenciano recordó que con el PP se han perdido un millón de empleos en dos años y que el único rescate, el financiero, se ha producido con Rajoy en La Moncloa “por su desastrosa gestión de Bankia”. Y Cañete dijo que ese rescate —40.000 millones de euros— en realidad era un crédito “en condiciones maravillosas” y echó la culpa de Bankia al gobernador del Banco de España, el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez. “El sector bancario con ustedes había explotado”, aseguró, tras defender varias veces que la recuperación ya está aquí.

¿Quién evitó el rescate de España?

En su libro de reciente aparición, El Dilema (Planeta), José Luis Rodríguez Zapatero reivindica como gran logro de su Gobierno haber evitado el rescate de España. Mariano Rajoy, en cada entrevista y discurso importante, también reclama para sí ese mérito. Los dos candidatos de los dos grandes partidos también protagonizaron un cruce sobre quién había logrado evitar el rescate de España, el que parece ser de momento el mayor logro político de los dos Gobiernos. "Hemos salvado el rescate, España estaba al límite. Ustedes dejaron la prima disparatada. Lo hemos logrado evitar. Nos dejaron un país en recesión, y lo hemos hecho manteniendo las políticas sociales. Hemos pagado todas las pensiones. España era un enfermo y lo hemos estabilizado", clamó Arias Cañete.

“Usted habla mucho de la relevancia de España en Europa. España entró en Europa con Felipe González y Zapatero metió a España en el G-20. Y no me hable de rescate, porque Zapatero evitó dos veces el rescate, y con ustedes se ha producido el único que hemos tenido”. espetó Valenciano.

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Y así, en una competición de herencias, se movió el cruce. “Si quiere que hablemos de herencias, hablemos de la sanidad y educación públicas, de derechos de los trabajadores, que nosotros les dejamos y ustedes están destruyendo”, clamó Valenciano, que recordó que las cifras oficiales del Gobierno enviadas a Bruselas admiten que habrá más porcentaje de paro en 2015 que cuando el PP llegó a La Moncloa.

Con un formato muy envarado pactado por los dos grandes partidos y casi todo programado de antemano —estaba incluso prohibido interrumpirse, aunque no se respetó del todo ese pacto—, discurrían los minutos mientras dos veteranos de la política como Arias Cañete, que leía buena parte de sus intervenciones, sobre todo al principio, y Valenciano, que llevaba muchas cosas preparadas pero sin leer, se concentraban en una batalla por ver quién gestiona peor, pero sin un choque duro que pudiera suponer un riesgo de derrota clara. Es difícil saber si jugaban al empate, pero ninguno de los dos quiso arriesgar y eso se vio desde el primer momento.

Se esperaba una cierta tensión con otro asunto que el PP ha logrado evitar durante toda la campaña: la ley del aborto. Los populares han dejado la reforma para después de las elecciones precisamente porque saben que les perjudica. De hecho, empezaron a caer en las encuestas en cuanto la presentaron, en diciembre. Pero Valenciano eligió un momento extraño para sacar este asunto clave: justo antes de la publicidad, con lo que Cañete se ahorró la respuesta. Y eso que ella lo había expuesto con gran vehemencia: “Yo soy madre, tengo un hijo y una hija, es lo mejor que he hecho en la vida. Pero lo he decidido libremente. Ustedes quieren imponer su moral. Han escondido la ley, saben que la gente no la quieren. Si pierden, la ley no saldrá, es un buen motivo para que pierdan las elecciones”.

Cañete no tuvo que esforzarse en este asunto delicado y se limitó a un comentario sobre las menores con derecho a abortar sin autorización de sus padres. El dirigente popular, eso sí, se molestó cuando recibió tal vez el único golpe personal y directo: Valenciano le recordó una frase polémica: “Usted dijo: ‘El regadío hay que utilizarlo como a las mujeres, con mucho cuidado, que le pueden perder a uno”. El candidato del PP se indignó: “Esa frase no es así, la está usted utilizando de manera torticera”. La frase figura así en los archivos de EL PAÍS, pronunciada en un acto en Jaén en noviembre de 2000.

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Al PSOE, lo admiten ellos mismos, le hace mucho más daño la idea de que los dos grandes partidos son iguales. El voto de la izquierda está más fraccionado y hay más competencia. Por eso Valenciano se concentró en intentar diferenciarse con un discurso muy ideológico, en el que recuperó incluso la guerra de Irak: “Mientras se recorta a los ciudadanos, los bancos tienen beneficios de más de 7.000 millones. En Europa hemos dado 700.000 millones para los bancos y solo 6.000 para el empleo juvenil. Parece increíble, pero es así. Si [a los ciudadanos] les quitamos los salarios, les subimos los impuestos, les cobramos por los servicios, es imposible resolver la crisis”.

Pero Arias Cañete contestó tratando precisamente de recordar que no hay tantas diferencias y la socialdemocracia también es responsable de la gestión de la crisis en Europa. “¿Quién estaba en la comisión europea? El comisario Almunia, socialista. Cuando se tomaron las decisiones más duras, 12 de los 16 ministros del Eurogrupo eran socialistas, y lo presidía un socialista holandés”. “El dominio de los conservadores era evidente”, contestaba Valenciano.

Todo llevaba a un empate eterno, el mismo que se reproduce en las sesiones de control en el Congreso: cada vez que el PSOE critica algo, el PP le recuerda la herencia. Baste un ejemplo de uno de los múltiples cruces de este jueves:

—Señor Arias Cañete, la pobreza existe en España, y tenemos que ocuparnos de ella.

—Señora Valenciano, la pobreza existe porque ustedes generaron muchos parados.

Y así 60 minutos.

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