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Rajoy busca en Japón el negocio de los juegos olímpicos para empresas españolas

El país nipón está recuperando su economía con una política contraria a la de España y la UE

CARLOS E. CUÉ | ENVIADO ESPECIAL

La austeridad ha paralizado la economía española, y Mariano Rajoy viaja por el mundo para intentar que las grandes empresas logren fuera el negocio que su propia política, marcada por la Unión Europea, les ha arrebatado en España. El día en que se conoce, con la publicación de los Presupuestos, que la inversión pública española se volverá a desplomar en 2014 hasta alcanzar niveles de hace 25 años, el presidente aterrizó en Japón desde Kazajstán para impulsar oportunidades de negocio para las grandes empresas españolas de obra pública, algunos de cuyos máximos dirigentes acompañan a Rajoy en Tokio.

El Gobierno español está interesado en buscar inversiones de todo tipo de empresarios japoneses que quieran instalarse en España. La inversión extranjera se desplomó en 2012, cuando España se convirtió en el gran problema de la Unión Europea y en todos los foros internacionales solo se hablaba de la inminencia del rescate. Ahora, la inversión extranjera está volviendo poco a poco y Rajoy multiplica sus viajes, ayer en Kazajstan y hoy y hasta el viernes en Tokio, para cerrar posibles acuerdos.

Pero además del interés por el dinero japonés para invertir en España –el Gobierno español busca inversión nueva, no tiene ningún interés en que fondos de inversión del mundo entero compren las grandes empresas españolas consolidadas que ahora están baratas- hay otro gran negocio en Tokio en el que las empresas españolas quieren participar: los juegos olímpicos de 2020. Después de la derrota de Madrid ante Tokio, hace solo tres semanas, tanto el Gobierno como los empresarios que viajan con Rajoy han apostado por el pragmatismo: si no es España, al menos hay que intentar que las grandes empresas de obra pública españolas, que ya han logrado jugosos contratos en países petroleros del Golfo Pérsico y en otros asiáticos como Kazajstán, se hagan con una parte del pastel de Tokio 2020. De hecho una de las características de la candidatura japonesa, y según un análisis extendido en la delegación española lo que les hizo ganar frente a Madrid, es que prometía fastuosas inversiones en obra pública y construcción, algo que Madrid no planteaba porque el 80% ya estaba hecho. Ahora los empresarios españoles, pragmáticos, intentan sacar algún provecho de esta derrota de Madrid 2020.

La contradicción española consiste en que Rajoy está visitando, alabando y buscando negocio en países que precisamente han desarrollado una política contraria a la austeridad española y europea, hasta ahora con buenos resultados. Si Kazajstán utiliza el dinero del petróleo y el gas para grandes proyectos de obra pública controlados por un Estado que domina todo, Japón, desde la llegada de Shinzo Abe al Gobierno, en diciembre de 2012, ha hecho la política contraria a la europea, la llamada abenomics: enorme expansión monetaria, grandes estímulos fiscales, y políticas de crecimiento con grandes obras públicas que se reforzarán con los juegos olímpicos. Y eso pese a que la deuda es el doble que la española, supera el 200% del PIB. Claro que España no tiene autonomía para decidir, es el Banco Central Europeo quien marca la política fiscal.

El yen se ha depreciado y han aumentado las exportaciones, y Japón cierra así la etapa de 20 años de deflación. Rajoy alguna vez ha dejado caer que le gustaría que el BCE hiciera como el de Japón con una política expansiva, o como la Reserva Federal de EE UU. Pero lo cierto es que él ha seguido al pie de la letra la política de austeridad y el resultado es el frenazo de la economía española que ahora precisamente él quiere poco a poco recuperar.

Sin duda un momento estelar de la visita a Japón, en la que Rajoy se verá con el emperador, el primer ministro y un grupo de empresarios, es el viaje a Fukushima, la ciudad en la que está la central nuclear afectada por el tsunami de marzo de 2011. Allí inaugurará la exposición Flores de Invierno, de José María Sicilia, dedicada a la catástrofe. Rajoy es el primer dirigente occidental que visita Fukushima, un gesto de apoyo político claro que el Gobierno español confía en que los japoneses valorarán. El presidente siempre ha defendido aunque con cautelas la energía nuclear –de hecho ahora hay posibilidades de que se reabra la central de Garoña- y aprovechará el viaje para firmar un acuerdo sobre energía nuclear con el Gobierno de Japón.

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