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Miles de policías protestan en Madrid por los recortes

Piden el fin del “maltrato administrativo” y que se cuide su imagen pública

Protesta de policías, ayer en Madrid.
Protesta de policías, ayer en Madrid. SUSANA VERA (REUTERS)

No solo protestan por una reducción de un 5% de su sueldo o porque les hayan quitado la paga de Navidad. Es también casi una cuestión de imagen: “No somos esos que salen en las fotos pegando a manifestantes, aunque seamos del mismo colectivo. Nosotros servimos a la sociedad, no a los Gobiernos”, aseguraba ayer Luismi Llorente, agente de Homicidios.

Bajo la llovizna, agarrando una pancarta reivindicativa, barba recortada, cabeza al cero sobre más de 90 kilos, Llorente se explaya: “Los movimientos sociales al final se hacen oír; hay que insistir. Perdemos derechos a base de decretazos y nos hacen quedar mal ante la sociedad”, asegura rodeado de miles de compañeros de Policía Nacional, Local, Ertzaintza, los Mossos d’Esquadra o la Guardia Civil que ayer a mediodía tomaban el centro de Madrid.

Horas antes, sobre las cinco de la madrugada, este policía esperaba junto a un compañero de Homicidios en una rotonda desierta del extrarradio alicantino. Habían dormido dos horas, en parte por culpa de sus hijas y por el subidón de más de 15 horas tras un asesino al que cogieron antes de la medianoche. Esperaban a uno de los 92 autobuses llenos de policías que a esas horas recorrían las carreteras españolas rumbo a Madrid, deseosos de echar una cabezada; pero al llegar el bus, había un rumor alegre que no les dejaba. Los veteranos recordaban en la parte delantera batallitas de cuando el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) crecía en la clandestinidad mientras que en la parte trasera los jóvenes charlan de cosas más mundanas: el precio de la gasolina, algún chiste (“Si no viene Willy Toledo, menuda mierda de manifa”). Pero conforme subía la temperatura política de las conversaciones se oían frases, raras cuanto menos, en boca de un policía: “La desobediencia civil es un arma democrática”, “la sociedad está por delante de la ley” o “los ricos tiene más conciencia de clase”.

“La gente que está aquí”, explicaba Manuel Soler —sindicalista, 34 años en activo—, “es la que está a pie de calle, la que tiene principios y se implica en el trabajo”. Soler, que lleva la voz cantante en el autobús, habla de un profundo malestar. En julio, la policía salió a manifestarse con la ciudadanía y, en Barcelona, hace dos meses en plena jura de cargo, una nueva hornada de 546 policías dio la espalda a los altos mandos para aplaudir a los sindicatos que protestaban durante el acto. “¿Qué esperan?”, apunta Soler. “La única diferencia entre llevar un día en el trabajo o 35 años son 300 euros. Un policía gana 1.200, da para comer y pagar el piso. La mayoría es gente joven con los problemas que cualquier indignado. Salen de la academia y el ministro les da una porra para que se pongan a repartir palos; pues eso nos cuesta aceptarlo. Y menos que les quiten la paga o el seguro médico. Mucho calabozo, muchos expedientes y muchas expulsiones hemos vivido ya para esto”, sentencia el veterano.

Es mediodía, llegan los autobuses en comitiva al centro de la capital. “Gente como la de Vigo lleva 10 horas en un bus; o los que llegan de Cádiz”, apunta Soler. Una traca anuncia a los valencianos, suenan gaitas gallegas, los andaluces representan la agonía de un Cristo policía fustigado por dos hombres con caretas de Rubalcaba y Rajoy. La Local de Madrid se acuerda de la alcaldesa Ana Botella. José Luis Guedes —canario, 19 años de servicio— asegura que en Canarias no pueden pagar ni la ITV de los coches. Enrique —35 años de servicio en Madrid— se queja del retraso en la jubilación —“de los coches patrulla saldrán parejas de ancianos”—. Víctor, venido de Vigo, apunta que la delincuencia comienza a repuntar “digan lo que digan las encuestas estatales”.

Y el policía más antiguo vivo, Severiano Arnáiz, de tiempos de la República, abre la comitiva a sus recién cumplidos 101 años. “El salvajismo está en todas partes”, dice al recordar la noche del 25-S en Atocha.

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La mañana de ayer Madrid alojó la mayor manifestación de policías de la historia de España: 8.000 según los policías que vigilaban, 11.000 según los policías que se manifestaban. No quieren ser “esos represores que salen en las televisiones”. “Los garbanzos negros sobran”, dice José Manuel Sánchez Fornet, secretario general del SUP (convocante junto con el Sindicato Independiente de la Policía). Pero que no les metan a todos en el mismo saco. Que investiguen a los violentos. “Sabemos de qué parte estamos”, apunta Fornet. Y, además, que se pague “un sueldo digno”. Una pancarta lo resumía: “Ciudadanos, os pedimos perdón por no poder detener a los auténticos responsables de la crisis, banqueros y políticos”.

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