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Mas ofrece un pacto estable a ERC para impulsar su plan soberanista

CiU intentará apoyarse en los republicanos para mantener viva la ruta que llevaría a una consulta popular, pero no cierra la puerta al PSC Los recortes, sin embargo, dificultan todos los acuerdos

Fuente: elaboración propia.
Fuente: elaboración propia.EL PAÍS

Convergència i Unió amaneció ayer debilitada por los resultados electorales del domingo y con la responsabilidad de tener que gobernar Cataluña en medio de la crisis económica, con una mayoría diezmada y con unas bases que le exigen mantener la hoja de ruta soberanista. Artur Mas necesita apoyos. El mismo presidente, tocado por el varapalo del domingo, lo reconoció ayer ante la ejecutiva de su partido. El primer paso fue llamar a Esquerra Republicana, pero algunos sectores de CiU mantienen que no puede cerrarse la puerta al Partit dels Socialistes (PSC).

Mas se reunió ayer con la dirección de CiU entre caras largas. A la salida hizo de la necesidad virtud y dijo que, en cumplimiento del veredicto de las urnas, no puede gobernar en solitario. “Asumo mi responsabilidad de forma parcial, pero no total; otras formaciones tendrán que asumir la parte de responsabilidad de gobierno que han querido los ciudadanos”, dijo. “Necesitamos un Gobierno fuerte y un Parlamento estable”, insistió sin detallar si busca un Gobierno de coalición o apoyos externos.

El dilema está servido en la federación nacionalista. Tanto los 21 diputados de Esquerra Republicana como los 20 del Partit dels Socialistes (PSC) son suficientes para garantizar la mayoría parlamentaria. También lo serían los 19 del PP, pero por ahora los puentes están rotos entre ambos partidos. Ante este panorama, lo que intentará CiU en primera instancia será cerrar un pacto de legislatura con uno de ellos. “Ya no es posible la geometría variable”, dijo Mas.

Tradicionalmente, Convergència ha tenido más voluntad de entendimiento con Esquerra Republicana que su socio, Unió Democràtica. Mas y su entorno son partidarios de un acuerdo con los republicanos, algo que garantizaría apoyos suficientes para seguir adelante con el plan soberanista, consulta incluida, por mucho que los resultados de CiU del domingo obliguen a ralentizar el órdago.

Los republicanos piden a CiU un calendario por la consulta soberanista

El problema es que Esquerra ya ha dicho que no aceptará nuevos recortes sociales. Su líder, Oriol Junqueras, acaba de reconstruir el partido de la devastación que dejaron en sus filas siete años de apoyo a los socialistas en la Generalitat. Y los republicanos no quieren volver a quemar las naves si no tienen la garantía de que el destino final es la independencia. Junqueras lo resumió ayer tras reunir a la dirección del partido. “Reclamamos una agenda nacional clara y concisa, que incluya la fecha y las condiciones de celebración del referéndum”, manifestó antes de añadir: “No avalaremos más recortes”.

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Esto, y la tradicional inestabilidad interna de ERC, un partido de base asamblearia, genera enormes suspicacias en Unió Democràtica, un partido basado en el liderazgo del conservador Josep Antoni Duran i Lleida.

La estrategia es pues ofrecer el acuerdo a ERC y solo llamar a la puerta del PSC si Convergència i Unió es capaz de convencer a sus bases de que no hay otro remedio. Convencidos hasta el domingo de que Cataluña se encaminaba inexorablemente hacia la independencia, cualquier intento de pacto con el PSC generará, de entrada, un gran descontento entre la militancia convergente. Otra cosa es que las élites de Cataluña sí hayan comenzado a dar señales ya de que el acuerdo sociovergente sería lo mejor para garantizar la estabilidad del Gobierno. Por todo esto, tanto en CiU como en el PSC están convencidos de que Mas llevará algún tipo de negociación paralela tanto con Junqueras como con el socialista Pere Navarro. El líder nacionalista reconoció que la negociación será complicada y pidió “cierta intimidad” para llevarla a cabo. Ayer solo se intercambiaron mensajes y llamadas de felicitación.

Los socialistas exigen el fin de los recortes y aparcar la apuesta secesionista

De momento, Mas intentó ayer meter presión a Esquerra Republicana. Y Duran i Lleida no le dejó solo en la estrategia. Ambos defendieron en una conferencia de prensa conjunta que buscan un socio estable para garantizar el derecho a decidir de los catalanes, pero también para gestionar la ingratitud de la crisis. “La consulta y el derecho a decidir es básica, pero el país se tiene que gobernar día a día”, recalcó Mas. Y Duran le asistió: “Sin el Gobierno del día a día no se podrá convocar la consulta”. Pese a las tradicionales reticencias de Unió, Duran no dudó en llamar directamente a los republicanos: “Priorizaremos la segunda fuerza del Parlamento”.

Los recortes sociales serán un escollo tanto para pactar con los republicanos como para intentar un acercamiento al PSC. Mas ha defendido con ahínco durante toda la legislatura la política de ajustes de la Generalitat, que ha sido la más dura de todos los Gobiernos autonómicos. La oposición le ha recriminado que, más allá de los recortes obligados por la falta de dinero, CiU ha pasado la tijera por una cuestión ideológica. Ayer Mas lo negó rotundamente en un intento de suavizar aristas. “Los recortes no se hacen por capricho; los ha impuesto Europa y los ha distribuido, mal, Madrid”. Y por si quedaba alguna duda de lo que le espera al futuro gobierno catalán, concretó: “Las dificultades serán exactamente las mismas dentro de unas semanas”. O sea, que habrá recortes. Unos 2.000 millones si no fallan las previsiones del Gobierno saliente.

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Tanto socialistas como republicanos han insistido en campaña que aceptarían algunos recortes si, antes, se buscan nuevas vías de ingresos a través de impuestos. ERC exige una tasa sobre las cuentas bancarias y los socialistas un aumento del IRPF o del impuesto de patrimonio para las rentas altas. CiU no ha querido hablar en ningún momento de incrementar la carga impositiva de los catalanes y ni siquiera se ha mostrado favorable de dar marcha atrás en la eliminación del impuesto de sucesiones a las rentas más elevadas que aprobó ya en plena crisis económica.

Artur Mas tiene ahora 30 intensos días por delante. El Parlamento de Cataluña debe construirse en un plazo de 20 días hábiles, lo que hace prever un desenlace de las negociaciones poco antes de Navidad. Ayer, Oriol Junqueras se mostró dispuesto a escuchar, pero ERC sigue desconfiando de Convergència i Unió, tanto desde el plano nacionalista como desde la perspectiva económica. Lo probable es que, de entrada, los nacionalistas ofrezcan a los republicanos la presidencia del Parlamento catalán, algo que facilitaría el comienzo de las negociaciones. Pero los republicanos pedirán mucho más. De entrada, que CiU abandone sus pactos con el PP en centros de poder como la Diputación de Barcelona.

Los socialistas tampoco mostraron ayer ninguna disposición al pacto con CiU. El órdago secesionista de Mas les aleja de un posible acuerdo de investidura o de Gobierno, ya que el PSC sigue defendiendo una reforma constitucional para avanzar hacia la España federal. La otra cuestión que hace muy difícil el acercamiento son los recortes realizados por CiU y los anunciados por el presidente de la Generalitat en la campaña. El PSC, por el contrario, defiende dar marcha atrás el tijeretazo y aprobar nuevas medidas fiscales.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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