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El Gobierno se prepara para una larga pelea cada vez más tensa contra Mas

La Moncloa cree que solo una debacle frente a ERC en las europeas suavizaría a CiU

Carlos E. Cué

A la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, no le gusta ofrecer grandes titulares en sus ruedas de prensa de los viernes. Pero su expresión y su forma de contestar a las preguntas sobre Cataluña son un buen termómetro para el ambiente del Gobierno. Porque cambian mucho. En las épocas en que, presionados por los empresarios, el Gobierno y la Generalitat buscaban un nuevo clima, ella hacía esfuerzos por suavizar. Ahora, cuando la tensión es máxima y, según calcula el Ejecutivo, va a empeorar, Sáenz de Santamaría tacha a Mas de irresponsable y le llega a acusar de descuidar sanidad y educación para ocuparse de la independencia. Mariano Rajoy, más hierático, dice que Mas “aún está a tiempo de rectificar”.

El Gobierno y el PP lo tienen cada vez más claro, según diversos miembros de la cúpula: las cosas van a ir a peor, a mucho peor, y solo podrían mejorar después del mayor nivel de tensión, el que se espera para octubre, cuando el Ejecutivo impida, con un recurso al Tribunal Constitucional, la consulta soberanista que prepara Mas. Nadie sabe qué pasará después, pero algunos, los más optimistas del Ejecutivo, confían en que ese desenlace dramático abra espacio a una negociación. Hasta entonces, nada.

La única posibilidad de desbloqueo que se plantean algunos miembros del Ejecutivo y la cúpula del PP, los más optimistas, es que un resultado desastroso de CiU en las europeas de mayo frente a ERC, su gran rival electoral, pudiera forzar algún movimiento interno en la federación. Pero ni siquiera lo ven claro. Además el PP tiene sus propios problemas en Cataluña: teme que lo supere Ciutadans en las europeas.

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El Gobierno asegura no contar con ningún margen de maniobra. No hay cartas con las que jugar. Y por eso todo lo fía a esa idea de Rajoy de que Mas rectifique. Obviamente no cree que lo haga solo, confían en que las circunstancias le obliguen. Y en esas trabaja La Moncloa. La cúpula del Gobierno y del PP no ha roto del todo sus contactos en Cataluña. Viajan con cierta frecuencia allí —el 30 irá la vicepresidenta—, se trabajan a Unió pero también a sectores moderados de CDC. Algunos miembros del Ejecutivo han llegado a la conclusión de que con Mas es imposible un acuerdo, pero confían en que la enorme ventaja que da al Gobierno tener de su parte la legalidad, la aplastante mayoría del Congreso y la complicidad de los socios europeos, acabará con algún movimiento en CiU para descabalgar a Mas. Pero para eso queda mucho tiempo, admiten. Y antes de que se vislumbre una solución todo empeorará. En público Rajoy ofrece su lado más amable, pero en privado parece evidente que se vive un pulso entre él y Mas. Y nadie le ha ganado nunca un pulso a Rajoy, dicen los suyos. El presidente parece dispuesto a aguantar hasta el final, como lo demuestra la frase que pronunció ante un grupo de periodistas en Navidad: “A ver quién tiene más vértigo” de los dos.

La campaña electoral de las europeas no ayuda a serenar los ánimos. En el PP aseguran que, aunque podría convenirles, las publicidades ya encargadas y los lemas diseñados no están centrados en la unidad de España y en Cataluña, sino en la economía. Sin embargo este asunto se cuela en la precampaña, en los mítines, en las entrevistas de la cúpula.

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En plena tensión creciente, el Gobierno ha pactado con PSOE y CiU —con su interlocutor moderado, Josep Antoni Duran— que el gran debate sobre la independencia en el Congreso se adelante al 8 de abril. Será una cita clave en la que es segura la participación de Alfredo Pérez Rubalcaba, que defenderá la reforma constitucional como solución al bloqueo total. Mariano Rajoy se lo está pensando, porque Mas ha decidido que él, al contrario que Juan José Ibarretxe, no irá al Congreso a defender su propuesta. El Gobierno está indignado con lo que define como un gran acto de cobardía. Al no ir Mas, nadie cree que ese debate vaya a cambiar mucho las cosas. Las europeas tal vez algo. Pero hasta octubre, lo más probable es que todo siga empeorando, asumen en La Moncloa.

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