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Rajoy busca refugio en la economía en el debate del estado de la nación

Rubalcaba defenderá su solución para Cataluña y atacará con el aborto y la crisis

Carlos E. Cué
Rajoy, el pasado miércoles, en el Congreso.
Rajoy, el pasado miércoles, en el Congreso.ULY MARTIN

La dicotomía entre política y economía, aunque sean parte de lo mismo, recorre toda la línea estratégica de Mariano Rajoy. Algunos de los suyos se quejan de que hace poca política. Dicen que parece un tecnócrata y no un veterano que lleva 30 años en la cúpula del PP, antes de AP. Pero él, dicen los más cercanos, sigue pensando que los españoles solo le juzgarán por la economía, lo único que le hará ganar o perder elecciones. Así que llega el debate del estado de la nación, acontecimiento político clave, que empieza pasado mañana, y Rajoy parece decidido a refugiarse en la economía, a desgranar datos de la recuperación, para evitar los ataques de la oposición sobre asuntos políticos en los que se mueve más incómodo.

“Esta legislatura empezó como claramente económica, con un sobresalto tras otro, la amenaza del rescate y una gran subida de impuestos en la primera semana en La Moncloa, pero ahora está dominada por la política, con Cataluña, el aborto, el final de ETA o la última crisis en Ceuta. Rajoy quiere hablar solo de economía, es ahí donde está cómodo y cree que puede hablar de resultados, aunque los otros asuntos también los tocará al final”, señala una de las personas que conocen bien al presidente.

Rajoy arranca el año mucho peor de lo que esperaba, precisamente por los conflictos internos que han generado el aborto y otras cuestiones. Y quiere volcarse en el debate. Pero la cita, de dos intensos días, es importante para todos los partidos. Es una especie de escaparate y esta vez coincide en plena precampaña de unas elecciones como las europeas, donde todos tienen puestas muchas esperanzas, también los pequeños ahora que el bipartidismo parece en crisis.

El PSOE en especial se juega mucho. Ganar estas elecciones europeas, como le auguran algunas encuestas —incluso en el PP están preocupados porque sus datos les dan que es posible la derrota—, implicaría una inyección de moral y tal vez haría que Alfredo Pérez Rubalcaba pensara en seguir. Perderlas implicaría una crisis interna dura, porque sobre él caería toda la presión, ya que ha colocado como candidata a su número dos, Elena Valenciano.

En este contexto, y en el que podría ser el último debate del estado de la nación de Rubalcaba, el jefe de la oposición también hará un discurso económico, aunque mucho más centrado en la crisis social y en cómo están afectando a los ciudadanos, en especial a la parte más débil, los recortes. Ahí Rajoy siempre trata de neutralizarle recordando la herencia del PSOE, lo que suele anular el debate. Rubalcaba recordará que desde que Rajoy llegó a La Moncloa se han destruido 1.050.000 empleos, según la EPA, y el presidente dirá que con el PSOE fueron 3,5 millones.

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El presidente prefiere hablar de datos de recuperación —adelantará nuevas cifras de empleo y cotizaciones de febrero que son positivos, según el Ejecutivo— y de su prometida bajada de impuestos. No podrá detallarla, porque aún no está lista ni pactada con Bruselas, detalle clave porque la Comisión teme que los baje demasiado para ganar las elecciones de 2015. Ni siquiera estará aún el informe de los expertos. Pero el presidente sí dará pinceladas buscando titulares positivos.

Rubalcaba tiene interés en sacar asuntos políticos de largo recorrido. Por supuesto, la reforma del aborto. “Nos ha derechizado y complica la campaña de las europeas con Valenciano como candidata”, admite un parlamentario del PP. Rajoy huirá de ella.

El año pasado el debate se centró, pese a los intentos de Rajoy por evitarlo, en la corrupción. Pocas semanas antes, EL PAÍS había publicado los papeles de Bárcenas. Rajoy no pronunció el nombre del tesorero durante dos días de larguísimos debates, pese a que todos se lo reclamaban. Trató de escabullirse prometiendo las leyes anticorrupción que solo ahora está enviando a las Cortes.

Rubalcaba no parece querer centrarse este año en la corrupción, aunque sí en lo que él llama triple crisis: social, política y territorial. Y ahí puede venir uno de los momentos clave del debate. El líder del PSOE exigirá a Rajoy que se mueva para resolver el problema de Cataluña y defenderá su salida, la misma que proponen Susana Díaz, presidenta de Andalucía, o incluso Felipe González, que protagonizó un largo debate con Artur Mas organizado por el periodista Jordi Évole: una reforma constitucional para buscar un nuevo encaje. Rajoy intentará apelar a la unidad PP-PSOE en este tema y los suyos no prevén movimientos, aunque en este asunto cualquier gesto es clave, y desde Cataluña también se seguirá con gran interés el debate político más importante del año.

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