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el futuro del psoe

Griñán se sitúa en la rampa de salida

Los socialistas creen que el presidente de la Junta dimitirá antes de que se agote la legislatura El caso de los ERE condiciona el calendario

Lourdes Lucio
Jose Antonio Griñán, tras proclamase Presidente de la Junta de Andalucía en 2012.
Jose Antonio Griñán, tras proclamase Presidente de la Junta de Andalucía en 2012.JULIÁN ROJAS

José Antonio Griñán lleva yéndose de la política mucho tiempo. Algunos dicen que desde 1995, cuando aún era ministro del último Gobierno de Felipe González, pero no va a ser sino hasta casi 20 años después cuando definitivamente lo haga.

El presidente de la Junta abrió a finales del pasado junio su sucesión al afirmar que no repetirá por segunda vez como cartel electoral del PSOE de Andalucía; convocó un proceso de elecciones primarias exprés en el que los militantes no han tenido a quién votar, aunque sí avalar; y señaló a su consejera de la Presidencia, Susana Díaz, como sucesora. Esta, que ha contado con el apoyo de la dirección regional y de todos los aparatos provinciales, presentó los avales del 46% de la militancia. La pregunta ahora es cuándo Griñán va a pasar del gerundio al presente, del “me estoy yendo” al “me voy”.

La convicción en el PSOE es que Griñán no va a terminar la legislatura, aunque él dijera en el Parlamento andaluz lo contrario. Ya tiene sucesora: la que él ha patrocinado y la que también han querido las cúpulas del partido. A partir de que el comité director ratifique esta semana la designación de Díaz, la cuenta atrás para su marcha ha empezado.

Griñán le ha dicho a todo al que él ha querido que se quiere ir a su casa. Si por él fuera, ya mismo. Mejor hoy que mañana, y mañana que pasado. Es una decisión que tiene decidida desde el final de la legislatura pasada cuando, contra pronóstico, conservó para el PSOE el Gobierno andaluz tras pactar con Izquierda Unida. La primera parte de la hoja de ruta puesta en marcha, diseñada desde hace tiempo, se ha visto en el último mes. Queda la otra que aún está oculta y que nadie dice conocer, más allá de la especulación. “Todo eso está en la cabeza del presidente”, afirman desde la dirección del partido.

“Lo va a hacer cuando él quiera y no de manera improvisada”, afirma un miembro del Gobierno, que desvincula el proceso de sucesión del recorrido judicial del caso del fraude de los ERE. “Con ERE o sin ERE lo hubiera hecho”, afirman.

A Griñán, que se considera un servidor público más que un político, le irrita profundamente que liguen su nombre al del mayor caso de corrupción de Andalucía. Lo considera parte de la herencia que recibió de su examigo Manuel Chaves, aunque cuando él era consejero de Economía y Hacienda desde la Intervención General se emitieron varios informes alertando contra el procedimiento administrativo seguido, si bien estos no detectaron menoscabo de fondos públicos.

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El dedo de la juez Mercedes Alaya lo señala desde hace tiempo —según la Junta sin ningún fundamento— y mientras no se despeje esta grandísima interrogante, Griñán no debe (ni puede, dicen los suyos) perder su aforamiento. A él le desagradaría dejar de ser presidente y tener que ser designado senador por la comunidad autónoma para seguir obteniendo la protección del Tribunal Supremo. Quiere irse del todo y dedicar su tiempo a su familia, sus libros, su música y a escribir. Tampoco nadie le ve sentado en el Parlamento andaluz de diputado conservando un escaño por Sevilla que no quiere.

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Las distintas fuentes consultadas indican que Griñán puede dar el paso de marcharse el último cuatrimestre del presente año, cuando se espera que la incógnita judicial esté ya resuelta.

El PSOE ha hecho sus deberes con una celeridad no del todo explicada. Griñán atribuye a Susana Díaz, sobre todo, y también al vicesecretario general, Mario Jiménez, el mérito de haber trenzado alianzas con todas las estructuras provinciales del partido, —incluida la poderosa y excrítica Jaén—, de conseguir una unidad que él no logró. Entre otros motivos, porque con él como secretario general, el PSOE andaluz perdió por primera vez en su historia las tres últimas elecciones en Andalucía (municipales, generales y autonómicas) y eso provocó mucha incertidumbre sobre el nuevo equipo dirigente del PSOE. Díaz, que sabe que la duración de su liderazgo depende de las urnas, es ya vista como el referente y la interlocutora del PSOE. Por los suyos y también por Izquierda Unida. Y ya ha dicho que el “nuevo tiempo” que quiere abrir en Andalucía también lo quiere para el PSOE en su conjunto. En la conferencia política federal de noviembre se verá hasta qué punto la sucesión abierta por Griñán era o no también un mensaje directo al secretario general federal, Alfredo Pérez Rubalcaba, para que entre “savia nueva”.

Cuando aún no ha sido ni siquiera proclamada candidata con todos los galones —lo será esta misma semana— y cuando el discurso oficial vocea que el actual presidente acabará la legislatura, no son pocos los que ya hablan de que “no es lógico que Griñán siga porque ya no tiene sentido”. Así es el PSOE.

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