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Rajoy pide a sus barones unidad ante el malestar por la negociación con CiU

El presidente comparece de nuevo sin preguntas y evita nombrar a Bárcenas

Foto: reuters_live | Vídeo: EL PAÍS-LIVE / GORKA LEJARCEGI
Carlos E. Cué

Después de nueve meses sin reunir a su máxima dirección, el presidente del Gobierno hizo un llamamiento a la unidad de los suyos, claramente inquietos por la influencia que pueda tener la Generalitat catalana, gobernada por CiU, en la reforma de la financiación autonómica que ha puesto en marcha el Ejecutivo. Mariano Rajoy convocó a su Junta Directiva Nacional, el máximo órgano del PP, para pedir cohesión y apoyo al Gobierno en un momento especialmente delicado.

Una de las inquietudes de Rajoy en este momento, además de la economía, su prioridad absoluta, es impedir que se resquebraje la unidad dentro de su partido. Su reunión secreta en La Moncloa con Artur Mas —de la que ayer no dijo una sola palabra— y la posibilidad de que entre los dos negocien un nuevo modelo de financiación ha generado un claro malestar entre algunos barones del PP. Y a ellos dirigió el presidente la mayoría de los mensajes políticos con una idea clara: va a dialogar con Mas y con todos, y pide que sus dirigentes territoriales le apoyen.

En la cuestión de la financiación autonómica se concentra ahora la batalla interna y por ahí iban los comentarios de pasillo tras la Junta Directiva. ¿Qué va a pasar con el modelo de financiación? ¿Logrará Cataluña pactar con Rajoy un sistema que le beneficie? se preguntaban.

El presidente trató de calmar a los suyos pero sobre todo hizo una llamada al orden. En su estilo críptico, sin hablar directamente de Mas, ni de Cataluña, ni de casi nada en un larguísimo discurso de 55 minutos, Rajoy les vino a pedir una y otra vez que le apoyen, que no se “distraigan con cantos de sirena”. “Una de las fortalezas del PP es su cohesión interna. Necesitamos más que nunca la unidad de todos. Llevo muchos años en el PP, y sé que lograr que el partido funcione bien es fundamental”, explicó.

Rajoy vino a decir a los suyos que no va a dejar caer en la bancarrota a Cataluña ni a ninguna comunidad autónoma —la otra gran preocupación es la valenciana, cuyo presidente, el popular Alberto Fabra, estaba ayer en el acto— y anunció que seguirá hablando con Mas pese a quien pese.

“Colaboraremos con todos los gobiernos autonómicos como estamos haciendo. Les apoyaremos como lo hemos hecho con el plan de proveedores y otros. Todas las administraciones estamos en el mismo barco. Seguiremos ayudando a los problemas de financiación de las que no pueden salir al mercado. Seguiremos escuchando a todos. Yo escucho a todos, a los de mi partido y a los demás; es mi obligación, aunque algunos no parezcan entenderlo”, señaló como aviso a navegantes. Eso sí, de nuevo sin citarlo expresamente, aclaró que no aceptará negociar sobre la consulta soberanista. “De lo único que no voy a hablar es de lo que se salga de la legalidad. Si alguien quiere cambiar la ley ya sabe lo que tiene que hacer, cuál es el mecanismo”.

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Lo habitual es que nadie hable después del líder en estas juntas directivas. Ayer rompió esa tradición uno de los barones más veteranos, el murciano Ramón Luis Valcárcel. Y precisamente para lanzar un aviso compartido por muchos en el PP sobre la nueva financiación autonómica. Sin citar a Cataluña, pero en una alusión clara que todos entendieron, Valcárcel dijo que el actual sistema perjudica mucho a Murcia y que si se reforma él no quiere ser “más que nadie pero tampoco menos”.

