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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mario Draghi o el poder

Francesc de Carreras

Me produce una fascinación especial el señor Mario Draghi, actual presidente del BCE, el Banco Central Europeo. Se trata de un romano elegante, tranquilo y sutil. Incluso podría interpretar eficazmente el personaje de un veneciano en la película de Sorrentino La gran bellezza, tal es su estilo.

Desde hace un tiempo asocio a Draghi con el poder, con los nuevos modelos de poder. En Europa occidental el poder ya no está en los cañones sino en la toma de decisiones económicas. Se trata de un tipo de poder nuevo, el llamado poder blando: Draghi es un consumado maestro en ejercerlo.

El presidente del BCE es insinuante, utiliza una nueva e inteligente forma de ejercer esta facultad

El 26 de julio de 2012, Mario Draghi pronunció en Londres las siguientes palabras: “Bajo nuestro mandato, el BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, será suficiente”. Además, añadió con rotundidad: “Ningún país saldrá de la zona euro”. En unas horas, la Bolsa española subió el 6% y la prima de riesgo bajó de golpe 50 puntos. Así ha seguido hasta hoy tanto en las subidas como en las bajadas y, contra pronóstico, ningún país ha salido de la zona euro. Esto es el poder.

Pero fíjense que la eficacia de estas frases está en un verbo: “Créanme”. El poder no es simple fuerza, es decir, aquella amenaza intimidatoria que produce miedo, sino que también es confianza en el poderoso. Ya Maquiavelo descubrió este doble rostro del poder: violencia física y consentimiento, armas y leyes. Siglos más tarde lo ratificaron Max Weber y Antonio Gramsci.

El BCE no vincula las decisiones económicas de los inversores, que son sujetos privados, pero puede inducirlos a obrar de una determinada manera si suscita confianza. Esta confianza fue decisiva: Draghi dijo “créanme” y le creyeron. Tenían el convencimiento de que sería consecuente con sus propias palabras y haría “todo lo necesario para sostener el euro”. El poder, en definitiva, es tener capacidad para determinar la conducta del otro. Con una simple frase, sin barullo, con autoridad, Draghi y el BCE demostraron su poder.

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La semana pasada, nuestro hombre volvió a soltar una frase también calculadamente ambigua: “El Consejo se siente cómodo para actuar en junio, si es necesario”. Siempre la necesidad por en medio, nunca una frase rotunda: el estilo Draghi. Pero lo entendieron todos: “Actuar” es bajar los tipos de interés. Inmediatamente, el sobrevalorado euro se depreció respecto al dólar, que es de lo que se trataba para no entrar en riesgo de deflación.

Frente al poder vociferante, el astuto Draghi utiliza el poder insinuante, una nueva e inteligente forma de ejercerlo.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.

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