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Socialistas y populares luchan para usar el ejemplo francés a su favor

El PSOE reivindica que solo la socialdemocracia puede hacer girar a la UE El PP utiliza el caso de Hollande para probar que solo hay una política posible

Carlos E. Cué

Son elecciones europeas, pero la campaña arranca monopolizada por la política nacional. Parece algo evidente después de los primeros mítines. Y, sin embargo, de fondo, los dos grandes partidos están muy pendientes de la batalla que se vive en Europa entre la socialdemocracia y el Partido Popular Europeo (PPE), sobre todo entre Francia y Alemania. Hace unos años, aún en la oposición, Mariano Rajoy reivindicaba a Ángela Merkel, su aliada en el PPE. Ahora, ya en La Moncloa, el presidente se acerca al socialista François Hollande. En un caso inédito, tanto el PP como el PSOE reivindican el caso francés pero en sentido opuesto.

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El PP trata de aprovechar el giro de la política francesa —acaba de aprobar unos recortes de 50.000 millones forzado por Bruselas— para demostrar que no existe una alternativa real a los recortes, que solo hay una política posible. “Al final Hollande ha tenido que aplicar la misma política que Rajoy para sacar a Francia de la crisis”, aseguró Miguel Arias Cañete en un mitin en Madrid. Los sábados suelen ser días clave en campaña, pero Rajoy no tenía actos públicos porque celebraba la comunión de su hijo menor, Juan, y pasó el día con su familia.

La idea de que las diferencias ideológicas en Europa se están reduciendo es algo que suele repetir el presidente. “El SPD está en el Gobierno alemán; al final somos todos un poco lo mismo, ¿no?”, llegó a plantear en la entrevista en la Cadena SER.

En España se da un caso único. Tanto el PP como el PSOE reivindican al nuevo primer ministro francés, Manuel Valls, de origen español. Rajoy se apresuró en cuanto lo nombraron a llamarle y reivindicar su buena relación. Pero es el PSOE quien lo va a traer a España como estrella invitada en uno de los mayores mítines de la campaña, con Martin Shulz y Felipe González, en Barcelona.

¿Hay que ampliar la edad de jubilación?

Miguel Arias Cañete (PP). "La reforma de las pensiones aprobada en 2014 por el Gobierno ya contempla un aumento progresivo de la edad de jubilación, que quedará fijada en los 67 años en 2027. Todas las decisiones del Gobierno tienen como último fin asegurar y garantizar el pago de las pensiones presentes y futuras. Los pensionistas pueden estar tranquilos".

Elena Valenciano (PSOE). "La reforma de 2011 mantuvo la jubilación a los 65 años para quienes hubieran cotizado 38,5 años, ampliándola para quienes no alcanzaran ese mínimo e incorporando el derecho a la jubilación anticipada a los 63 años. Ese modelo, que garantiza la sostenibilidad del sistema, fue modificado posteriormente por Rajoy de manera innecesaria y perjudicial. Ahora bien, la condición para que el sistema no se resienta es la del crecimiento y el empleo".

Willy Meyer (IU). "Todo lo contrario: la sociedad es lo suficientemente rica para ir reduciéndola. Proponemos llegar a los 60 años. Sería una medida muy útil para repartir el trabajo con las generaciones más jóvenes. Por otra parte, el sistema público no está en riesgo si se aplican las políticas adecuadas, sobre todo la creación de empleo digno, la igualdad salarial de hombres y mujeres, etcétera".

Francisco Sosa Wagner (UPyD). "Hay que dar la posibilidad legal de alargar el tiempo de trabajo voluntariamente, con fórmulas flexibles de dedicación parcial. En España el problema no es la edad de jubilación, sino la falta de empleos. Y, claro, hay que acabar con las prejubilaciones a cargo de la caja pública".

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Esta noticia ha causado sorpresa incluso entre algunos dirigentes socialistas, ya que Valls está en este momento asociado a ese giro de la política francesa, aunque se anunció antes de que él fuera nombrado primer ministro.

Fuentes de la dirección socialista explican que el mensaje que quieren dar con Valls es exactamente el contrario. El PSOE reivindica el ejemplo francés porque allí Hollande ha subido los impuestos a las grandes fortunas, al contrario que Rajoy, y sobre todo, incluso ahora con los nuevos recortes, ha preservado la educación, con la promesa de contratar 60.000 nuevos maestros.

Francia y sus recortes forzados por Bruselas son un ejemplo, explican, de la necesidad de cambiar la política que domina en las instituciones europeas, donde el PPE y los liberales ocupan los principales puestos, y en el BCE. “Si en la Comisión Europea mandaran otros, habrían permitido a Francia no contabilizar como déficit el gasto en educación o I+D+i. Eso es lo que vamos a decir en Barcelona con Shulz y Valls, que sí hay alternativa a la política europea actual y solo la socialdemocracia puede hacer girar a la UE”, aseguran.

El PP, por el contrario, está muy contento con el giro en Francia porque cree que beneficia a su discurso. De hecho, Rajoy siempre apostó en privado por Hollande frente a Nicolás Sarkozy, su teórico aliado, porque pensaba que solo el socialdemócrata, con el apoyo de Italia, podría ayudarle a hacer girar a Merkel. Y así fue.

La campaña mira pues de reojo a Europa —el lunes visita España para estar con Rajoy Jean Claude Juncker, el candidato del PPE para presidir la Comisión Europea—, pero los asuntos españoles ocupan mucho más espacio. De hecho, y aunque de momento está desarrollándose de forma muy tranquila, el PP, sobre todo en la Comunidad Valenciana, sí está sufriendo algunos actos vandálicos. Esteban González Pons recibió un huevazo la semana pasada y este sábado su sede de Calpe amaneció con los cristales rotos y pintadas amenazantes del estilo de “como Carrero Blanco arderéis”, un incidente que inquietó mucho a los populares.

La corrupción aún no se ha convertido en asunto central de la campaña, pero los partidos más pequeños sí reivindican su expediente limpio y su voluntad de regeneración. El PSOE aprovecha casi todos los actos para lanzar algún mensaje sobre el dinero negro que el juez Pablo Ruz sospecha que usó el PP, y Arias Cañete respondió recuperando en el mitin madrileño el escándalo de los ERE andaluces. La campaña mira a ratos a Europa, pero algunas costumbres de la política española no se pierden.

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