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El barón que torció el brazo a Feijóo

Baltar fue responsable a la vez de haber afiliado al PP al presidente de la Xunta en 2003 y de propiciarle después las mayores humillaciones políticas

Homenaje en junio a Baltar en Ourense.
Homenaje en junio a Baltar en Ourense.Nacho Gómez

El hombre que llenó la saca de votos del PP con porcentajes del 70% en los feudos que controlaba, el autodenominado “cacique bueno” que llegó a reclutar al lugarteniente de su eterno rival, el socialista Pachi Vázquez; el que pasaba lista cada domingo electoral al mediodía para saber quién había votado y llamar a capítulo a los rezagados; el barón que mandó durante 20 años ininterrumpidos en Ourense y decidió perpetuarse en la figura de su hijo que ahora gobierna la provincia y el partido; el mismo que ordenó encerrarse en un piso durante días a cuatro diputados gallegos para amenazar a Fraga con romper su mayoría y también el Gobierno si contradecía sus deseos… El que recorría pueblos y aldeas con su inseparable trombón y la melodía de “si no eres del PP, jódete” o sacaba del bolsillo 3.000 euros para pagar a tocateja una subvención a las puertas del mitin.

Todos esos personajes encarnó José Luis Baltar, responsable a la vez de haber afiliado al PP a Alberto Núñez Feijóo nada más aterrizar de Madrid en 2003 y de propiciarle después las mayores humillaciones políticas. En las autonómicas de 2005, cuando el flamante vicepresidente de la Xunta recién ungido por Fraga tras la catástrofe del Prestige y de un sinfín de intrigas internas que acabaron por descabalgar al eterno delfín, Xosé Cuiña Crespo, el propio Feijóo aseguró que le gustaría encabezar las listas de su provincia natal, Ourense. Baltar lo animó a “foguearse” en otra circunscripción y alegó que para ese puesto ya había pensado en una mujer, Amparo González, una desconocida en el partido que sesteó durante cuatro años en el escaño y de la que nunca más se supo. El todopoderoso cacique confesaría después a sus íntimos que la maniobra solo trataba de cerrar el paso al pupilo de Romay Beccaría, una suerte de demonio para el sector más rural del PP.

Que el expresidente de la Diputación, del PP provincial, del equipo de fútbol de la ciudad y de casi todo en Ourense nunca ha tenido sintonía con el jefe del Gobierno gallego no es un secreto para nadie. La historia viene del pleistoceno del PP, de las repetidas pugnas entre boinas y birretes, que encarnaban dirigentes como el propio Baltar en Ourense, el fallecido Xosé Cuiña en Pontevedra y Francisco Cacharro Pardo en Lugo frente al ala más urbana de Romay Beccaría y Mariano Rajoy.

Feijóo, pese a decantar la guerra con su triunfo en el congreso de la sucesión de Fraga del lado de los birretes, aún tuvo que sufrir algunos efectos colaterales. Baltar solo lo respaldó cuando vio que su hombre, Xosé Cuiña, no tenía apoyos. Su decisión aupó a Feijóo a líder del PP gallego. El todopoderoso barón esperó a pasar la factura y en enero de 2010 decidió por su cuenta y riesgo legar la dirección provincial del partido a su hijo. Desoyó las llamadas desde la cúpula del PP gallego para garantizar su independencia en el cónclave interno y aún tuvo tiempo de replicar: “Eso no se le puede pedir a un padre”.

Levantó el teléfono por última vez para recordar a sus alcaldes que su vástago debía ser el elegido. Y poco importó que Feijóo urdiera una candidatura en su contra. En Ourense volvió a ganar Baltar y durante el cierre del congreso la militancia se permitió algunos silbidos contra el actual presidente de la Xunta.

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