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¿En quién se apoyará Urkullu?

La opción de gobierno que elija el PNV tras su presumible victoria decidirá el rumbo de la legislatura

El PNV, máximo favorito como siempre para ganar en Euskadi unas autonómicas, recupera hoy, 21-O, la capacidad de decisión de la nueva legislatura después de menos de cuatro años del primer Gobierno vasco socialista. Lo hará en un contexto de holgada supremacía nacionalista, a la que contribuirá EH Bildu en su estreno como nueva marca electoral de la izquierda abertzale, pero muy lejos de la mayoría suficiente (38 de 75 escaños). Por ello, la opción de gobierno que elija Iñigo Urkullu —primer presidente del PNV que llegaría a lehendakari— se antoja determinante para atisbar el rumbo de una legislatura en la que asoman como referencias cuál será la política económica y hasta dónde llegará la aspiración sobre un nuevo marco jurídico para Euskadi.

Prudente donde los haya, Urkullu, amparándose en su permanente apelación al consenso para superar el escenario de crisis, ha evitado así el mínimo guiño sobre sus preferencias. Acosado desde todos los frentes —aunque con pretensiones bien distintas desde los bloques constitucionalista y radical— para que desvele su aspiración identitaria, el líder del PNV solo se ha comprometido a anteponer las medidas contra la crisis —asume de entrada que aplicará recortes— al debate soberanista.

Aunque la mayoría del voto de los más de 1,7 millones de vascos llamados a las urnas proyecte esta noche una previsible superioridad nacionalista, el PNV no llamará en exclusiva a EH Bildu al día siguiente para compartir juntos ningún camino. Urkullu invitará a los abertzales, eso sí, al consenso institucional, pero entiende que a ambas sensibilidades les separa fundamentalmente el alma ética, que pulveriza toda aproximación. Incluso, ni siquiera coinciden en el camino a seguir para alcanzar un día su misma aspiración soberanista.

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Así las cosas, el PNV asume que la gravedad de los retos económicos y sociales que empiezan a acosar también al País Vasco le obligarán a buscar apoyos puntuales o de legislatura sobre los que pivotar su nueva fuerza electoral, que estará lejos de sus actuales 30 parlamentarios. ¿Cuál será la fórmula?

Lógicamente, Urkullu preferiría alejarse de los compromisos de gobierno compartido para idear acuerdos de referencia en cuestiones específicas, como son los presupuestos, la reforma fiscal o el nuevo estatus político. Pero sabe que esta opción le obligaría a ir intercambiando socios con el consiguiente desgaste. Finalmente, un pacto de mayorías con los socialistas, a partir, claro, de una próxima desaparición de Patxi López del escenario vasco y de una rehabilitación de unas relaciones ahora muy dañadas, recuperaría ámbitos ya conocidos en Euskadi y, sobre todo, templaría las ambiciones identitarias del PNV. A elegir.

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