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“Avisamos al consejero de que nos estaban ordenando acciones delictivas”

“Gamón ordenó esa barbaridad porque, según él, González tenía interés”, asegura uno de los agentes implicados en el caso del espionaje en Madrid

Ignacio González y Francisco Granados (con gafas), en un acto del PP en mayo de 2010.
Ignacio González y Francisco Granados (con gafas), en un acto del PP en mayo de 2010.ÁLVARO GARCÍA

José Oreja trabaja como asesor de seguridad en la Comunidad de Madrid. Este agente de la Guardia Civil fue fichado a finales de 2007 por el entonces consejero de Interior, Francisco Granados. Desde 2009 Oreja está imputado, junto a otros dos guardias civiles, un empleado autonómico y un policía nacional, en un caso de espionaje político pagado con fondos públicos y ordenado supuestamente por el Ejecutivo de Esperanza Aguirre contra sus adversarios dentro del propio partido (Manuel Cobo, entonces vicealcalde de Madrid, y Alfredo Prada, entonces consejero de Justicia). Oreja ha denunciado ante la juez que se negó a hacer el espionaje por considerarlo ilegal y protestó ante el consejero Granados, sin que este hiciera nada por evitarlo. Ahora, lo explica en EL PAÍS.

P. ¿Cómo llega a la Comunidad de Madrid?

R. A través de un compañero de la Guardia Civil, actualmente en excedencia, militante del PP y relacionado con el exconsejero Francisco Granados.

P. Entra como asesor del consejero, pero ¿quién era su jefe directo?

R. Nada más llegar, el señor Granados nos presenta tanto a mis compañeros como a mí, al director general, Sergio Gamón, poniéndonos a su disposición.

P. ¿Cómo es la primera reunión con Gamón donde les plantea la tarea que usted cree ilegal?

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R. Le voy a responder con mi declaración ante el juzgado número 5 de Plaza Castilla. A principios de 2008. La propuesta que nos hacen el director y el subdirector nos parece una locura por dos motivos. Uno, por las personalidades de que se trata, autoridades legalmente constituidas o designadas. Y dos, porque para conseguir cualquier información relevante habría que obtenerla de forma irregular, mediante actuaciones delictivas. La orden nos la dan verbalmente en el despacho del director general.

P. ¿Plantearon alguna objeción en aquella reunión?

R. Cuando se produjo la reunión, ya habían transcurrido tres o cuatro meses desde nuestro nombramiento, tiempo suficiente para darnos cuenta de que el director, el subdirector y los tres policías formaban un grupo consolidado, con relaciones históricas y con apoyos por encima del consejero Granados. La exmujer del señor Gamón, la señora Laviana, explicó en EL PAÍS que su marido, y cito textualmente, “empezó a investigar a Prada casi desde su nombramiento, en 2006. No tenía la infraestructura, pero estaba espiando desde el principio. Ignacio González [entonces vicepresidente de la Comunidad] recibía anónimos, y como había enfrentamiento entre González y Prada... desde el principio empezó a investigar a Prada..., hacía ese trabajo solo con Miguel Castaño, al que fichó como subdirector”. Lógicamente, después de recibir la orden, nos dirigimos al consejero Granados. Se nos consideraba hombres del consejero. Empezó a surgir el enfrentamiento lógico con la dirección general, para los que ya empezábamos a ser tres estorbos, generándose problemas de convivencia. En aquellos momentos, los tres guardias formábamos un grupo cohesionado compartiendo todas nuestras inquietudes y problemas,

P. ¿Qué le dijeron al consejero y que les contestó?

R. Me remito a mi declaración hecha en el juzgado. Le expresamos nuestra repulsa a realizar esta labor y nos dijo que no hiciéramos caso. Le contestamos: 'Si quieres, no le hacemos ni caso, pero es el que manda en la dirección'. Le advertimos de que lo que nos estaban ordenando podría ser una acción delictiva per se, amén de los fines que se persiguieran. Y Granados nos respondió: 'Para mí, Gamón es una mosca que con un movimiento de mis dedos la puedo desplazar al pupitre de delante'. Pero nos dimos cuenta de que mandaba el director y que las instrucciones no le vienen del consejero.

P. ¿Cuántas veces le dijeron al consejero Granados que no querían hacer los trabajos que le encargaba el señor Gamón?

R. Las suficientes como para tomárselo en serio, y haber destituido al señor Gamón, haber dimitido él mismo, o mandarnos a nosotros a nuestra casa.

