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El precio del transporte público en Barcelona dispara las movilizaciones

Un movimiento espontáneo pone contra las cuerdas la subida de las tarifas

Vecinos de Nou Barris en una de las protestas contra la subida de tarifas.
Vecinos de Nou Barris en una de las protestas contra la subida de tarifas.Albert Garcia

Llevan 11 semanas saliendo a la calle cada miércoles sin descanso. Dicen que no se van a rendir, que quieren seguir protestando y parando los metros de Barcelona y que seguirán así hasta que se retire la fuerte subida de precios del transporte público. Y parece que no son solo palabras: cada vez son más. A medida que han ido demostrando que su protesta era sólida, que no era un calentón, han ido recibiendo apoyos de asociaciones de vecinos, sindicatos, partidos políticos… Ya tienen más de 80 entidades a su lado. Pero ¿quiénes son?

“Todo empezó con una llamada de teléfono tras ver en el telediario la subida de precios del transporte público que querían aplicar para el 2014”, explica Carla, una de las portavoces del movimiento. “Consideramos que teníamos que hacer algo”, añade. El telediario acababa de informar que el billete sencillo pasaría a costar 2,15 euros y que la T-10, el billete favorito de los barceloneses, llegaría a los 10,30 euros. En Barcelona con un mismo billete se pueden utilizar hasta dos modos de transporte durante una hora y cuarto.

Indignados por la subida, prepararon un cartel para convocar una protesta en la estación de metro más cercana. En ese momento eran solo tres personas, todas activistas de Alternativa de Nou Barris, un espacio de encuentro de los vecinos del distrito de Barcelona donde se concentran los barrios más desfavorecidos. Y también donde cada vez se concentra más contestación.

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Ni siquiera utilizaron el correo electrónico: distribuyeron el cartel de la convocatoria a través de Twitter y Facebook. “Solo teníamos tres días” recuerda Carla, pero no fue un mal inicio. A la convocatoria de Nou Barris se añadieron dos más, también en los barrios norte de la ciudad. “No sabíamos qué pasaría” reconoce Carla. El día de la protesta, en una de las tres estaciones donde hubo concentraciones, los manifestantes se colaron en el metro como acción de desobediencia. A la siguiente semana repitieron, con nuevas estaciones, y fueron sumando gente y entidades como la Federación de Asociación de Vecinos de Barcelona (FAVB) o Promoción del Transporte Público (PTP) que lleva años reivindicando el transporte público.

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La Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM), la entidad pública que gestiona los precios del transporte público, confiaba en que la movilización durara un par de semanas, como ya ha pasado en otras ocasiones cuando se anuncia la subida de precios con el cambio de año. Pero la protesta no solo no cejaba sino que se incrementaba. Y la desobediencia se intensificó. Además de colarse, descubrieron que para boicotear toda una línea de metro basta con bloquear una sola puerta e impedir que se cierre.

“Todo tiene un límite”, dijo el teniente de alcalde de seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Joaquim Forn, y anunció que se multaría a las personas que se colaran o provocaran cortes en las líneas. Pero las protestas han seguido y no ha pasado nada. Cada vez que los manifestantes se cuelan y bloquean puertas, hay agentes de policía vestidos de paisano contemplando la escena y en el metro hay decenas de cámaras que no se pierden ni un segundo. Pero nada ha cambiado. Las acciones de Stop Subidas siguen siendo contundentes.

Su organización es asamblearia. Se reúnen una vez por semana y procuran que al menos haya un representante de cada punto en el que se realizan concentraciones. Ya hay más de 50, algunas de las cuales incluso se producen fuera de Barcelona ciudad, ya que el precio del transporte público afecta a todo el área metropolitana. En las asambleas se valoran las acciones de la pasada semana y se preparan las siguientes.

“Desde el primer momento vimos que para sumar colectivos teníamos que basarnos en una sola idea y esta es el precio del transporte público”, explica la portavoz. Pero reconoce que no esperaban algo así: “Estamos alucinando. No estamos acostumbrados a gestionar una movilización de un calibre similar”, dice Carla.

Stop Subidas se nutre de movimientos sociales y vecinales ya organizados y también de personas que se han hartado y que han visto como “el transporte público se ha convertido en un producto de lujo”, explica Manuel Cubero, portavoz de la Asociación de Vecinos de Ciutat Meridiana, el barrio de Barcelona con la renta familiar más baja. “Hay vecinos que se tienen que colar en el metro para ir al comedor social”, lamenta.

El hecho de que la crisis haya afectado con tanta dureza a la clase media ha movilizado a personas que hasta jamás habían militado en ninguna causa. La savia nueva ha venido acompañada de cierta especialización: “En los movimientos sociales ha entrado gente muy preparada y muy formada. Tenemos periodistas, médicos, sindicalistas y hasta diputados”, explica orgullosa la portavoz. Y eso da más experiencia: “Antes era todo mucho más visceral y ahora, en cambio, es más racional”. Un ejemplo de esta evolución es la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que ha conseguido frenar decenas de desahucios y negociar con los bancos muchas daciones en pago.

El director del Centro de Estudios de los Movimientos Sociales de la Universidad Pompeu Fabra, Jordi Mir, apunta que una de las claves del aumento de la efectividad de los movimientos sociales, es que “el aumento del sentimiento de que hay que hacer alguna cosa amplía los sectores implicados y ya no hay solo militantes”.

En su última movilización, Stop Subidas cambió de estrategia y repartió folletos convocando a una manifestación unitaria para el sábado 15 de marzo. La red, como es normal, también difunde la convocatoria. La intención es juntar a todos los colectivos que se han sumado a la reivindicación para y recuento. “Observar y reaccionar”, dice Carla.

“La manifestación será el termómetro” para ver cuanta fuerza tienen y hacerse una idea de qué futuro puede esperar a Stop Subidas. Desde la ATM, que está controlada por CiU, ya les han comunicado en dos reuniones que no bajarán las tarifas y recuerdan que la empresa de transporte público de Barcelona (TMB) tiene una deuda de 550 millones. Pero la ATM cada vez tienen más presiones. Más de un centenar de concejales del área metropolitana de Barcelona han firmado una carta pidiendo la congelación de las tarifas y algunos ayuntamientos ya han aprobado reprobaciones al aumento. También ha habido reuniones con los partidos políticos en el Parlament.

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