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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Objetivos cumplidos

Francesc de Carreras

El mayor error que se puede cometer al analizar la propuesta de referéndum acordada por cuatro partidos catalanes el pasado jueves, es tomársela en serio y no como una pieza teatral cuyos fines son distintos a los que aparenta. Los partidos catalanes que promueven esta proposición de ley saben perfectamente que no será admitida por el Congreso de los Diputados, el cual pondrá fin a su tramitación. Sin embargo, servirá para cumplir todos los objetivos previstos por Mas y sus aliados.

La doble pregunta no solo no es clara sino que es expresamente confusa. Pero su formulación logra dar satisfacción a Unió Democràtica y a Esquerra Republicana, que parecían estar en posiciones opuestas. Así se ha podido solucionar un desacuerdo y no hacer el ridículo, un riesgo que sobrevolaba estos días la política catalana. Pero, además, acordar pregunta, fecha y procedimiento, le resuelve a Mas otro importante problema: aprobar los presupuestos de la Generalitat para 2014 con el apoyo de ERC. Ello le permite al presidente uno o, quizás, dos años más de estabilidad parlamentaria para seguir en el poder. Si en política una semana ya es mucho, tanto uno como dos años es una eternidad.

Mas logra seguir gobernando, mantener la tensión y aumentar el victimismo

Pero, sobre todo, la estrategia va encaminada a ganar tiempo para que el victimismo vaya calando en sectores hasta hoy reacios a la independencia. Se trata de repetir machaconamente estos mensajes tan conocidos: España nos roba, ya no nos sirve, nos ha maltratado desde 1714, desprecia la lengua catalana, el proceso recentralizador es incesante, el café para todos no es lo que queremos. Muchos ya están convencidos de todas estas supuestas desgracias pero aún quedan otros por convencer para alcanzar una mayoría aplastante. Hay que ganar tiempo.

En conclusión, la última jugada de Mas ha sido muy hábil, ha cubierto todos los objetivos: seguir gobernando, mantener la tensión y aumentar el victimismo. En definitiva, crear más desafección hacia España. Probablemente, el objetivo final no sea la independencia —la UE es un obstáculo insalvable— sino forzar una situación en la que sea inevitable crear un marco constitucional nuevo para que Cataluña goce de una posición singular respecto a las demás comunidades autónomas, con todas las ventajas de la independencia sin ninguno de sus inconvenientes.

Mientras, el Gobierno de Rajoy se limita simplemente a interponer recursos. Una pobre política para una grave situación. Cada día que pasa, el victimismo hace ganar votos al independentismo. Que en Madrid lo mediten.

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