P. ¿Cómo se producen los primeros seguimientos?

R. Por parte de los tres guardias civiles, nunca hubo seguimientos. Ninguno de los tres guardias civiles tenemos un perfil profesional que se ajuste a las necesidades que tenían estos señores para obtener información. Por otra parte, carecíamos de medios para realizarlos. Estos ingredientes generan una realidad imposible. Mire usted, a día de hoy tengo claro que nos trajeron aquí para cualquier cosa menos para los objetivos que nos marcaron.

P. Hay seguimientos que se prolongan hasta la madrugada en la puerta de algún restaurante donde Prada estuvo cenando con su hija. ¿Les obligaban realmente a estar en esos lugares?

R. Le insisto, no hay seguimientos. Y si estaba en un determinado lugar, era porque me obligaban a estar allí. Y estar, no es seguir.

P. En los partes se describe unos seguimientos en moto... ¿Quién los hacía?

R. Le voy a responder de la misma manera que respondí un día al señor Castaño: si hay que ir se va, pero ir para nada... y con esto nos relajamos, porque no sé cómo tengo que decirle que nunca he hecho seguimientos.

P. Usted declaró a la juez que a los mandos del departamento también les interesaba Ruiz-Gallardón o Cristina Cifuentes... ¿Sabe usted si realmente se les siguió? ¿Les explicaron exactamente por qué había tanto interés en aquellas personas?

R. No. A nosotros no nos han explicado nunca nada. En la reunión en la que nos marcaron los objetivos, nos dijeron que tenía especial interés don Ignacio González.

P. ¿Pensaron que se trataba de cuestiones de rivalidad política?

R. En aquellos momentos, no tenía ni idea. En estos momentos, lo tengo clarísimo. Me remito a lo declarado ante su señoría por escrito. Creo que las notas que me exigían elaborar y entregar tenían como único objetivo hacerme cómplice de las barbaridades que me mandaban estos dos señores.

P. Cuando la policía les llamó por primera vez, ustedes negaron todos los hechos. ¿Por qué?

R. Porque yo no he hecho ningún seguimiento, y de manera rotunda, así lo declaré. Aquel día citaron a los tres guardias, a una persona que no estaba en el momento de los hechos en la Comunidad de Madrid y a un contratado laboral, ajeno a esta realidad, todos inocentes. A esto sume usted lo que nos dice el comisario instructor nada más llegar: “No sé por qué habéis venido, yo no habría venido, esto son cosas de la fiscalía y de los políticos”. Y a esto sume usted que no llaman ni al director general, ni al subdirector, ni a ninguno de los policías.

P. ¿Escuchó a Gamón referirse expresamente a González para justificar por qué había tanto interés en seguir a esos políticos?

R. Yo lo único que escuché es que el señor Gamón nos ordenó esa barbaridad porque, según él, el señor González tenía especial interés.

P. ¿Entiende por qué se involucró a su compañero José Manuel Pinto, empleado público de la Comunidad de Madrid, en la supuesta trama?

R. José Manuel Pinto no es mi compañero. Podemos hacer las conjeturas que usted quiera, pero los hechos son los siguientes: si yo vi escribir al señor Castaño [director general de Seguridad] en las notas de trabajo que entregaba en la dirección general, y la Policía dice que el autor de la letra es José Manuel Pinto, o las notas son falsas, o la Policía se ha equivocado.

Las sospechas sobre el presidente y el senador

Ignacio González y Francisco Granados nunca se llevaron demasiado bien cuando compartieron mesa en el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, presidido por Esperanza Aguirre. Ahora, la investigación del supuesto caso de espionaje político en la Comunidad de Madrid les apunta como responsables de lo ocurrido. El guardia civil José Oreja ha declarado al juzgado que instruye el caso que Granados, que era consejero de Interior cuando ocurrieron los hechos, conoció que les estaban ordenando el espionaje ilegal a adversarios políticos de la presidenta Aguirre pero no hizo nada por evitarlo. Granados es ahora senador y cualquier imputación, si la juez cree que hay indicios suficientes, debe pasar por una decisión del Tribunal Supremo, con lo que el caso dejaría de instruirse en un juzgado de Plaza de Castilla, como hasta ahora. Ignacio González era vicepresidente cuando se produjeron los supuestos seguimientos pagados con fondos públicos y el agente José Oreja asegura que era el dirigente político que inspiró esas actuaciones ilegales. Oreja ha declarado que su jefe le ordenó ese trabajo porque tenía especial interés en él Ignacio González.

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