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Mochilas fantasma

Los revisionistas del 11-M aseguraban que la bomba hallada en el Pozo era una pueba falsa

M. F.
La mochila y sus componentes, según los Tedaz.
La mochila y sus componentes, según los Tedaz.

Para urdir la trama conspiratoria, el bulo de las mochilas fue uno de los estandartes. Según esta teoría, la mochila bomba que no había estallado en la estación de El Pozo y que dio pistas sobre los asesinos islamistas era una prueba falsa. Esta afirmación se basaba en que los investigadores no habían detectado el explosivo dentro de la bolsa durante el registro de los trenes por pensar que se trataba de un objeto personal de alguna víctima y sí lo harían cuando esta ya estaba en la comisaría.

Durante el juicio, varias defensas alegaron que no se había acreditado la “cadena de custodia”, de modo que la mochila “podía haber sido puesta por cualquiera”. El juicio demostró que las partes mezclaban hechos e incurrían en contradicciones. Nadie aportó ni el más mínimo indicio de que la bolsa pudiese ser colocada a propósito para hacer culpables a los islamistas.

“Los tribunales no pueden atender a especulaciones, insinuaciones, elucubraciones o hipótesis basadas en hechos negativos que no han sido explícitamente planteados y de los que no aportan el más mínimo indicio”, aclaraba la sentencia. “El Tribunal no tiene duda razonable alguna sobre la autenticidad de la bolsa de deportes conteniendo un artilugio explosivo, que fue desactivada en la madrugada del día 12 de marzo en el parque Azorín de Madrid, ni de su procedencia: la estación de El Pozo”.

Cuatro policías que declararon en el juicio aseguraron que “desde El Pozo hasta Ifema en ningún momento pierden de vista los objetos, que estos siempre estuvieron dentro de las furgonetas hasta llegar a Ifema y que allí las colocaron en el pabellón 6, en un lugar acotado con un cinta y con un cartel haciendo constar su procedencia”. “Desde luego, el hallazgo fue casual y no previsto, puesto que lo que se inventariaba eran objetos y efectos de las víctimas con el fin de remitirlos nuevamente a Ifema y hacer entrega de ellos a los familiares”, dice la sentencia.

Esa bomba y las neutralizadas en El Pozo y Atocha eran iguales. Como iguales eran los detonadores que tenían, iguales los activadores (los teléfonos móviles) e iguales los explosivos hallados: con “los mismos componentes y la misma estructura”, según acreditaron varios policías y miembros de los Gedex de la Guardia Civil. “Existe un enlace múltiple, unívoco, preciso y directo entre el explosivo desactivado en el parque Azorín y los distintos escenarios de los atentados. Lo hay entre el artilugio recuperado íntegro y los neutralizados en El Pozo y Atocha, entre la tarjeta de teléfono del artefacto del parque Azorín y el locutorio de la calle de Tribulete, entre dicho artilugio desactivado y la finca de Chinchón -centro del núcleo de autores materiales de los atentados- y entre la bomba desactivada y los vestigios encontrados en la furgoneta Renault Kangoo recuperada en la calle Infantado de Alcalá de Henares”.

La bomba recuperada en la comisaría de Puente de Vallecas no explotó porque uno de los cables que partía del móvil estaba suelto. Hasta ahí, los hechos demostrados. Pero muchos políticos se aferraron a esta falacia. Entre ellos el propio Mariano Rajoy, que asumió la mentira publicada por El Mundo: “¿Dónde estaba la mochila? ¿Quién la puso allí? […] Esto es enormemente grave. La obligación de la policía es explicarlo […] Si se confirma podría anular la investigación y el sumario”, aseguró el actual presidente del Gobierno. Jueces y políticos del PSOE pusieron el grito en el cielo tras estas declaraciones, considerándolas una injerencia en el proceso judicial. “¿A caso se ha vuelto loco y quiere que salgan de la cárcel los terroristas detenidos y enjuiciados?” le preguntó en 2006 el entonces secretario general del Grupo Socialista en el Congreso, Diego López Garrido.

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Sobre la firma

M. F.
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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