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'IN MEMORIAM'

Una labor diplomática admirable

Homenaje personal a Máximo Cajal del embajador de Suecia en España a comienzos de los años ochenta

La muerte de Máximo nos deja consternados. Será extrañado por muchos amigos encontrados a través de una vida activa que lo llevó a conocer el mundo. A Suecia llegó en el buen momento. La maravillosa transformación de España ya era responsabilidad del PSOE, y en el mismo año 1983 los socialdemócratas volvieron a gobernar Suecia tras un largo paréntesis. El vínculo personal entre Olof Palme y Felipe González ya estaba establecido desde antes; ahora, las visitas de Palme a Madrid se volvieron anuales.

Máximo y su esposa Bea habían hecho una labor admirable en Estocolmo, y al volver a Madrid en 1985 lo nombraron secretario general de Política Exterior. Tuve el privilegio de compartir con él esos gloriosos años cuando España se reintegraba en la Europa democrática y las relaciones entre nuestros dos países florecieron como nunca.

Quiso la casualidad de los destinos diplomáticos que después de Madrid me enviaran a Guatemala, donde Máximo había sido víctima de la brutalidad de la dictadura de turno para luego encontrar poco apoyo de una España todavía tocada por el franquismo moribundo. En su libro ¡Saber quién puso fuego ahÍ!, Máximo cuenta esa experiencia amarga, cuya veracidad me fue confirmada por mis propias vivencias en ese país tan bello como desdichado.

En Madrid vivíamos a doscientos metros de distancia unos de otros en El Viso. Cuando Nancy y yo nos fuimos de su país tras cuatro años felices, Máximo nos pronunció un memorable discurso en la cena de despedida: “Los aquí presentes prometemos nunca más pisar esta Embajada antes de que vosotros volváis como embajadores.” Si no cumplieron la promesa no es culpa de ellos ni de nosotros, y nuestra amistad no se extinguió a pesar de las distancias.

Desde Caracas, Buenos Aires, Estocolmo o Santiago, siempre nos hemos reencontrado con Máximo y Bea en Madrid, la ciudad que tras cuarenta años de diplomacia se ha convertido en el eje de mi mundo eurocéntrico. Máximo me ayudó a aclarar el contenido y la extensión de esa Europa que seguiremos construyendo. ¿Dónde termina España?, preguntaba en un libro que causó escándalo entre algunos españoles y debe de haber despertado a otros. En política como en la vida, los límites externos ayudan a definir el contenido propio.

Peter Landelius fue ministro de la Embajada de Suecia en Madrid (1983-1987)

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