_
_
_
_
_

La estrategia de defensa de Iñaki Urdangarin ‘sentenció’ a la Infanta

El duque desoyó a La Zarzuela y Telefónica y provocó la venganza de su exsocio

Luis Gómez
Urdangarin y Mario Pascual Vives, el 23 de febrero, junto a los juzgados de Palma.
Urdangarin y Mario Pascual Vives, el 23 de febrero, junto a los juzgados de Palma. Enrique Calvo (REUTERS)

Urdangarin disfrutó una existencia de papel cuché durante 13 años. Perfecto marido, padre, yerno y duque. Una vida regalada, supervisada por la Casa Real y contada por el ¡Hola!. Además, trabajaba: fundaciones e institutos, la apariencia opuesta al ánimo de lucro. Pero su biografía, ahora, ha sido desclasificada. Fuentes consultadas reconocen que no solo no siguió los consejos de La Zarzuela en el proceso judicial sino que su estrategia condujo a la venganza de su exsocio y la imputación de la infanta Cristina.

El 22 de abril de 2009, ¡Hola! y otras publicaciones daban cuenta del traslado de Urdangarin y familia a Washington por motivos profesionales, entre conjeturas sobre su futura residencia en un barrio exclusivo y el también exclusivo colegio que habrían de buscar a los niños. La infanta Cristina sacrificaba su trabajo en La Caixa (que luego recuperó). Hubo una tibia mención a la retirada de Urdangarin del Instituto Nóos. Todo ello, naturalmente, con la autorización del Rey. Era el lenguaje rosa para una familia cuché.

Lo que resultaba ser una operación de alejamiento se hizo mal. Urdangarin se había distanciado de su socio Diego Torres a partir de 2008, salió de sus cargos en las sociedades que habían compartido y abandonó el lugar de trabajo, pero cometió el primer error: dejó en Nóos todos sus papeles; ni se molestó en vaciar su correo electrónico. No tomó ni la más elemental precaución.

“Los correos desestabilizan todo el entorno de Iñaki Urdangarin”

En el verano de 2009 la familia ya estaba en Washington. La felicidad duró dos años. En el verano de 2011, Diego Torres es llamado a declarar por un juez de Baleares. El 7 de noviembre, la policía registra la sede de sus empresas y su domicilio particular. Torres es imputado poco después. A Urdangarin le llega la mala noticia en plenas navidades. El castillo de naipes se desploma. En los registros, la policía encuentra sobre todo ordenadores portátiles y decide hacer un volcado del servidor principal, que está en la sede de la sociedad Virtual Strategies.

Como quiera que en Baleares no hay medios técnicos, el material se envía a Madrid para su examen. Hay algo más de 20.000 correos electrónicos. En las operaciones de búsqueda se emplean muchas palabras clave. Incluso, Rey o Rey Juan Carlos. Toda la información que hay en esos correos es anterior al año 2008. Pero no están todos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Por entonces, Urdangarin lleva tiempo actuando por libre junto a Pascual Vives, su amigo y también su abogado, compañeros del Real Club de Tenis de Barcelona, donde gusta reunirse y hacer deporte gente bien. Pascual Vives había sido en 2008 miembro de la candidatura de Sixte Cambra a la presidencia del Barcelona. No era un abogado de currículum pesado, con casos de especial repercusión. Tanto La Zarzuela como Telefónica (hasta entonces, los patrones del duque de Palma) le recomendaron un cambio de letrado. Urdangarin no hizo caso. Cuando le pidieron copia de sus correos en Nóos, no tenía ninguno en su poder.

El 9 de enero de 2012 se levanta el secreto del sumario y se traslada a las partes el disco con la información que la policía ha recabado de los correos. Será en abril cuando el abogado de Torres, Manuel González Peeters, presente cinco nuevos correos. Se comprueba que no están entre las copias de los registros. Comienza el carrusel.

El duque comete un primer error: se va de Nóos y deja los papeles y los correos

Durante este proceso se produce un episodio que no es anecdótico. En otra operación policial (operación Pitiusa) se halla un pen drive con correos del caso Nóos en el despacho de un detenido, Matías Bevilacqua. Del asunto se da traslado a la fiscalía de Baleares, que procede a una investigación e interroga a los policías que han intervenido en el registro. Interroga también a Bevilacqua, que manifiesta trabajar para el CNI como hacker. En sus cuentas corrientes hay ingresos del Ministerio de Defensa hasta 2010, pero también otros que superan los 140.000 euros durante 2011 y 2012. Bevilacqua manifiesta que son fondos reservados del CNI, que le tienen que pagar en negro como resultado de los recortes. También hay un cheque de 7.000 euros del despacho de Pascual Vives, el abogado de Urdangarin.

