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El PSOE enfría las primarias a secretario general hasta octubre

Rubalcaba anuncia un choque “irreversible” con la Iglesia si la ‘ley Wert’ prospera

Óscar López, secretario de Organización del PSOE, fue muy claro hace un mes: “La Ejecutiva federal defenderá este principio donde corresponda”. El principio era que “el próximo secretario general del PSOE” sea elegido por los 200.000 militantes del partido, en primarias (como se hace con el candidato electoral), y no por un millar de delegados en un congreso. Una novedad radical en el funcionamiento de un partido centenario. Ayer, López fue más cauto. “Hay quienes defienden la elección del secretario general con el voto directo de los militantes. Podemos debatirlo, y lo haremos en la Conferencia Política de octubre. Habrá opiniones contrapuestas, todas ellas respetables”, afirmó durante una jornada de debate en Oviedo, sin decir expresamente cuál será la posición de la dirección federal. Después remarcó: si finalmente se hace, solo podrá decidirlo un congreso federal.

La apuesta por las primarias para elegir a cargos orgánicos, anunciada por sorpresa por el propio López el 25 de abril en respuesta al desafío de la federación socialista gallega —que hará unas primarias similares en septiembre—, ha generado una intensa discusión en el partido, según varios dirigentes consultados. Muchos asumen que responde a un cambio social imposible de eludir, otros no lo ven claro; pero incluso entre los que la apoyan hay miedo a un salto al vacío tan apresurado y a los riesgos que comporte.

“Elegir al secretario general en primarias supone darle un poder y una legitimidad muy superior al de los órganos de dirección. Si lo hacemos, debemos precisar muy bien cómo, establecer fórmulas de equilibrio para evitar el bonapartismo. Por eso, antes de que la dirección se pronuncie sin matices a favor, debe saber en qué términos lo hará. Todo eso se verá en la Conferencia Política. Pero el debate está ahí y lo vamos a abrir”, dice un miembro de la ejecutiva.

El de las primarias orgánicas fue solo uno de los temas sobre la mesa del auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, donde el PSOE organizó una jornada sobre la “calidad de la democracia”. Allí, el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba lanzó otro anuncio: si el Gobierno aprueba la Ley de Educación o ley Wert tal y como está (haciendo que la asignatura de Religión compute para notas y becas), los socialistas pedirán la revisión del concordato de 1979 con la Santa Sede. Un compromiso que Rubalcaba ya ha asumido varias veces en el último año, pero al que ayer añadió algo más: “Que no se lo tomen a broma.

Si el PSOE hace eso, será una posición irreversible del partido. Si cuestionamos el acuerdo [el concordato] en el Parlamento, lo haremos para siempre y lo cambiaremos cuando gobernemos”, aseguró.

Tanto Rubalcaba como su número dos, Elena Valenciano, defendieron la necesidad de hacer cambios profundos institucionales para frenar la creciente desconfianza ciudadana. Pero con límites: “Hay que reformar la democracia representativa, no destruirla. Eso lleva al totalitarismo. Hay algo peor que los partidos: la ausencia de partidos”, dijo Valenciano. El borrador de propuestas aprobado ayer —no será definitivo hasta octubre— es muy similar al adelantado hace días, aunque se han eliminado algunas (por ejemplo, la prohibición de indultar determinados delitos) y añadido otras: el PSOE propone rebajar el umbral del delito fiscal a la mitad: de 120.000 a 60.000 euros.

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