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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Reivindicación del pacto de Ajuria Enea

Es necesario impulsar una política penitenciaria adaptada a la nueva situación de paz

Luis R. Aizpeolea

El cese definitivo de ETA no ha sido el resultado de una negociación entre el Gobierno y la banda terrorista. Pero tampoco ha supuesto la aniquilación del independentismo abertzale. Ha sido lo más parecido a lo que, hace 25 años, auguró el pacto de Ajuria Enea. Suscrito por todos los partidos democráticos vascos, incluida coalición popular (la AP vasca) en 1988, planteó como estrategia el acoso policial, judicial, político y social contra ETA y Batasuna para lograr que el terrorismo desapareciera y aflorara como partido el independentismo vasco. Es lo que ha pasado 25 años después.

Por eso no se entiende a los que dicen que ETA ha ganado y la democracia ha perdido porque el cese de la banda haya estado acompañado de la afloración de Sortu como partido.

El pacto de Ajuria Enera planteaba también que los presos de ETA que abandonasen el terrorismo pudieran reinsertase de acuerdo con la Constitución y la legalidad. Hace 25 años la legalidad era más flexible. Hoy se han endurecido los requisitos para los presos etarras reinsertables. No les basta con rechazar el terrorismo. Tienen que reconocer el daño causado a sus víctimas y repararlas. Por eso no se entiende a quienes proclaman que todos los presos etarras tienen que cumplir íntegras sus penas.

Hoy, con el final de ETA, se echa de menos el debate sobre la reinserción de los presos avalado por la Constitución. Y sería bueno que el Gobierno y los partidos hicieran pedagogía de la reinserción de los presos etarras porque existe un gran rechazo social a las excarcelaciones, intensificadas por intereses político-mediáticos como está poniendo de manifiesto la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot. Una cosa es la justicia y otra la venganza.

A la mayoría de los etarras que están encarcelados les falta rechazar el terrorismo de manera individual, reconocer el daño causado y expresar su disposición a repararlo. Pero los poderes públicos también podían propiciar una política penitenciaria adaptada a la nueva situación del cese definitivo de la banda terrorista. Para ello sería necesario recuperar el espíritu del pacto de Ajuria Enea, adaptado a los tiempos con un acuerdo político entre los principales partidos en el País Vasco y en España.

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