En los pasillos, varios barones comentaban después que Cataluña ya está muy beneficiada con el actual sistema y que confían en que se reequilibren las cosas. En cualquier caso, el pacto es tan difícil que algunos creen que no llegará este año, como pretende La Moncloa. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que ya está hablando con todos, es ahora el principal responsable de encontrar un punto de acuerdo.

Rajoy no dijo una palabra sobre el otro gran asunto que inquieta al PP: el caso Bárcenas. Pese a las crecientes críticas por no aceptar preguntas de la prensa —lleva más de tres meses sin hacerlo en España, hoy lo hará obligado por la visita de Ban Ki Moon, secretario general de Naciones Unidas— el presidente insistió en una comparecencia sin preguntas transmitida a través de una pantalla.

El partido prácticamente no se reúne y lleva cinco semanas sin dar ruedas de prensa. Muchos dirigentes piden más explicaciones, un mensaje claro. Alicia Sánchez Camacho, líder del PP catalán, lo dejó claro: “Aunque Bárcenas haya robado al PP, además el PP debe dar explicaciones a todos los españoles”, aseguró a la entrada de Génova 13.

Pero Rajoy no está por la labor. De nuevo ni siquiera nombró a Bárcenas. A la misma hora en que François Hollande, el presidente francés, comparecía en París —también sin preguntas— para señalar que el hecho de que su dimitido ministro de Hacienda, Jérôme Cahuzac, tuviera una cuenta en Suiza, es un “ultraje a la República”, Rajoy insistía en fingir que su extesorero y sus cuentas en Suiza no existen.

Tampoco la secretaria general, Dolores de Cospedal, que habló antes que el líder, citó el nombre, aunque sí dijo algo que parecía referirse a él: “Algunos que han pasado por el partido han dejado huella. Otros, una huella que no nos gusta. Pero el partido no son ellos. El partido son sus 700.000 afiliados”. Rajoy se limitó a asegurar que ya ha dicho todo lo que tenía que decir de este asunto, que ha propuesto medidas contra la corrupción y animó a los suyos a confiar en que la tormenta pase rápido: “Espero que pronto podamos decir que todo esto es una historia pasada”.

Llamada a aguantar la presión social

C. E. C., Madrid

El PP lleva 15 meses en La Moncloa, y prácticamente no ha tenido un momento de respiro. Su deterioro en las encuestas es evidente, la presión social crece cada día y sus dirigentes viven cada vez más —algunos lo cuentan en público, otros solo en privado— situaciones muy desagradables de enfrentamientos con ciudadanos anónimos. En ese contexto, y con la presión de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y de los afectados por las preferentes presente en casi todos los actos del PP —ayer había una decena de manifestantes en la puerta— Mariano Rajoy pidió a los suyos a aguantar el chaparrón con la promesa de que vendrán tiempos mejores, habrá crecimiento en 2014 y la cosa se calmará.

El presidente hizo una especie de manual de la resistencia: “Para gobernar hay que tener personalidad. Nadie puede estar en un Gobierno y pretender que no haya críticas. Pero hay que tener la fortaleza suficiente para no hacerles caso. Hay que escuchar a todos, pero el PP tiene que atender a los intereses generales. Nadie puede pretender que todo lo que se diga de él sea bueno, eso sería muy negativo”.

Rajoy también quiso hablar de los escraches. Y lanzó un mensaje interno muy aplaudido: insinuó que solo se los están haciendo a dirigentes del PP por ser del PP. “Entiendo el malestar y el drama de los desahucios. Pero no es nuevo. En 2011 [con el PSOE en La Moncloa] también había desahucios, 77.000. Y entonces nadie hizo nada y nadie protestaba. Nadie”. “La intimidación es contraria a la democracia. Nadie merece ser acosado o denigrado. Y mucho menos si es un representante elegido por la mayoría de los españoles. Lo que les pasa a los diputados del PP, su pecado, es haber sido elegidos por la mayoría. La mayoría no puede ser coaccionada por una minoría”, remató.

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