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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Somos suficientemente catalanes?

Francesc de Carreras

Lo realmente extraño es que la crisis actual del PSC no se hubiera producido antes: habría sido mucho mejor para los socialistas catalanes. Porque el problema del PSC desde que en 2010 se acabó el Gobierno tripartito, con Montilla al frente, ha sido su ambigüedad en la gran cuestión de la independencia, el derecho a decidir o como se le quiera llamar. Es decir, en aquello que los nacionalistas catalanes denominan “el proceso” y que en Cataluña tapa y oculta cualquier otro debate.

Este problema concreto de los últimos tres años es consecuencia de una larga historia, una historia que se hace ya visible en las primeras elecciones autonómicas de 1980 y que confirman todas las posteriores. El problema es que el PSC siempre ha sido un partido acomplejado por temor a no ser suficientemente catalán.

Este incomprensible temor —ya que se trata de un partido que actúa en Cataluña, y en las cuestiones que afectan a este ámbito tiene libre capacidad de acción— proviene de que buena parte de los dirigentes socialistas catalanes creen en la misma concepción de Cataluña que, por ejemplo, Jordi Pujol: Catalunya es su lengua, su historia, su cultura, su carácter colectivo… Siempre que esto se defina como yo quiero. Entre los dirigentes acomplejados están los tres diputados díscolos y los varios centenares de militantes que han firmado una carta de apoyo. Para ellos Cataluña no son las personas que la habitan, que son muy variadas y todas merecen igual respeto, sino un especial modo de ser decantado a lo largo de la historia. Sucede lo mismo en todos los nacionalismos.

El principal problema de Pere Navarro es que se sepa dónde está el PSC en el debate independentista

Ello no tendría ninguna relevancia si no fuera por un dato político clave: el PSOE no se presenta en Cataluña como tal y su franquicia es el PSC. El resultado es una anomalía que los socialistas —tanto catalanes como españoles— nunca han querido reconocer: en todas las elecciones generales desde 1977 (a excepción de 2011) en Cataluña ha ganado el PSOE y en todas las elecciones autonómicas el PSC ha perdido y ha ganado CiU (matiz: en 1999 y 2003 los socialistas ganaron en votos y CiU en escaños debido al sistema electoral).

Si se analizan los resultados electorales puede comprobarse que en determinadas zonas de Cataluña —las llamadas zonas industriales, granero de voto socialista— la abstención aumenta exponencialmente en las autonómicas, y por eso el PSC pierde, mientras que la participación aumenta en la misma proporción en las generales, y por eso el PSC gana. En definitiva, cuando se trata de elegir a un candidato a presidente de Gobierno, hasta ahora siempre del PSOE y nunca del PSC, los socialistas catalanes obtienen, con alguna excepción, entre un 30% y un 40% más de votos. Muchos votantes socialistas no se reconocen en el PSC porque cierta parte de sus dirigentes son nacionalistas catalanes

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El principal problema al que se enfrenta Pere Navarro en estos momentos no es que se deba expulsar a algunos diputados porque no han acatado las decisiones de los máximos órganos de dirección que se acordaron, mediante voto secreto, por una mayoría del 85% de sus miembros. Tampoco que unos centenares de militantes, en apoyo de los expulsados, se den de baja del partido. El principal problema es que se sepa con claridad dónde está el PSC en el debate independentista. El problema también es que desde que el PSC se alió con ERC tras las elecciones de 1999, hasta las últimas autonómicas de 2012, el PSC ha perdido 660.000 votos, más de la mitad de los que tenía: ha pasado de un 37% a un 14% de porcentaje de voto, de 52 escaños a 20 y, según los sondeos, bajando.

La sangría, pues, ha sido brutal y no sé si Navarro estará a tiempo de atajarla. Pero en todo caso, para atajarla y remontar, los potenciales votantes deben saber dónde se sitúa el PSC en el actual debate, y los llamados diputados díscolos —y los que opinan como ellos— impiden esta necesaria clarificación como se ha comprobado por sus declaraciones de estos últimos días, jaleadas por los medios de comunicación nacionalistas.

Poco después de la gran manifestación por la independencia del 11 de septiembre de 2012, Marina Geli, una de las diputadas por el momento suspendidas de cargo, afirmó que dentro del PSC caben independentistas, federalistas y confederalistas. Ya puestos, no sé por qué no dijo que también cabían los centralistas. En todo caso, un partido que admite una cosa así no es un partido serio; mejor dicho, no es un partido sino un movimiento confuso y embarullado. Con ideas como esta no se va a ninguna parte. Pere Navarro y la actual dirección están demostrando personalidad, firmeza y sentido común. Los médicos parecen buenos y desacomplejados, el enfermo agonizante y, aunque es ya es muy tarde, la enfermedad no será mortal si suministran al paciente las medicinas oportunas.

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