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las relaciones bilaterales

Rajoy lleva su apoyo a Erdogan hasta participar con él en un mitin islamista

El presidente apoya al turco cuando arrecian las críticas por corrupción y autoritarismo La inauguración de una línea de metro se convirtió en un acto del partido del primer ministro

Foto: reuters_live | Vídeo: EL PAÍS-LIVE! / Javier lizón (EFE)

El viaje a Ankara será recordado en la delegación española. El momento elegido, la actitud de Recep Tayyip Erdogan y una aparente imprevisión del equipo de Mariano Rajoy convirtieron una visita de carácter económico en una auténtica encerrona con imágenes incómodas. El presidente español se vio obligado el martes a poner cara de circunstancias mientras Erdogan increpaba a su lado a un periodista del diario Zatam que le preguntó por la corrupción. Y este miércoles participó nada menos que en un mitin islamista para las elecciones locales de marzo casi sin quererlo, algo inédito para un dirigente del PP que, además, en su día fue muy crítico con la Alianza de Civilizaciones que promovieron José Luis Rodríguez Zapatero y Erdogan.

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Con la intención de agradar a Erdogan, Rajoy evitó durante los dos días de viaje cualquier reproche por los escándalos de corrupción que acosan al primer ministro turco. Tampoco mencionó la ley que censura Internet, la durísima represión de las protestas en Estambul, los ataques a la prensa o las purgas a los policías que investigan los escándalos. El presidente español quería pasar desapercibido en estas cuestiones y centrarse en lo económico, con grandes contratos de obra pública y de industria militar en juego en un país pujante y con grandes infraestructuras por hacer.

Con su deseo de gustar a las autoridades turcas, visitó el mausoleo de Ataturk y alargó un día más su viaje, dejando así plantada en Madrid a la oposición, que le esperaba en la sesión de control del Congreso. Pero Erdogan, un veterano político que lleva 11 años en el poder, se la jugó al presidente español. Rajoy fue utilizado en un acto que, convocado como una inauguración de una línea de metro de Ankara dirigida por Comsa, empresa catalana, era en realidad un mitin del partido islamista moderado, Justicia y Desarrollo, en un gran pabellón. Entre banderas del partido, gritos a favor de Erdogan de los más de 5.000 militantes y un tono mitinero del primer ministro, Rajoy funcionó como un telonero de lujo.

Turquía aspira a ser miembro de la UE, y mientras algunos países le ponen pegas, Rajoy le apoyó casi sin matices. El primer ministro turco no desaprovechó la ocasión y presumió ante su gente de su “amigo” Rajoy, líder de uno de los grandes países de la UE.

El presidente español habló muy poco pero lo hizo con entusiasmo. Saludó al público como si nada, metido en el ambiente mitinero. “Es para mí un honor estar aquí con todos ustedes y gracias por invitarme a este acto”, aseguró entre aplausos de los militantes. “Hay una gran cordialidad y confianza entre los dos Gobiernos”, insistió. Rajoy parecía incluso emocionado y se proclamó “orgulloso” de que una empresa española como la catalana Comsa hubiera hecho la obra del metro. “Me he emocionado mucho escuchando aquí en Ankara el himno nacional”, remató. Pero para Erdogan, que subió después, sí era un mitin. Y lo dejó claro.

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El presidente vive su peor momento político, acosado por las protestas y los escándalos de corrupción —ha relevado a 10 de sus 25 ministros—, por las críticas internacionales, y quiere arrasar en las elecciones locales para mostrar que sigue controlando el país. Por eso, en plena precampaña, animó a sus candidatos, algunos de ellos presentes, como el alcalde de Ankara, y atacó a gritos a la oposición: “A los que quieren arrastrarnos a disputas innecesarias les decimos: hagan lo que hagan, seguiremos sirviendo al pueblo. Muchas personas intentan bloquear el país pero no van a tener éxito”. Durante el acto, al más puro estilo populista, el presidente de la República, Abdullah Gül, se sacó de la manga la promesa de que durante una semana el metro será gratuito, y el público se lo agradeció.

Rajoy también aplaudió al final de cada discurso. En Turquía ha logrado consolidar a un socio comercial importante, porque Erdogan parecía encantado. Aunque el coste de imagen puede ser mayor del esperado ante los votantes del PP, que nunca han visto con buenos ojos el mundo islamista, ni siquiera al líder turco, que ha endurecido su discurso.

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