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Los 25 donantes del ‘Fortuna’ piden recuperar el yate

Recuerdan al Gobierno que la donación fue “para uso del Rey y la familia real”

Imagen sin datar del Fortuna entrando en el puerto de Palma.
Imagen sin datar del Fortuna entrando en el puerto de Palma. felipe viejo

“La donación del Fortuna fue una donación finalista, para uso del Rey y la familia real”, explica uno de los 25 financieros y hoteleros de Baleares que en 2000 regalaron el yate a don Juan Carlos a través de la Fundación Turística y Cultura (Fundatur). Este lunes los patronos donantes de esa fundación, creada expresamente para recaudar los fondos necesarios y ofrecer el obsequio al Monarca, solicitaron que se les devuelva el bien que cedieron, una vez que don Juan Carlos ha renunciado a usarlo.

La Casa del Rey anunció a los empresarios que el Rey dejaba de usar su nave poco antes de que la noticia se hiciera pública. En una breve carta al presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri —que medió en la recepción del barco, ahora ya cedido al Estado—, la presidenta de Fundatur, Carmen Matutes, solicita el retorno del Fortuna a “los activos de la fundación”. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, al saber que el Monarca no iba a utilizar más el yate, había anunciado que se le daría el “uso más rentable y eficiente”.

Por unanimidad, los donantes reclamaron en su patronato que se dé marcha atrás a la desafección del bien. Reclaman la posesión del obsequio, que nació en la que ha sido la mayor operación colectiva de mecenazgo privado de Baleares. Cada uno de los potentados aportó 600.000 euros, hasta los más de 18 millones que costó armar el barco. El Gobierno de Baleares, miembro de Fundatur porque abonó 2,7 millones a la colecta, había alabado la decisión de don Juan Carlos de abandonar el yate. Por sus aportaciones, las empresas y financieros recibieron en su día las exenciones fiscales que establecía la ley, según confirmó uno de los letrados que intervinieron en las negociaciones con el Gobierno central.

El Rey, consumado navegante, recibió aquel regalo privado, un yate de 41,5 metros de eslora y uno de los más veloces de mundo, en sustitución del anterior Fortuna, obsequio en 1979 del rey Fahd de Arabia Saudí, que fue desguazado, tras comentar el Monarca: “Ya es un cuatro latas, el pobre”. Los empresarios baleares, del sector turístico en su mayoría, quisieron mostrarle a don Juan Carlos su agradecimiento por su vínculo con Baleares y por la contribución de la familia real al prestigio turístico de las islas.

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El Rey ha renunciado al barco por razones de imagen y austeridad en tiempos de penurias sociales. Llenar los depósitos de carburante para sus motores turbina Rolls Royce costaba más de 20.000 euros. En sus salidas, el Fortuna era escoltado por una unidad de la Armada, una lancha de la Guardia Civil y, a veces, un helicóptero.

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“El yate es un poco nuestro y de aquí, de Baleares. Existe por nuestra voluntad”, detalló uno de los mecenas. La cadena de donantes la montaron especialmente hoteleros del entorno de confianza del Monarca: Gabriel Escarrer, de Melià Hoteles; Gabriel Barceló, de Barceló Hoteles; el editor Pedro Serra, de Última Hora, así como José Francisco de Conrado, un hombre de La Caixa y MicroBank, antes ligado a Patrimonio Nacional.

“Un regalo es un regalo y quien lo posee hace con él lo que quiere”, habían comentado otros dos mecenas, que ahora dan marcha atrás. Financieros bien relacionados también con el Rey contribuyeron a la causa inicial: los hermanos March, de Banca March; los hermanos Fluxá, del grupo Iberostar-Camper; la caja Sa Nostra; el Crédito Balear; La Caixa; Soltour; Air Europa, de Juan José Hidalgo; la eléctrica Gesa; los hermanos Riu, de Riu Hotels; Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán, de Spanair-Marsans; Miquel Ramis, de Grupotel; Jordi Rosselló-Roxa, de Blau Hotels; Abel Matutes, de Fiesta-Palladium Hoteles; Piñero, de Soltur; Carrillo, de Hoteles Globales; el impresor Pep García; el comerciante Antonio Fontanet; el industrial alemán Klaus Graff, de Teka y Puerto Portals, o el hotelero Miquel Vicens. La empresa editora de la revista Hola, Perfumes Puig —ligada a las regatas de la Copa del Rey y al patrocinio de veleros de las infantas—, así como Freixenet, se sumaron a la colecta para construir la nave en Cádiz.

En los años noventa, creció la de moda de poseer barcos rutilantes entre los reyes del pelotazo Javier de la Rosa, con el Blue Legend, y Mario Conde, con el Alejandra. La Zarzuela rechazó el regalo de una nave nueva por parte de Mario Conde. Aquel Fortuna no nato se llamó Corona del Mar y lo adquirió una empresaria gallega. Ahora se vende por una décima parte de su coste, un millón y medio, porque tuvo una grave avería.

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