_
_
_
_
_

“Me han engañado en la cara”

Cuatro de los 128 españoles que llegaron a la localidad alemana de Erfurt con la promesa de un contrato en prácticas narran su experiencia

Cuatro de los 128 españoles llegaron a la localidad alemana de Erfurt con la promesa de un contrato en prácticas narran el engaño en el que se vieron envueltos.

Diego López

Diego López.
Diego López.

Es uno de los jóvenes más visiblemente enfadados que se acercaban el viernes al Centro de Bienvenida habilitado por el land de Turingia ante la estación central de Erfurt. El toledano de 21 años es auxiliar de enfermería y dejó su trabajo en España para aceptar la oferta de formación profesional que, según le dijeron, le convertiría aquí en enfermero titulado. Tenía un empleo en una residencia para personas con deficiencia en Castilla La-Mancha. En agosto, se apuntó tras asistir a la sesión informativa organizada por la Junta de su comunidad autónoma. A los dos días de presentar su solicitud de formación le dieron, el sí. Llegó a Erfurt el pasado día 28: “Nos llevaron a un hostal inmundo, sin comida, ni agua”.

Los “impresentables” de Kerstin Schmidt y Sven Knierenschild, que organizaron la llegada de López y los otros 127 españoles, esperaban que los recién llegados compartieran cama en esa residencia, porque “no había camas para todos”. Cuando se quejaron, Schmidt dijo que el albergue estaba “en perfectas condiciones”. Lejos de ser la “céntrica” residencia que les habían prometido en España, el albergue estaba a 10 minutos en tren del centro de Erfurt, y eso desde una estación a cuatro kilómetros de distancia.

Con cara de asombro indignado, López explicaba el jueves que “nadie sabía” que estaban allí, “ni la Embajada ni la Junta” de Castilla La-Mancha. Cree que “todavía hay gente por ahí perdida”, de la que no se sabe si se ha vuelto a España por sus propios medios o se ha marchado a otra ciudad. El joven no se plantea volver y quiere dar guerra a los que le trajeron con promesas fraudulentas: “Yo ya me quedo en Alemania”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Javier Pérez

Más tranquilo y más contento está este toledano de 34 años, aunque ha tenido que cambiar de empleo. Se apuntó al programa con la promesa de ser camarero en Alemania, aunque “no tenía mucha experiencia”. Llevaba “tres años sin ingresos” en Castilla La Mancha. Dio, como casi todos los manchegos entre los 128 españoles que llegaron a Erfurt, un curso de alemán de varias semanas organizado por Sven Knierenschild. Adelantó 150 euros que todavía no le han devuelto.

 En Castilla La Mancha le había llegado este verano una carta de la Junta invitándole a la “sesión informativa”. En seguida le dijeron que podría ser camarero, pero al llegar se encontró con que no le daban el contrato de formación que le habían prometido. Así que tuvo que acogerse a otro contrato laboral. “Aunque no era la primera opción”, está “contento”. Lleva tres semanas de aprendiz de encofrador, muy satisfecho con su nuevo jefe, que le “ayudó desde el primer día”. Había venido a Alemania con 70 euros con los que pensaba vivir unos días hasta percibir las ayudas. Su empresa le adelantó algunas pagas y le dio “300 euros para empezar”. Alemania, insiste le ha “tratado de maravilla”. Aunque llegara aquí atraído por una oferta de contrato que se reveló fraudulenta.

Cristina González

Tiene 25 años y es de Arganda (Madrid). Estuvo 3 años en el paro. Le prometieron una formación profesional en la hostelería. Vio la oportunidad de ampliar su experiencia laboral y, de paso, de aprender alemán. Empezó en prácticas el 9 de septiembre en un hotel a unos 30 minutos de Erfurt. Pero se encontró con que sus nuevos jefes y sus compañeros de trabajo tenían expectativas “demasiado altas” respecto a sus conocimientos de alemán. Los intermediarios “también engañaron al hotel” que la había contratado. Esperaban a alguien que supiera bien alemán. El día 22 terminó su contrato y desde entonces está en el paro, “sin dinero ni siquiera para el alquiler”, que no puede pagar.

Cuenta que vino con su pareja “en busca de una vida nueva y mejor”. Él tiene un problema añadido, porque ha cumplido 36 años y se ha quedado fuera del programa de subvenciones del Gobierno alemán. Según cuenta, si le hubieran tramitado la subvención dentro del plazo prometido, sí se la habrían concedido. Pero los fallos de organización obligan a presentar nuevas solicitudes. La pareja no sabe si volverse a España, con la decepción y los muchos gastos de estas semanas a cuestas.

Fernando Iniesta

Fernando Iniesta.
Fernando Iniesta.

El talaverano Iniesta, de 30 años, es ebanista. En verano le llegó un mensaje invitándolo a la reunión en Toledo, ya con la promesa de un puesto de carpintero en Alemania. Se encontró con Sven Knierenschild en la segunda “sesión informativa” a la que acudió. El propio Knierenschild, cuyo complicado apellido hace que todos se refieran a él por su nombre de pila, le mandó un contrato para empezar en Erfurt una formación de carpintero. Lo firmó el día 21. Cuando llegó el 28 de septiembre, ese contrato era ya papel mojado. Se vio en un dilema inesperado: quedarse sin contrato o aceptar una formación “que no era la que había elegido”. Aunque mantiene ostensiblemente el buen humor, resume su situación en una frase: “me han engañado en la cara”.

Cuenta que Knierenschild le pidió que “no le enseñara el contrato a nadie”. Dice claramente que es para una formación de carpintero. Lo saca de la mochila con cara de guasa. Preferiría estar formándose como carpintero, tal y como le habían prometido: “me obligan a cambiar de profesión”. Pero reflexiona que “comparada con la de otros aquí”, su situación “ es algo menos mala”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_