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Aznar exige a Rajoy que aproveche sus votos con reformas de “alta intensidad”

El expresidente reclama “dejar claro que no está abierta la discusión sobre la nación española”

Foto: reuters_live | Vídeo: GORKA LEJARCEGI / EL PAÍS - LIVE!
Carlos E. Cué

El tono cambia, los gestos se dulcifican. Pero el fondo permanece igual. José María Aznar sigue creyendo que tiene que poner deberes a su sucesor, marcarle el camino, exigirle que no se desvíe. Y en una conferencia en el Club Siglo XXI, con un texto leído y medido, un formato mucho más controlado que el de la durísima entrevista en Antena 3, el mentor de Mariano Rajoy exigió al presidente, sin mencionarlo, que aproveche la “histórica” mayoría que obtuvo en 2011 para reformar en profundidad la administración, el Estado del bienestar, las pensiones, los impuestos, la educación. Esto es, lo que Rajoy ha prometido, pero ya y con más dureza.

A Aznar no le importó que en primera fila estuviera, en un clarísimo gesto de cese de hostilidades, Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta y mano derecha de Rajoy. Bajó el tono pero reivindicó su entrevista —“He transmitido un mensaje claro a la sociedad española sobre lo que es una situación grave. Es mi deber”— y pidió que no le critiquen —“necesitamos una actitud de no estar nadie contra nadie”—.

Esa entrevista ha sido considerada como una declaración de guerra por el entorno de Rajoy. Sin embargo, una vez comprobada la soledad del expresidente dentro de la estructura de poder del PP, y con los datos del paro de mayo en la mano, que han cambiado el ánimo del Gobierno, Rajoy y los suyos marcan una especie de tregua. Eso era la presencia de Sáenz de Santamaría y José Manuel Soria (Industria).

Los aznaristas esperaban esta conferencia como el remate de una serie de tomas de temperatura de Aznar antes del verano. La sala estaba repleta. Eduardo Zaplana, exministro y presidente del Club Siglo XXI, generó aún más expectación al recordar que hace 25 años, Aznar pronunció en este mismo foro, cuando era presidente de Castilla y León, una conferencia muy esperada en la que abrió las hostilidades contra el entonces líder de AP, Antonio Hernández Mancha. Ahí empezó el asalto al poder de Aznar. Una imagen demasiado jugosa para sus fieles. El expresidente no buscó ayer un asalto al poder pero sí dejó clarísimo que va a seguir ahí, marcándole las líneas rojas a Rajoy, sobre todo con el asunto de su relación con los nacionalismos.

La idea fundamental del expresidente es que los españoles están preparados para cambios duros —el Gobierno cree que hay que ir con cautela para evitar un estallido social— y el PP tiene que aprovechar la ocasión. “Necesitamos un reformismo de alta intensidad”, insistía el expresidente. “No podemos resignarnos a ser la sociedad que nuestras administraciones nos imponen”.

Para él, la mayoría absoluta de 2011 le da a Rajoy una “responsabilidad histórica” que “debe entenderse como un mandato para retomar un programa de reformas más profundo como lo espera la mayoría de los españoles. Debemos encauzar la voluntad de cambio. Debemos aprovechar el momento irrepetible en el que nos encontramos. Debemos actuar frente a la fatiga y el desencanto”. Una lista de deberes clara, una marcaje estrecho, pero sin amenazar con volver como en la entrevista. Claro que ayer no había nadie para preguntarle, y por eso pudo evitar todas las cuestiones delicadas, incluida la del caso Gürtel.

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En lo que más claramente marcó la línea fue en el tema nacional: “Debemos dejar claro que no está abierta la discusión sobre la nación española ni sobre su soberanía. Quien rompe los pactos debe asumir que si se reconstruyen no será en los términos que dicte la minoría”. Un mensaje pensado para Cataluña. Aznar no se va, ha venido para quedarse e intentar marcar el paso, aunque también mostró que puede regular el tono de su regañina.

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