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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Solo cambia si es inevitable

Carlos E. Cué

Mariano Rajoy presume de que él, en los 33 años que lleva en política —con una brevísima interrupción para ejercer su profesión de registrador en Santa Pola—, solo ha cambiado una vez de jefa de comunicación y otras dos de secretaria. Como persona desconfiada que es, odia los cambios. Prácticamente todo el equipo que le acompaña en La Moncloa es el que tenía en la oposición. Casi todos los ministros son amigos personales suyos desde hace 30 años y la mayoría han trabajado antes con él.

Por eso el presidente ha resistido todas las presiones en los últimos meses para que dejara caer a sus ministros más quemados —hay varios— y al final la primera minicrisis de Gobierno llega solo obligada por las circunstancias, porque tenía que mandar a Miguel Arias Cañete al Parlamento Europeo. El mensaje es claro: si fuera por Rajoy, no habría cambiado nada nunca.

En el Gobierno, pese a la inquietud natural de muchos de sus miembros, está instalada la idea de que aún no ha llegado el momento de la gran crisis del Ejecutivo de Rajoy. No tendría sentido hacerla antes de unas elecciones que puede perder el PP, señalan. Como se acaba de ver en Francia, explican, las crisis se hacen después de los comicios, para recuperar impulso, y no antes, porque cualquier efecto quedaría inutilizado. Además, si solo hace cambios cuando es imprescindible, como ahora, en otoño tendrá una nueva excusa si finalmente logra que Luis De Guindos sea presidente del Eurogrupo.

En cualquier caso, añaden varios, Rajoy nunca haría como Hollande, que ha cambiado medio Gobierno y ha ascendido a grandes rivales políticos como Manuel Valls porque los necesita para recuperar impulso. Es lo mismo que le pasó a Jacques Chirac con Nicolás Sarkozy, su gran enemigo interno, al que tuvo que recuperar para el Gobierno tras el no francés a la Constitución europea en 2005.

En el mundo de Rajoy eso es impensable. Precisamente el hecho de que el Gobierno sea absolutamente suyo, sin equilibrios de partido ni territoriales, y su capacidad para aguantar todas las crisis políticas e incluso escándalos graves sin cambiar a nadie, le permite tener un control total.

Es uno de los motivos, dicen, además de su aversión a los cambios, por los que no deja caer a nadie. No le importa tanto el coste político, y el deterioro en las encuestas de ministros importantes como José Ignacio Wert, que le dificulta su labor. Lo que más cuenta para Rajoy es el control total del Ejecutivo, siempre pendiente de lo que él decida.

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