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Columna
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Entre Europa y la incertidumbre

Nuncio vobis gaudium magnum: habemus candidato, eminentíssimus ac reverendíssimus Miguel Arias Cañete. Lo que todos esperaban se hizo público con un mes de retraso, sin que sean discernibles las causas, exceptuado el mero ejercicio de doma del partido. Todos los llamados fueron mantenidos en el agobio de la incertidumbre y se vieron forzados al acopio silente de merecimientos, deseosos como estaban de que el dedazo les señalara con su elección. Las señales emitidas de modo sucesivo fueron: primero, un SMS durante el Pleno del Congreso del miércoles; luego, un asalto mitinero a la conferencia de prensa de La Moncloa, el viernes; y, por fin, el sábado, la unción del pueblo con misa mayor en Toledo, a cargo de los jerarcas del PP con el presidente Rajoy y la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, revestidos de pontifical.

Después de casi tres años en el Gobierno, el estribillo del PP permanece invariable

Allí, la homilía del presidente para abrir la campaña de las europeas se centró en la descalificación de los socialistas, después de concederles el rango de adversario principal. En línea con la convención de Valladolid, reiteró que los españoles deben saber que las únicas opciones disponibles son “El PP o la nada”. Ahora resulta que dejar de votar al PP haría peligrar la recuperación económica que el Gobierno barrunta. Así que, después de casi tres años en el poder, el estribillo permanece invariable. Todos los desastres, carencias y padecimientos deben ser puestos a la cuenta de la herencia recibida de los malvados socialistas. En cuanto a las responsabilidades, latrocinios y blanqueos que parecerían intransferibles, los peperos se declaran exentos alegando que reclusos e imputados —Bárcenas, Naseiro, Lapuerta, Sanchis, Correa, El Bigotes, Granados, o san Serenil del monte— ya no son del PP. Los asuntos imposibles de explicar se insonorizan buscando la disciplina o la complicidad de los aliados mediáticos.

Mientras, el quinto debate de la serie España plural, Catalunya plural, entre Josep Borrell y Juan José López Burniol permitió esclarecer la distinción entre los argumentos racionales y los entusiasmos emocionales. Borrell dejó claro que la relación coste-beneficio solo cuenta para los primeros. De modo que todas las dificultades, retroceso del PIB, salida del club de la UE, dejan tener peso para los segundos. Además, la discusión se hace muy difícil cuando el mero hecho de plantear cuestiones se considera ofensivo. La senda de aducir inconvenientes al sueño nacionalista, en base a que la Constitución lo impide y a que los escindidos quedarían fuera de la UE, ignora la épica del per aspera ad astra. Y en todo caso, asombra que España haya quedado fuera de la conversación, que ningún proyecto lleve su nombre, que sólo aparezca ligado a nuevas restricciones de la economía y de las libertades promovidas por Agamenon o su porquero Rajoy.

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