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Noruega expulsa a Ternera y otros dos jefes de ETA al no avanzar el desarme

Los dirigentes terroristas llevaban acogidos en el país nórdico desde finales de 2011

Josu Ternera, en un mitin de Euskal Herritarrok en Sodupe (Bizkaia) en 2001.
Josu Ternera, en un mitin de Euskal Herritarrok en Sodupe (Bizkaia) en 2001.txema fernández (EFE)

Las autoridades noruegas han expulsado de su territorio a los líderes de ETA José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, David Plá e Iratxe Sorzabal después de que la banda terrorista haya rechazado dar pasos hacia la entrega de las armas y la disolución. Según adelantó la cadena SER, los dirigentes etarras abandonaron el país nórdico a mediados del pasado febrero y probablemente se han refugiado en Francia.

La cúpula etarra llevaba acogida por Noruega desde finales de 2011, coincidiendo con el anuncio del cese definitivo de la violencia realizado por la banda. El pasado enero, las conversaciones que Ternera, Pla y Sorzabal mantenían con la Comisión Internacional de Verificación —un grupo experto en resolución de conflictos compuesto por expertos militares y policiales de varios países— naufragaron ante la ausencia de “gestos” que demostraran la voluntad de paz de los etarras. Este fracaso provocó que las autoridades de Oslo ordenaran la salida la dirección de la banda de su territorio. Francia y España ya habían solicitado al país nórdico que dejara de acoger a los miembros de ETA, que están buscados por la justicia.

Durante su estancia en Noruega, los etarras han mantenido varios encuentros con los verificadores internacionales y con representantes de la izquierda abertzale desplazados desde el País Vasco. Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió en el fallido proceso de paz de 2006, en esta ocasión el Gobierno español no ha enviado a ningún interlocutor para negociar con los etarras.

El último contacto entre ETA y los verificadores internacionales se produjo en enero. Según diversas fuentes, los etarras rechazaron de plano realizar ningún movimiento nuevo, ni siquiera una entrega simbólica de armamento, y se encastillaron en su idea de que el Ejecutivo de Mariano Rajoy tomara la iniciativa. Para comenzar los movimientos de disolución, los representantes de la banda exigían garantías sobre el futuro de los presos y de los huidos de la justicia.

Entre el 18 y el 20 de febrero, los miembros de la Comisión Internacional de Verificación viajaron al País Vasco para mantener diversos encuentros con fuerzas políticas, sociales y sindicales. En estos contactos, los verificadores transmitieron el mensaje de que ETA había ratificado que la decisión de renunciar a la violencia seguía siendo clara, pero que esperaban gestos por parte del Gobierno español.

Fuentes de la lucha antiterrorista apuntaron que el fracaso de las conversaciones con los verificadores obedece a tensiones internas en la banda entre partidarios del desarme y un sector proclive a la lucha armada. Según las fuentes, una entrega de armas, aunque fuera simbólica, en medio de estas disensiones podría provocar una ruptura no solo en el seno de ETA sino también en Sortu, la nueva formación legal de la izquierda abertzale, informa Efe.

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El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, afirmó este martes que la salida de los etarras de Noruega “no haría sino confirmar lo que el Gobierno lleva diciendo desde hace un año: que ni ha negociado ni va a negociar con ETA”. Por su parte, el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, juzgó “inquietante y preocupante” que la banda no haya iniciado su “desarme efectivo” año y medio después del cese definitivo de la violencia.

Sortu acusó al Gobierno español y al PP de mantener una actitud de “boicot” y “obstrucción”. Y aseguró que en la sociedad vasca “existe una mayoría que exige diálogo, acuerdos y compromisos”.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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