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El independentismo catalán prepara otra prueba de fuerza para la Diada

El Gobierno de CiU no aclara si Mas participará en la cadena humana soberanista

La reivindicación soberanista del 11 de septiembre genera dudas un año más al Gobierno catalán. Acomodado cuando la celebración se limitaba al acto institucional y una pequeña manifestación, el Ejecutivo de Artur Mas tuvo que improvisar su protocolo para la masiva manifestación de la Diada del año pasado, y va camino de repetir situación este 11 de septiembre. La Asamblea Nacional Catalana, la misma entidad que organizó la marcha de la anterior Diada, ha preparado este año una cadena humana que pretende cruzar toda Cataluña, del Ebro a los Pirineos. La llamada Vía Catalana hacia la independencia es un intento de emular la cadena humana que cruzó los países bálticos en 1989 reclamando su independencia.

El Gobierno catalán, a menos de un mes para la protesta, no ha decidido si sus consejeros asistirán, y tendrá que superar la división que genera la marcha en CiU: mientras Convergència ha movilizado toda su maquinaria, Unió remitió una carta a la ANC pidiendo suavizar el tono independentista de la marcha. La decisión se tomará en la primera reunión del Ejecutivo tras las vacaciones, el 27 de agosto.

Marcha independentista celebrada en Barcelona en la pasada Diada, del 11 de septiembre.
Marcha independentista celebrada en Barcelona en la pasada Diada, del 11 de septiembre.MARCEL LÍ. SÀENZ

“No creo que hagamos algo diferente de lo que hicimos el año pasando, acabaremos decidiendo [la presencia en la cadena humana] en la primera reunión del Gobierno”, explicó Francesc Homs, portavoz y consejero de la Presidencia, en la inauguración de la 45ª edición de la Universidad Catalana de Verano, que estos días se celebra en Prada de Conflent (Sur de Francia). El Ejecutivo tratará de encontrar un posicionamiento común antes de que sea demasiado tarde: en la Diada del año pasado el Gobierno tuvo que salir al paso ya que varios consejeros anunciaron su presencia en la marcha de forma unilateral. El Ejecutivo no quiere repetir el mismo error, e incluso Homs, uno de los hombres más marcadamente soberanistas del equipo de Mas, evitó confirmar su presencia en la vía catalana: “Ya lo decidiremos con el Gobierno en conjunto”, se escurrió.

La principal duda es si Mas asistirá a la manifestación o repetirá su actitud de la Diada de 2012. El año pasado fracasó en su intento de cambiar el sentido de la marcha y solo asumió el clamor soberanista cuando vio la magnitud de la protesta, delegando la asistencia en sus consejeros. Pero las cosas han cambiado este año: el objetivo declarado de Mas es organizar una consulta y defender el sí a la independencia. “Convergència Democràtica apoya claramente la cadena humana, y Artur Mas es el presidente de CDC”, mantiene al respecto el secretario general en funciones de Convergència, Lluís Corominas. Convergència ya ha hecho un llamamiento a sus consejeros para que acudan a la vía catalana. Solo uno de sus cargos institucionales ha anunciado que asistirá a la cadena humana: el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, que quiso matizar que su presencia será “a título personal”.

La llamada Via catalana pretende recorrer Cataluña de punta a punta
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Fuentes cercanas al presidente catalán cuestionan la conveniencia de que la primera autoridad de la Generalitat deba manifestarse tras una pancarta claramente independentista, puesto que el primer objetivo de la Generalitat es la consulta y no la independencia.

Al margen de la asistencia de Mas y sus consejeros, lo que sí dejó claro Homs es que el Gobierno catalán intentará sacar partido de la vía catalana. Tanto los organizadores como el Ejecutivo confían en que la cadena humana tendrá una gran repercusión internacional, algo que Mas quiere aprovechar para lanzar una vez más su órdago soberanista. “Estarán acreditados medios de todo el mundo, y volveremos a enviar un mensaje, de una manera de hacer y de una reivindicación democrática”, apuntó Homs, que retó al Gobierno de Mariano Rajoy a aprobar la convocatoria de una consulta en Cataluña. “Estamos ante un curso político histórico”, dijo el portavoz, que en un ambiente claramente independentista como la Universidad Catalana de Verano se dejó ir: proclamó la “rotunda” viabilidad de un Estado catalán, habló de los llamados Países Catalanes (además de la comunidad catalana, Valencia, Baleares y el Rosellón francés) y culminó su discurso con un contundente “viva Cataluña libre e independiente”.

Crisis en aumento en el PSC

La crisis en la que está inmerso el Partit dels Socialistes desde que el Parlamento autónomo votó a favor de celebrar una consulta de autodeterminación vive un nuevo capítulo con la convocatoria de la cadena humana, organizada por la Asamblea Nacional Catalana. El primer secretario socialista, Pere Navarro, se ha prodigado en críticas a la marcha: la tildó de “irresponsable” y emplazó al presidente, Artur Mas, y a sus consejeros a no asistir. “A mí nunca me han gustado las cadenas porque sirven para cerrar, para atar”, dijo Navarro. El sector catalanista del PSC no comparte ni mucho menos las críticas e incluso se plantea asistir a la marcha. El nuevo desplante llega pocos días después de que un histórico del partido como el exconsejero Joaquim Nadal, que llegó a ser candidato a la Generalitat en 1995, se desmarcara claramente de la dirección asumiendo la presidencia de un foro a favor del derecho a decidir en Girona.

Esta vez el desafío llega de la corriente Agrupament socialista, formada entre otros por el alcalde de Lleida, Àngel Ros, y la exconsejera Marina Geli. Los integrantes de este sector decidirán a finales de agosto si declinan su participación en la cadena humana o si asistirán ofreciendo un discurso propio sobre las relaciones entre Cataluña y el resto de España. Ros consideró “una pena” que los socialistas no acudan a la marcha, al considerarla “un acto masivo de la ciudadanía”. El alcalde de Lleida aseveró que si la ANC se limitara a reclamar la consulta “facilitaría” la inclusión de los socialistas. Una petición en la que coinciden Unió e Iniciativa pero que rechaza claramente ERC. Su portavoz en el Congreso, Alfred Bosch, usó un símil futbolístico para desdeñar la propuesta de estos tres partidos. “Es como pedirle al Barça que no gane ninguna competición para que esté contento el Espanyol”.

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