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Barberá dio más de medio centenar de respuestas negativas al juez de Nóos

La alcaldesa de Valencia declaró que no decidió ni tramitó “nada sospechoso”

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, durante un pleno del Ayuntamiento.
La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, durante un pleno del Ayuntamiento.JOSÉ JORDÁN

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá (PP) en su declaración judicial como testigo en el caso Nóos permaneció anclada en las negativas, fue una especie de miss no. A lo largo del interrogatorio efectuado por el juez José Castro, el fiscal Pedro Horrach y los letrados, la alcaldesa ofreció más de medio centenar de respuestas negativas y elusivas. Juez y fiscal pidieron en su día la imputación de Barberá y del expresidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, pero el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana impidió que ambos fueran investigados al no ver indicios de delito en su actuación. Uno y otro son, ahora, testigo de la causa.

“No”, “no lo sé”, “no tengo ni idea”, “no recuerdo nada”, “es que no sé nada”, son algunas de las expresiones evasivas usadas por la política, que aseguró que no decidió ni conoció ni tramitó nada que sea sospechoso sobre los convenios, acuerdos y pagos con Iñaki Urdangarin y su socio Diego Torres. Estos acuerdos se sustanciaron, finalmente, en casi cuatro millones de euros cobrados desde las instituciones valencianas por ambos imputados, través del Instituto Nóos. Los entes parapúblicos Ciudad de las Artes y las Ciencias (Cacsa) y Valencia Convention Bureau tramitaron los acuerdos y abonos.

“Yo ni llamé, ni desde luego di la menor instrucción, ni desde luego di ninguna orden, ni presioné para nada, ni voté para nada, ni decidí, ni firmé, como he dicho siempre (…) no les puedo comentar nada más del tema porque no sé nada más del tema”, argumentó para eludir toda implicación en la gestación y conocimiento sobre los supuestos negocios sucios bajo sospecha judicial del yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, y de su socio Diego Torres.

Hasta seis “no” figuran como respuestas en las cuestiones planteadas en un minuto escaso, en un solo folio de los 25 de los que consta la transcripción literal de las declaraciones efectuadas por Barberá. El relato corresponde a la citación del pasado 16 de noviembre en Valencia y fue incorporado ayer al sumario y trasladado a las partes.

La página 25.277 del sumario del también llamado caso Urdangarin contiene esa marca de media docena de respuestas negativas de Barberá. La edil, con más de 22 en el cargo —como recuerda al juez— y una agenda repleta de contactos y compromisos, niega que se reuniera en 2004 en el palacio de los Reyes, La Zarzuela, con Urdangarin, Torres y el expresidente valenciano, Francisco Camps. El socio del yerno del Rey es el único que asegura que la reunión se celebró.

“No recuerdo nada... No lo sé señoría, se lo digo de todo corazón. De verdad, le digo que no sé nada de los juegos Europeos. Estuve allí, escuché. Yo no tengo ni idea. Para mí no tenía nada que ver”. La desmemoria, los “10 años” transcurridos llevan a Barberá a no poder evocar de qué se trató en una comida con Urdangarin sobre este evento jamás realizado y por el que Nóos se embolsó casi 400.000 euros. “No me acuerdo, no sabía lo que eran, ni [de] lo que hablaban, pues la intención supongo de hacer unos Juegos Europeos, pero no sé más”, declaró.

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“No tengo ni idea”, insistió en otro momento la alcaldesa. “Si es que no tengo nada que ver con los Juegos Europeos, ni la Fundación [Valencia Convention Bureau] tuvo nada que ver con los juegos. Nada. Es un tema absolutamente ajeno”. Sobre un ejecutivo del entorno de Urdangarin y Torres con el que se reunió, Barberá asegura: “No recuerdo ni la cara que tiene”.

El fiscal Pedro Horrach indagó sobre la reunión inicial que Barberá tuvo con Urdangarin, por recomendación del expresidente del COI, Juan Antonio Samaranch. “Me hablaba de una entidad sin ánimo de lucro”, manifiesta la alcaldesa. El fiscal la interpela: “¿Se siente engañada entonces?”. Ella responde: “Al parecer ha habido algo más que ánimo de lucro ¿no? No era sin ánimo de lucro, al parecer. Yo ahí no puedo juzgar. No es cuestión mía, señoría”.

Como testigo asume que tiene la obligación de decir la verdad y se lo recuerda el juez. La declaración queda plagada de “yo no hablo”, “no sé nada” , “no va conmigo”, “no sé de qué se habló”, “ni idea”, “me acuerdo, en que no me acuerdo”. Y el juez Castro decía: “Yo lo que quiero es poner las cosas en su sitio”.

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