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Educación se aviene a negociar la ley tras el rechazo total

La oposición amenaza con un conflicto social si se toca la escuela en catalán

El ministro de Educación, José Ignacio Wert, durante su intervención en el Congreso. Detrás, el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida.
El ministro de Educación, José Ignacio Wert, durante su intervención en el Congreso. Detrás, el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida.ÁLVARO GARCÍA

“Día duro en la oficina, señor ministro”. Esta apreciación, del diputado socialista Mario Bedera, en tono solidario, con el titular de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, resumió este miércoles el clima en el Congreso de los Diputados después de que todos los portavoces de los grupos parlamentarios, por la mañana y por la tarde, arremetieran contra el ministro desde todos los ángulos para atacar el anteproyecto de la futura Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). La oposición en bloque amenazó al Gobierno con un conflicto social de honda magnitud si cambia el modelo lingüístico de la enseñanza en catalán, lo que llevó al ministro a aflojar sus postulados e incluso a señalar que no se había comprendido bien el sentido del borrador.

“Podemos encontrar una nueva fórmula sobre la enseñanza en catalán”, dijo el ministro, aunque, no se apeó de que debe haber “convivencia lingüística”. Un torrente de intervenciones de portavoces parlamentarios asaeteó al ministro en la sesión de control al Gobierno durante toda la mañana, pero el titular de Educación hizo doblete y pasó toda la tarde en la comisión sectorial. La mano tendida del ministro se apreció con más claridad y tono más distendido en esta sesión.

En su turno de réplica, cuando todos los portavoces pusieron objeciones a muchos aspectos de la futura ley, Wert se mostró dispuesto a “acuerdos parciales, sin prejuicios, sin líneas rojas, y en aras de prestar un servicio al país, y no solo a la comunidad educativa”. También ofreció “diálogo sobre todas las cuestiones”, aunque, al menos en sede parlamentaria, aún no se ha manifestado, por lo que este fue el reproche formal que recibió el “borrador”, como insistía el ministro en denominarlo para quitarle el aire de proyecto acabado.

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Tanto la defensa hilada por Wert como las objeciones de la oposición dejan claro que los aspectos polémicos de la futura ley trascienden el debate lingüístico. Y en este sentido se pronunciaron también todos los portavoces en la Comisión de Educación. El socialista Mario Bedera criticó, por ejemplo, que se “haya pactado con la Conferencia Episcopal antes de que con la comunidad educativa”. Tras insistir en que si el Gobierno rompe el pacto sobre la enseñanza de la religión, los socialistas abogarán por que salga del currículo escolar y se imparta fuera del horario lectivo, lamentó que se utilice el modelo lingüístico como “cortina de humo para desviar la atención de los asuntos de más calado”. Esto es, la calidad, la equidad y la segregación social.

En cualquier caso, si el debate de la tarde diseccionó los aspectos más conflictivos del borrador, toda la mañana estuvo dedicada al conflicto con Cataluña por la afectación del bilingüismo que es considerado por los grupos parlamentarios como “la mayor agresión hecha al catalán en 35 años de democracia”. Esta aseveración se escuchó de Alfred Bosch, de ERC; de Joan Coscubiela, de ICV; de Francesc Vallès, del PSC, y de Josep Antoni Duran Lleida, de CiU. El portavoz de este grupo se reservó la defensa de una interpelación al ministro sobre “la discriminación del catalán”, para dejar claro que el jefe de filas de este grupo situaba esta materia como prioridad absoluta para su formación. “Intentaron acabar con el catalán Felipe V y Franco y no lo lograron; ustedes tampoco”, advirtió. También recordó tiempos pasados, cuando también gobernaba el PP, pero “necesitaba” a CiU al carecer de mayoría. “Cuando el presidente José María Aznar hablaba catalán en la intimidad no se cuestionaba el modelo lingüístico que es el mismo que el de ahora”, recordó Duran. Hubo mucha épica en las intervenciones de los portavoces, poniendo por delante la voluntad “de todo un pueblo”.

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El propio Duran advirtió que no iba a hacer un discurso técnico sino político y de sentimientos. “Los catalanes tenemos sentimientos y uno de ellos es la lengua, que supone el nervio de la identidad catalana. No es negociable, señor ministro, nuestra lengua no es negociable”, clamó Duran desde la tribuna de oradores.

Tanto en la réplica a este portavoz como al de anteriores portavoces, Wert aguantó en un notable ejercicio de contención, a pesar de que recibió la catarata de descalificaciones políticas más duras que se han escuchado en los últimos tiempos. Pese a conminaciones como la del portavoz de ERC —quien advirtió: “Ni se le ocurra tocar el catalán, porque chocará con un gigante, con una nación dispuesto a defender a sus hijos”—, el ministro se escudó en un “error de comprensión” y defendió que las lenguas cooficiales tendrán un tratamiento “razonable y proporcional”.

Estas mismas palabras las utilizó la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, que acudió a la Cámara baja para reunirse con Wert y trasladarle sus peticiones de “mejora” del borrador de la ley. La popular entregó al ministro un documento que defiende que el catalán no puede ser considerado una asignatura de especialidad, sino una asignatura de lengua autonómica, equiparable, según el PP, a una troncal y que por tanto, en Cataluña ningún idioma impondrá su jerarquía sobre el otro.

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