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El extesorero abre en canal las tripas del PP ante el juez Ruz

El extesorero ratifica en la Audiencia Nacional que “los papeles de EL PAÍS son auténticos” Afirma que entregó 95.000 euros en billetes de 500 euros a Rajoy y Cospedal en 2009 y 2010

Bárcenas, el pasado marzo. / VÍDEO: El País-LIVE! / FOTO: ULY MARTÍNFoto: atlas
Fernando J. Pérez

El extesorero del PP Luis Bárcenas destripó y rindió ayer ante el juez Pablo Ruz los supuestos secretos financieros del primer partido de España y certificó uno por uno los apuntes de su contabilidad paralela, publicada por EL PAÍS el 31 de enero. Las revelaciones del guardián de las cuentas, que incluyen el pago de sobresueldos en dinero negro desconocidos hasta ahora al presidente del Gobierno Mariano Rajoy y a la secretaria general Dolores de Cospedal —su gran enemiga— en 2009 y 2010, sacuden los cimientos de la formación conservadora. Y no solo eso: destrozan la estrategia de comunicación del Ejecutivo, que ve cómo los escándalos financieros que ha tratado en vano de tapar durante meses invaden con estrépito y sin remedio todo el espacio informativo y ocultan los mensajes sobre la supuesta salida de España de la recesión. Todo ello ante la indignación ciudadana y la mirada atónita de la prensa internacional y de los socios europeos.

Ayer fue una fecha clave en el caso de los papeles de Bárcenas, la pieza separada del caso Gürtel de corrupción en el PP en la que se investiga la contabilidad oculta de Génova 13. Bárcenas, en prisión desde el pasado 27 de junio, reconoció por primera vez en sede judicial lo que ya era una certeza para los investigadores: que él es el autor material de la contabilidad b en la que figuran donaciones al partido por 7,5 millones de empresarios del sector de la obra pública y su reparto para gastos ordinarios de la formación y el abono de sobresueldos a las sucesivas cúpulas conservadoras al menos entre 1991 y 2010. El extesorero acompañó su declaración con la entrega de la “práctica totalidad” de los documentos que guardaba en dos cajas en su despacho de Génova 13 y de un lápiz de memoria informática con la contabilidad secreta de los años 1994 a 1996, que faltaban por conocerse hasta ahora.

En cuestión de pocos meses, Bárcenas ha pasado de ser para el PP un empleado intachable cuya presunción de inocencia era respetada a ser considerado un “delincuente” cuyo nombre no se puede ni mencionar. El cambio de actitud del partido no ha venido dado por los descubrimientos judiciales acerca de su fortuna oculta al fisco en bancos suizos —que alcanzó los 48 millones de euros en el año 2007— sino por la certeza creciente de que Bárcenas estaba dispuesto a “tirar de la manta” y llenar de fango a los dirigentes conservadores a medida que se recrudecía su situación penal. Durante meses y mientras estuvo libre, Bárcenas negó todas las evidencias. El bloqueo judicial de sus cuentas, primero, y el ingreso en prisión, acusado de cohecho, blanqueo de capitales, delitos fiscales y estafa procesal, después, llevaron al extesorero a emplear la artillería pesada.

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Ayer, en una declaración de cinco horas, la más trascendental de las 10 que ha mantenido en sede judicial, Bárcenas admitió todas las informaciones periodísticas de los últimos meses. Desde la contabilidad publicada por EL PAÍS —y que ha costado a este periódico una demanda del Partido Popular— a los sobresueldos millonarios —que calificó de “compensación sistemática”— pasando por los donativos de los empresarios de la construcción en cuantias que excedían la Ley de Financiación de Partidos.

Entre los detalles más llamativos del interrogatorio figuraron las dos supuestas entregas de dinero negro a Rajoy y Cospedal en los años 2009 y 2010, que totalizaron 95.000 euros, Esta acusación fue desmentida “taxativamente” por la número dos de la formación conservadora.

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Bárcenas, según varios abogados presentes en la comparecencia, trató en su declaración de “proteger a los empresarios” que figuran como donantes del partido y que también están imputados en la pieza separada del caso Gürtel. El extesorero desvinculó los donativos de cualquier adjudicación de obras o servicios —lo que hubiera supuesto admitir un delito de cohecho—. Estos industriales han negado en todo momento el pago de dinero, lo que conviene al extesorero, porque no puede atribuírsele el haberse quedado con fondos destinados al partido. Bárcenas también relató una serie de supuestas negociaciones con el partido —también rechazadas por sus dirigentes— para lograr su silencio, finalmente roto. Según él, abogados supuestamente enviados por el PP le han ofrecido en los últimos días 500.000 euros a cambio de retirar las demandas laborales tras su despido y conservar el 25% de su patrimonio a cambio de mantener la boca cerrada. Tanto los abogados afectados como la secretaria general del PP negaron cualquier negociación con Bárcenas.

Mientras el extesorero declaraba tranquilo ante Ruz, el fiscal y 18 abogados de las acusaciones y las defensas, los ojos del mundo estaban puestos en la reacción del presidente del Gobierno. A las 15.00, hora en la que Mariano Rajoy debía comparecer en una rueda de prensa con su homólogo polaco Donald Tusk, ya se había filtrado que Bárcenas había admitido todos los extremos de su contabilidad secreta. Rajoy despachó el escándalo ciñéndose a las dos preguntas obligatorias en estas conferencias de prensa con otros líderes europeos.

La reacción del jefe del Ejecutivo ante la acusación de cobrar sobresueldos opacos —“No se le puede pedir a un presidente del Gobierno que esté desmintiendo un día sí y otro también informaciones publicadas”, dijo— encrespó aún más a la oposición. Los partidos coinciden en que España se encuentra ante un escándalo de dimensiones colosales y que afecta a las principales instituciones, desde la Presidencia del Gobierno al Consejo de Estado, cuyo presidente José Manuel Romay Beccaría fue nombrado por Bárcenas como supuesto receptor final, en su calidad de tesorero provisional, de una donación de 300.000 euros del constructor José Manuel Villar Mir (OHL) en septiembre de 2011. Ningún partido se cree ya las explicaciones tardías del Gobierno, pero no hay acuerdo sobre las medidas a adoptar y que oscilan entre la petición de dimisión de Rajoy y su sustitución por otro diputado del PP y la presentación de una moción de censura abocada al fracaso. Rajoy aprovechó un pregunta dirigida en la rueda de prensa para contestar: “Aquí hay un Gobierno estable”.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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