Según Bevilacqua, le habían encargado ordenar los archivos del fichero. “Nadie encarga a un hacker un trabajo tan elemental”, responden los investigadores. El cheque se paga en octubre, casi diez meses después de hacerse el encargo. La opinión de los investigadores es que el cheque se hace para darle cobertura a una intervención del CNI en el asunto: el objetivo era recuperar del orden de 10.000 correos más.

Para entonces, la estrategia de defensa de Urdangarin ha sorprendido a los expertos. Nadie entiende que el duque de Palma decidiera no aceptar ninguna responsabilidad en la gestión de las sociedades y tratara de acusar de todo a su exsocio. Hasta el 25 de febrero de 2012, Diego Torres se había dedicado a mantener una defensa clásica: había guardado silencio, aportado documentación y mantenido el criterio de que los contratos eran legales. Urdangarin rompe esa línea y acusa a su exsocio de todos los pecados.

El asunto se complica cuando semanas después, el abogado de Urdangarin se opone a la petición de la otra parte para que eliminen la imputación de la mujer de Diego Torres. Ese hecho se produce entre el 8 de marzo y el 12 de abril. Es la declaración de guerra de Urdangarin. Nadie lo entiende. Ni en la fiscalía, ni en el juzgado… Ni en Zarzuela. “La Infanta no estaba imputada. Podía provocar ánimo de venganza. Ahí se perdió la oportunidad de una sentencia de conformidad”, comentan fuentes del caso.

Empieza entonces la guerra de los correos. “En el 80% de los correos, Torres es remitente o destinatario y en los que no es remitente todos han salido del Instituto Nóos y de la Fundación Deporte y Cultura. Afectan a la investigación. Con los correos, Torres diluye responsabilidades, involucra a los demás en la gestión y queda más a cubierto. La consecuencia ha sido la imputación de la Infanta y la desestabilización del entorno de Urdangarin”.

A Iñaki Urdangarin ya no le sirve la prensa rosa. Los más piadosos dulcifican su segundo exilio, esta vez al desierto, un trabajo secundario, una vida condicional bajo el aire acondicionado. Y a esperar la cuenta atrás. Ahora es carnaza, alimento para las fieras.

Siete paquetes de correos muy esclarecedores

L. G

Los correos de Diego Torres son la respuesta a una estrategia que estalla cuando el 25 de febrero de 2012 el duque de Palma acude a declarar al juzgado y acusa de todos los males a su exsocio. La réplica tardó mes y medio en llegar: un paquete de cinco mensajes muy esclarecedores por las fechas y por su contenido. Por la fecha, porque databan del otoño de 2007, meses después de que, supuestamente, Urdangarin hubiera dejado su trabajo en Nóos. Y, por su contenido: gestiones cerca del Rey para lograr un segundo equipo español en la Copa América de vela.

Desde ese momento, se han sucedido seis envíos más que han sido útiles para la investigación. Fuentes judiciales reconocen que los correos “han marcado” los tiempos de la instrucción “porque han supuesto tomar o repetir declaraciones”. Y los dos intentos de impugnarlos han fracasado. “Hubo testigos que lo ratificaron y ningún mensaje desveló asuntos personales. Han desestabilizado el entorno de Urdangarin”, reconoce una fuente.

El ritmo de entregas es curioso: entre el primero y el segundo envío hubo un silencio de casi medio año (abril a octubre de 2012), para luego hacerse más frecuentes: 9 de enero de 2013 (tercer envío), 16 de febrero de 2013 (cuarto envío), 12 de marzo 2013 (quinto envío), 26 de marzo 2013 (sexto envío) y 6 de abril (séptimo y último).

La estrategia ha sido clara: una, reforzar la posición de Urdangarin como gestor hasta el año 2008, desoyendo las advertencias de La Zarzuela. Dos, colocar a la infanta Cristina como una socia con conocimiento de las gestiones en Nóos y otras sociedades. Y, tres, situar al entorno de La Zarzuela como supervisor y conocedor de las actividades del duque. El Rey, el príncipe Felipe, Corina zu Sayn-Wittgenstein (amiga del Rey), Carlos García Revenga (secretario de las infantas) y el abogado José Manuel Romero (asesor jurídico de la Casa Real) son apellidos ilustres que han desfilado por los correos. ¿Habrá más? Fuentes judiciales creen que lo más fuerte ha sido entregado. “Estamos cerca del cierre de la instrucción”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_