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El Gobierno tratará “con el mayor tacto” la situación catalana

Se multiplican los gestos de distensión, pero sin cambios

Carlos E. Cué
Santamaría y Duran conversan, este miércoles, en el Congreso.
Santamaría y Duran conversan, este miércoles, en el Congreso.CLAUDIO ÁLVAREZ

La decisión de ofrecer una nueva imagen en las relaciones entre el Gobierno central y la Generalitat, entre el PP y CiU, parece firme. A la vista de todos, en el hemiciclo, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, se acercó este miércoles al escaño de Josep Antoni Duran, portavoz de CiU en el Congreso, y estuvo un buen rato departiendo con él mientras los fotógrafos hacían su trabajo. Y poco después, en la sesión de control, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que hace dos semanas era duro con la Generalitat, lanzó una idea: “Hay una situación política [en Cataluña] que debemos atender todos con el mayor tacto”.

De momento todo se trata de un juego de gestos. Empresarios de alto nivel y algunos políticos se han empeñado en los últimos días en presionar para cambiar el tono entre los dos gobiernos. Y lo han logrado. Tanto el Ejecutivo como la Generalitat parecen estar cumpliendo esa promesa realizada a sus interlocutores empresariales sobre la necesidad de un nuevo ambiente. De hecho, fuera de los focos se trabaja para crear el clima propicio a una nueva reunión entre Mariano Rajoy y Artur Mas, probablemente discreta, como la última, el 29 de agosto.

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En ese juego de gestos, el Gobierno está tratando de evitar echar más leña al fuego. De momento, aunque está preparado hace días, La Moncloa está retrasando la publicación del contrainforme que prometió Montoro cuando Francesc Homs, al que todos han identificado ya como el gran impulsor de la apuesta independentista del Gobierno catalán, presentó un texto de 50 folios sobre los agravios y las supuestas deudas que el Estado tendría con Cataluña, que sumarían casi 10.000 millones de euros. El texto de respuesta espera su hora de ver la luz aunque el Gobierno había trasladado, en público y en privado, la idea de que haría pedagogía y trataría de desmontar todas las teorías de la Generalitat sobre el supuesto maltrato a Cataluña.

A pesar de esta política de gestos, que supone un cambio con las últimas semanas, los políticos consultados en los últimos días de todos los partidos implicados insisten en que las posiciones de fondo aún no se mueven. De hecho, el Gobierno, pese a intentar cuidar esas formas, trabaja con el escenario de que Mas fijará antes de fin de año la fecha y la pregunta de la consulta para dar satisfacción a ERC y meter a esta formación en el Ejecutivo catalán. Ahí la batalla, vista desde el Gobierno, estará en el tipo de pregunta, si es sobre la independencia como quiere ERC o más genérica. En este contexto el Gobierno promueve gestos con Duran como el de la vicepresidenta porque es él quien más está presionando para evitar que la pregunta sea sobre la independencia. El Ejecutivo cree que Duran, el empresariado catalán y una parte de Convergència intentan frenar la apuesta rupturista de Mas, aunque nadie se hace muchas ilusiones de que sea posible. Además, nadie tiene claro qué podría ofrecer Rajoy a Mas, por lo que no se ve margen negociador.

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Montoro rechazó este miércoles en el Congreso incluso la posibilidad de reunir ahora la comisión bilateral Estado-Generalitat, una reclamación de Duran para buscar algún foro negociador. Dijo que se reunirá cuando se den las circunstancias políticas adecuadas para buscar entendimientos y no para “poner de manifiesto las discrepancias”, como cree que sucedería ahora. Tanto el Gobierno como Duran parecen interesados en recuperar cuanto antes la relación habitual de negociación parlamentaria en la que el líder de Unió y su mano derecha, Josep Sánchez Llibre, son especialistas. El PP busca siempre a CiU. En la jornada de hoy se abstuvo en la ley de cajas y votó en contra de la reforma local, a diferencia del PNV. Y este jueves llega al Congreso la reforma de pensiones en la que el PP busca el apoyo de CiU, de momento sin éxito.

En cualquier caso, en el día a día de los gobiernos, Sáenz de Santamaría mantiene una interlocución relativamente fluida con Joana Ortega, la vicepresidenta catalana, y Montoro habla constantemente con el conseller de Economía, Andreu Mas-Colell.

Aun así, cada uno sigue sus estrategias políticas. Desde hace semanas el Gobierno viene lanzando sin grandes alharacas una especie de ofensiva de presencia en Cataluña. Mientras se piensa en cómo y cuándo organizar un acto político realmente importante del presidente en Cataluña, los ministros, en especial la de Fomento, Ana Pastor, y los de perfil económico, llevan varias semanas multiplicando allí su presencia para contestar al mensaje del supuesto maltrato.

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