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Urdangarin, sin secretos

El ‘caso Nóos’ mantiene una pieza separada por supuesta intromisión del CNI

Urdangarin, tras declarar en un juzgado de Barcelona el pasado 16 de julio
Urdangarin, tras declarar en un juzgado de Barcelona el pasado 16 de julioMassimiliano Minocri

Urdangarin enviaba todo tipo de mensajes al Rey, a la Reina y a su esposa, la infanta Cristina. Algunos podían ser comprometedores. Otros, tal vez incómodos, como comentarios jocosos, montajes fotográficos o chistes sobre José María Aznar. Sus correos se han convertido en una fuente hasta ahora inagotable de información para la causa judicial. Sin embargo, hay indicios de que la información contenida en los discos duros de la empresa para la que trabajaba (Nóos) ha sido manejada por los servicios de inteligencia, por el CNI en concreto, antes y durante el proceso. Una pieza del sumario sigue todavía secreta y está dedicada a la intromisión del CNI en el caso Urdangarin.

Una de las pruebas la ofreció el propio Urdangarin el 17 de julio, durante una vista previa en un juzgado de Barcelona, como consecuencia de una demanda en defensa de su intimidad. Manuel González Peeters, el abogado de Diego Torres, le hizo una pregunta expresa al duque de Palma: “¿Es cierto que en una periodicidad más o menos mensual lo que se llamaban servicios de inteligencia pasaban por el instituto y obtenían una copia de los archivos? “Se hacía un backup [copia de seguridad] del servidor semanal”. El abogado le preguntó si, “aparte de los servicios de inteligencia”, alguien más hacía esa actividad, y citaba expresamente a dos personas que trabajaban en Nóos. Urdangarín se limitó a decir que esas dos personas “no eran las que tenían que hacer ese tipo de actividad”. En una pregunta posterior, quedó de manifiesto que dichos servicios revisaban también los teléfonos y las comunicaciones de Nóos.

Estas operaciones eran conocidas por el socio de Iñaki Urdangarin, Diego Torres, pero no, en apariencia, por una buena parte de los trabajadores de Nóos con quienes este periódico ha contactado. La decena de trabajadores entrevistados desconocían estas actividades o se niegan a hacer cualquier tipo de comentario al respecto. “No puedo decir nada, ni sé nada”, manifiesta uno de los exempleados, precisamente quien se encargaba de borrar todos los ficheros de los ordenadores de Urdangarin cuando este cambiaba de terminal.

Los exempleados de

Fuentes del CNI niegan “rotundamente” que hayan tenido nada que ver en el caso o que haya existido una tutela sobre las actividades de Urdangarin en Nóos. Respecto al interrogatorio en el que Urdangarín habla de que se realizaban copias de seguridad de los discos de la empresa, dichas fuentes aluden a que el abogado se refirió en su pregunta a los “servicios de seguridad del Estado” y no los de “inteligencia”. Este periódico ha podido comprobar en la transcripción de ese interrogatorio que el abogado cita en varias ocasiones el término “servicios de inteligencia”.

Desde hace nueve meses sigue secreta una pieza separada del sumario del caso Nóos, que nace cuando el fiscal anticorrupción de Barcelona, Fernando Bermejo, llama a su colega Pedro Horrach, de Mallorca, para comentarle el hallazgo de material relacionado con Urdangarin en el despacho de Matías Bevilacqua, un hacker que decía trabajar para el CNI, durante una investigación relacionada con una red corrupta de agencias de detectives (Operación Pitiusa). Desde ese momento, se abre esa pieza que está dedicada a la interferencia de los servicios secretos.

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Bevilacqua tenía un disco duro, cinco pen drive y un disco del servidor de Nóos. El disco duro era de una capacidad excepcional y estaba encriptado, era inaccesible para operadores no especializados en cifrado y seguridad informática. Bevilacqua aseguró que contenía archivos y software sobre esquemas y operaciones de alta seguridad y antiterrorismo internacional. Manifestó que lo tenía por encargo del CNI para el que decía trabajar en el montaje del nuevo Centro de Ciberseguridad Nacional. Sus dos abogados intentaron recuperar ese disco con la excusa de la seguridad nacional, pero el fiscal se negó. Bevilacqua se resistió inicialmente a teclear los 20 dígitos de la clave que daba acceso al disco. El fiscal intentó por dos veces obtener confirmación de que seguía trabajando para el CNI.

“Se hacía un ‘backup’ del servidor semanal”, afirmó el duque ante la juez

De hecho, Félix Sanz Roldán, el actual director del CNI, declaró ante la comisión de secretos oficiales del Parlamento que Bevilacqua había colaborado entre 2000 y 2009 en asuntos relacionados con material informático. Sin embargo, el fiscal Horrach solicitó un informe de movimientos de las cuentas corrientes de CF Labs, la empresa de Bevilacqua, y consta la recepción de numerosos pagos hasta 2010, más 140.000 euros sin justificar que Bevilacqua explicaba que se trataba de cobros de fondos reservados. Meses después, fue hallado un cheque de Pascual Vives de 6.900 euros para justificar que había estado trabajando para su bufete en una tarea tan simple como ordenar 20.000 correos de Nóos. “Era como contratar a un mecánico de Fórmula 1 para cambiar el aceite de un utilitario”, dicen en la fiscalía.

Finalmente, está la creencia de que los correos solo los tiene Torres, creencia que rechazan varias fuentes: “Diego no es el único que dispone de correos. Hay más personas que saben el contenido total de los mensajes de Urdangarin y, por tanto, hasta dónde puede llegar el caso. Por eso, hay presiones. Presiona, quien conoce”.

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