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El PNV volverá a gobernar Euskadi

Urkullu logra 27 escaños y gana las primeras autonómicas sin ETA. La izquierda 'abertzale' irrumpe como segunda fuerza, el PSE se desploma y cede el PP

El PNV volverá a gobernar en Euskadi. Su presidente y candidato, Iñigo Urkullu, será el próximo lehendakari, según el resultado de las primeras elecciones autonómicas, celebradas ayer, en ausencia de ETA y con la participación de todas las sensibilidades políticas.

Los comicios arrojan, como se preveía, una holgada mayoría nacionalista (48 de 75 escaños) y un fuerte retroceso de los partidos constitucionalistas. El PSE-EE paga muy caro su paso por el Gobierno vasco, con la escalofriante pérdida de nueve parlamentarios, mientras el PP, su socio en la legislatura anterior, ve reducida su presencia a 10 de los 13 escaños de que dispuso en 2009. UPyD revalida el suyo. Por el contrario, Mikel Arana presentó anoche su dimisión porque Ezker Anitza, la marca vasca de IU, se queda fuera del Parlamento.

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Estos comicios, con una participación (65,8%) ligeramente superior a la de las autonómicas anteriores convulsionan el mapa político vasco con la sonora irrupción de la izquierda abertzale, bajo la nueva marca electoral de EH Bildu. Con 21 escaños, se asienta como segunda fuerza en Euskadi. No amenaza la situación dominante del PNV, pero sí margina ostensiblemente al PSE-EE, que encaja un serio retroceso. Todo ello en una jornada electoral acompañada por la lluvia y sin mayores incidentes que la presencia de seis radicales exigiendo derechos para los presos de ETA cuando el todavía lehendakari, Patxi López, intentaba votar en Bilbao.

El PNV apuntala con 27 parlamentarios su tradicional dominio en Euskadi, y lo hace con un mensaje y un candidato diferentes al anterior examen autonómico. Así, Iñigo Urkullu sale fortalecido de la apuesta política personal que suponía comparecer por primera vez como aspirante a lehendakari desde la presencia de un partido que había perdido el poder a manos del pacto PSE-PP a pesar de haber ganado las elecciones. Lo ha hecho posible arropándose de un discurso mucho menos identitario que el jaleado por su antecesor, Juan José Ibarretxe, quien alcanzó hasta 30 parlamentarios, pero sin la presencia de la antigua Batasuna. Esta anhelada vuelta al Gobierno vasco también tendrá su repercusión en el próximo relevo obligado de Urkullu como máximo responsable del PNV, ya que evitará guerras internas, habida cuenta del incuestionable triunfo del sector vizcaíno, que proyectará a Andoni Ortuzar como más previsible sucesor.

La izquierda radical se siente ganadora porque supera con creces todas sus anteriores conquistas electorales, pero silencia su disgusto por la amplia ventaja de seis escaños que le separan del PNV y, sobre todo, por el apretado resultado de Gipuzkoa, donde ya acusa seriamente el desgaste que supone su acción de gobierno en la Diputación y el Ayuntamiento de San Sebastián.

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Con todo, Patxi López se convierte en el gran derrotado de la noche electoral. Su efímero paso por el Gobierno vasco se ha traducido en una frustración, al encajar una escalofriante pérdida de respaldo social. La incomprensión del pacto con el PP al inicio de la legislatura ha pesado como una losa en la mayoría del electorado, que no ha valorado su férrea oposición final a los recortes del Ejecutivo Rajoy ni la apuesta por el mantenimiento del Estado de bienestar. En unos comicios excesivamente comprometidos con la apuesta por el nuevo marco jurídico de Euskadi, la posición del PSE-EE en contra de la independencia y del centralismo no ha encontrado un discurso propio.

Además, la salida del Gobierno agudiza la soledad institucional de los socialistas vascos, aunque es evidente que harán valer sus escaños en el juego de mayorías que se antoja determinante en la nueva legislatura. A pesar de las gélidas relaciones entre Urkullu y López, a nadie sorprendería en Euskadi una aproximación a medio plazo entre PNV y PSE si se confirman los resultados, ya que en Álava se disputa todavía un último escaño entre nacionalistas y socialistas.

Precisamente a partir de su esperado triunfo, el PNV se dispone a abrir la ronda de conversaciones para la proclamación de Urkullu como lehendakari. Los nacionalistas plantearán como eje de su acción de gobierno la búsqueda de un amplio consenso “dentro de las distintas sensibilidades”, según un portavoz de su dirección. Eso sí, en la sede oficial de Sabin Etxea nadie hablaba anoche de acercarse a EH Bildu, ya un enemigo real.

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