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Un testaferro del extesorero intentó neutralizar el testimonio de la pintora

El abogado de Mackinlay: “Mi clienta no ha visto 560.000 euros ni en fotos”

Luis Bárcenas, saliendo de la Audiencia Nacional.
Luis Bárcenas, saliendo de la Audiencia Nacional.Uly Martín

Rafael O'Gorman, 75 años, es abogado de Isabel Mackinlay, la presunta marchante que según Luis Bárcenas habría comprado, en 2004 y 2006, cuadros en comisión por valor de 560.000 euros. La pintora y restauradora argentina declaró por videoconferencia al juez Pablo Ruz que no había adquirido cuadros a la esposa de Bárcenas. Que todo había sido una simulación.

Fue Edgardo Patricio Bel, testaferro de Bárcenas en una de sus sociedades, Tesedul —creada que figura como titular de cuentas en el Dresdner Bank y Lombard Odier donde Bárcenas acumuló 47 millones— quien se encargó de fraguar los contratos para el extesorero del PP en Buenos Aires y quien prometió a la pintora 1.500 dólares a cambio del favor. Bel es miembro del consejo de administración de La Moraleja, la empresa que gestiona la finca de 30.000 hectáreas que posee en la provincia de Salta, Argentina, del también extesorero del PP, Ángel Sanchís, imputado en el caso Gürtel. “Bel me llamó antes de la declaración de Isabel. Me dijo que si mi clienta declaraba la verdad lo hundiría”, explicó O'Gorman en una conversación telefónica con EL PAÍS. He aquí los tramos esenciales de dicho diálogo:

-¿Usted vio los contratos en cuestión?

-Sí, los tengo aquí en mi despacho. Los contratos aparecen firmados en Madrid en 2004 y 2006. En esas fechas mi cliente no estaba en Madrid. Tengo una copia de los contratos (a ver… sí aquí están. Le digo: Madrid, 19 de enero de 2006. De una parte doña Rosalía Iglesias Villar, de la otra doña Isabel Mackinlay, en comisión, mayor de edad con domicilio en Maryland, Estados Unidos. En este acto, doña Rosalía Iglesias Villar vende los cuadros de referencia a doña Isabel Mackinlay en comisión, que los compra en el precio de 560.000 euros. Doña Rosalía Iglesias Villar es propietaria de las siguientes obras de arte. 1) Cuadro Temple sobre tabla titulado "Circuncisión", siglo XV con unas medidas de 121 por 96 cm 2) Cuadro Temple sobre Tabla titulado "Presentación del Niño Jesús en el Templo", siglo XV con unas medidas de 121 por 96 cm. Hay otro borrador de la misma fecha que no lleva firma. Es entre Rosalía Iglesias Villar de una parte y de otra Isabel Ardanaz (el anterior apellido de Isabel Mackinlay) en comisión, don Jaime Fierro Guerra, calle Velázquez 76, Madrid, para proyecto de decoración en Sevilla. La obra, según dice, es "Bodegón" firmado Recco. Por valor de 560.000 euros. Cantidad que Rosalía Iglesias Villar declara recibida. Es el contrato que le exhiben desde Madrid con la firma falsificada. Mi clienta dice que no se ve bien, pero añade que esa no es su firma. Y en relación con los 560.000 euros, le aseguro que no debe haber visto 560.000 euros ni siquiera en fotografías.

— ¿Usted conoce a Edgardo Patricio Bel?

—Me llama por teléfono. No le conozco personalmente.

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— ¿Se pone en contacto con usted antes de la declaración de Isabel Mackinlay?

—Exactamente.

—¿Sabe si Luis Bárcenas le pide a Bel que le llame a usted?

—No lo sé. Él llama reiteradamente a mi clienta. Le pregunta con insistencia qué va a decir en su declaración judicial. Y ella le informa de que tiene un abogado. Y le dice que siendo él abogado que hable con su abogado. Que soy yo. Y entonces me llama. Él es el que organiza esto de los contratos, el que le propone a Isabel este brillante plan de lavado, esta idea luminosa. Una de las reuniones donde se analizan los contratos se celebra en las oficinas de la sociedad La Moraleja, en la calle Talcahuano de Buenos Aires. Isabel recuerda que Sanchís, el propietario, estaba allí, y también Bárcenas, aunque esto lo supo después al reconocerle en los periódicos. Porque no les presentaron.

—Y en el contacto telefónico, ¿qué le dijo Bel?

—La mayor inquietud que tenía era lo que podía declarar Isabel. Yo le dije: “Mire Bel, está citada como testigo, así que va a decir la verdad”. Entonces reaccionó, “No. Pero, qué verdad, ¿de qué verdad va a hablar?”, replicó. Le expliqué que declararía la verdad de lo que ocurrió. Lo va a decir, señalé. Porque es testigo. Y entonces dijo: “Pero a mí me va a hacer m… [me va a hundir]; me funde para toda la vida. Va a ser un problema para mí”. Bueno, le señalé, pero ahora el problema se lo tengo que resolver yo a mi clienta. Yo no soy abogado suyo. Hable usted con un abogado, a ver lo que le aconseja. Y ahí terminó el diálogo. Él estaba nerviosísimo.

—Ahora, el contrato inicial, el que sí fue firmado, implicaba, si la operación de compraventa fuese cierta, que ella pagaba un dinero cuyo origen debía haber justificado ante la Hacienda argentina, ¿no es así?

—Por supuesto.

—Y todo por los 1.500 dólares que le ofrecieron para firmar los contratos simulados.

—El dinero que le habían prometido… Creo que no le dieron más que 500 dólares, ni siquiera cumplieron lo prometido. Me parece evidente que si la operación hubiese sido auténtica, es decir, la compra en comisión, normalmente, lo que cobra un marchante es una cantidad importante.

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