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“El rumbo era lo peor: nos llevaban en un féretro flotante para ahogarnos”

El capitán del ‘Prestige’, Mangouras, afirma que España le trató “como un criminal o incluso peor”

Apostolos Mangouras, de 77 años, responde al prototipo de lobo de mar: parco en palabras, de semblante serio y poco dado a las emociones. Y fueron esos rasgos de carácter los que imperaron ayer durante el largo interrogatorio de cuatro horas al que la fiscalía sometió al capitán griego del Prestige en el juicio de una catástrofe de la que es considerado principal responsable tanto por el ministerio público como por el Estado español.

Aunque también hubo un momento en el que el anciano, que tras pasar tres meses en la cárcel coruñesa de Teixeiro lleva una década en libertad condicional, se derrumbó. Fue al recordar las primeras horas del siniestro, aquel 13 de noviembre de 2002, cuando el petrolero ya herido, perdiendo miles de toneladas de fuel y escorado por el fuerte temporal, estaba en riesgo de hundirse: “Nuestras familias veían el barco por televisión...”. Mangouras no pudo contener las lágrimas y hubo que suspender 10 minutos la vista.

Pero el marino, en su esperado relato de lo que había ocurrido exactamente diez años antes a bordo del petrolero durante las fatídicas 72 horas siguientes a su accidente frente a Fisterra, también se cuidó de insertar comentarios descriptivos y contundentes. “Me trataron como a un criminal, o incluso peor”, lanzó Mangouras casi al final de la sesión de ayer, cuando el fiscal hacía más incisivas sus preguntas sobre su capacidad para pilotar desde San Petersburgo hasta Singapur un viejo petrolero de casco único como el Prestige, cargado con 77.000 toneladas de fuel. El anciano, que ya estaba jubilado oficialmente en Grecia pero que había renovado en Chipre su certificado de capitán para emprender aquella última travesía, explicó que tomaba entonces “medicación por una operación a corazón abierto”. “Pero llevaba 33 años de capitán en barcos mucho más grandes y era perfectamente capaz”, se defendió, para llevar el timón del Prestige, incluso después de ser golpeado en un costado cuando navegaba a unos 50 kilómetros de la Costa da Morte.

Más contundente aún fue Mangouras ante las múltiples preguntas del fiscal sobre las razones por las que tardó en aceptar el remolque del petrolero o en seguir las instrucciones de las autoridades marítimas españolas. El capitán, para el que piden hasta 12 años de cárcel por un delito contra el medio ambiente y otro de desobediencia, no dudó en tachar de “errático” el rumbo que ordenó el entonces Gobierno de Aznar, el día 15 de noviembre, tras tomar el mando del Prestige. El marino griego justificó que él pidiera entonces cambiarlo. “Era para salvar el navío; el rumbo era lo peor, nos llevaban en un féretro flotante y a ahogarnos”, sentenció Mangouras. Recordó que a bordo iban “ocho almas” y se anunciaba un nuevo temporal. “Yo pensaba que nos llevaban a un puerto de refugio, pero tras pasar Fisterra, me di cuenta de que no, de que nos llevaban hacia el océano”, mar adentro.

Tras lanzar el MayDay (señal de socorro) sobre las 15.00 de aquel 13 de noviembre, Mangouras recordó que olas “inmensas” barrían la cubierta del petrolero “como si fuese un submarino”. Insistió en que su “primera preocupación”, ante la imposibilidad de determinar los daños pero consciente de que, a los diez minutos del golpe, el barco estaba fuertemente escorado, eran los 22 tripulantes filipinos del barco.

Durante la primera sesión de preguntas al principal acusado, hubo problemas continuos de sonido y traducción. Mangouras, que se escudó en su “avanzada edad” para solo responder a sus principales acusadores, la fiscalía y el abogado del Estado, pero no al medio centenar de colectivos personados en la causa, también recurrió varias veces a lanzar un “no me acuerdo, hace muchos años”. Aunque siempre intentó acompañar ese latiguillo con alguna que otra explicación técnica o circunstancial. E insistió mucho en rebatir al fiscal sobre su conocimiento del mal estado del viejo petrolero. Antes de emprender la travesía, vio “corrosión en los tanques de lastre”. “Pero no estoy capacitado para medir” en qué grado, precisó.

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