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El 21-O polariza el voto entre el PP y las formaciones nacionalistas

Las encuestas y la infidelidad de sus votantes penalizan sobre todo al PSOE En el País Vasco, el PP dice que el voto oculto le favorecerá finalmente En Galicia, el PP confía en movilizar con el temor a un Ejecutivo PSdeG-BNG

El PP se mantiene y logra resistir al desgaste por la gestión del Gobierno de Mariano Rajoy; los socialistas bajan en todo caso y están en el límite entre el fracaso y la debacle, con esperanzas remotas de dar la vuelta a las previsiones por un puñado de votos; el PNV está en condiciones de mantenerse como la primera fuerza política en el País Vasco, aunque pierda escaños y necesite pactos para gobernar, y la izquierda abertzale se consolida como segunda fuerza en Euskadi.

Estas son básicamente las líneas de coincidencia entre todas las encuestas publicadas en distintos medios de comunicación e institutos oficiales de cara a las elecciones autonómicas del domingo en Galicia y en el País Vasco. Todos los resultados coinciden y están en sintonía con las previsiones que aportan fuentes del PP y del PSOE, los únicos partidos que hacen mediciones casi diarias.

Coinciden también en que, con diferencias entre ambas comunidades, son elecciones muy polarizadas en las que en un extremo se sitúa el PP y en el otro los diferentes partidos nacionalistas, con el PSOE (PSdeG y PSE) en medio, en busca de un discurso propio. Los socialistas, además, compiten contra la abstención y con distintos partidos que les pueden restar votos, mientras que el PP en Galicia y País Vasco no tiene más adversario que la abstención. Ninguno concede relevancia a Mario Conde y a UPyD se le da en el mejor de los casos el escaño que ya tenía en Euskadi (Rosa Díez aspira a tener grupo propio) y ninguno en Galicia.

En la comunidad gallega, los socialistas aseguran que confían en la repetición del efecto Andalucía de marzo, cuando las encuestas les daban la pérdida de la mayoría absoluta y, finalmente, pudo más el rechazo a un Gobierno en solitario del PP. Citan para ello encuestas que dan más de un 40% de rechazo a Gobiernos en solitario y de pulsión de cambio en Galicia. Explican que en los últimos 15 años el Gobierno gallego se ha decidido por un solo escaño, en distintos sentidos. Para eso, en el análisis por circunscripciones sostienen que en Lugo pueden perder un escaño, pero si va a AGE (Alternativa Galega de Esquerda) y no al PP es irrelevante porque impide a Alberto Núñez Feijóo sumar diputados para la mayoría absoluta. En Ourense, pese a la Operación Pokémon que implicó al exalcalde socialista de la capital, aseguran que el margen es estrecho y en las anteriores elecciones un escaño se decidió por el voto de los emigrantes que ahora no será decisivo por los trámites que se exigen. El objetivo de Pachi Vázquez es el 30% de indecisos que dan los sondeos.

Los socialistas mantienen una fidelidad de voto por debajo del 50% y de los sondeos se deduce que hay un 10% de antiguos votantes dispuestos a votar en blanco y un 15% que pueden votar a otros partidos (BNG, IU y PP). Casi un tercio se mantiene indeciso, una semana antes del 21-O.

El BNG resiste con un discurso no solo nacionalista, sino vinculado a la crisis. Su voto no perjudica a los socialistas si evita que el PP gane escaños, porque si los populares no llegan a la mayoría absoluta es seguro un Gobierno de coalición entre ambos. La sorpresa puede ser la irrupción de AGE, el partido de Xosé Manuel Beiras y una parte de IU, que puede llegar hasta siete escaños. La suma de BNG y AGE supera en todo caso el voto nacionalista de los anteriores comicios.

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El PP asegura que en Galicia el efecto Andalucía es para ellos, es decir, que les favorece el voto conservador y de la seguridad frente a la aventura de un tripartito. “O yo o el caos y el lío”, viene a ser su mensaje de campaña. De hecho, fuentes de Génova explican que están satisfechos porque el debate se desarrolla en clave gallega y no española y porque lo ajustado de las encuestas permite movilizar a los suyos, incluso los más molestos con Rajoy, para evitar que ganen nacionalistas y socialistas. Sus encuestas superan esas expectativas y les dan hasta dos escaños por encima de la mayoría absoluta. La Ley D’Hont, además, favorece a los partidos que tienen mucha diferencia sobre el segundo, lo que permite sacar más escaños con menos votos. En Galicia el PP cuenta con una fidelidad de voto superior con mucha diferencia a la del resto de partidos y Feijóo es el candidato más conocido y mejor evaluado.

En el País Vasco, todos los expertos hacen la salvedad de que la fragmentación del voto dificulta la asignación de escaños, sobre todo a los partidos más pequeños, como Ezker Anitza, que puede llegar hasta a tres diputados. Todos los sondeos muestran un rechazo a los partidos que sustentaron el último Gobierno vasco, con descensos de hasta 13 escaños de la suma entre PSE y PP.

El PNV es en todos los estudios el más votado, pero por debajo de su anterior resultado, porque entonces no comparecía la izquierda abertzale. Su fidelidad de voto llega al 70% y su competidor es EH Bildu. Su candidato, Iñigo Urkullu, es el mejor valorado.

En el caso de EH Bildu, los expertos advierten un interés por crear un discurso más allá de la territorialidad y vinculado a la crisis. Su mejor expectativa está en 25 escaños, cerca de arrebatar el primer puesto al PNV, pero todos dudan de que llegue a alcanzarlo y explican que pueden estar sobrevalorados en las encuestas.

El PP asegura que en Euskadi no funciona la lógica del desgaste de Rajoy y, más bien, buscan el mensaje de “rechace imitaciones y vote al original”, para quitar al PSE el voto constitucionalista. Explican los populares que optan a recuperar un tercio de sus anteriores votantes, aún indecisos o electores ocultos para las encuestas, que se movilizan en el último momento como voto útil frente al soberanismo. El desafío de Cataluña favorece esa movilización.

Por provincias, la preocupación del PP está en Álava: si mantiene sus seis escaños actuales, si logra uno más como en 2005 o si lo pierde. Estudios del PP muestran que un 10% de sus electores decían que iban a votar por otros partidos, principalmente a UPyD. Sus votantes aprueban mayoritariamente la labor de Rajoy, lo que aleja ese voto de castigo.

Los socialistas basan sus esperanzas en las proyecciones del CIS en 2005 y 2009 y su comparación con los resultados finales. Según esa interpretación, el CIS infravaloró los datos de PSE-EE en 2005 y sobrevaloró los de los demás y, en menor medida, los del 2009. Todos los sondeos muestran que la fidelidad de voto del PSE es muy baja: según el CIS, el 54,7%, con un 19.8% de indecisos y una fuga del 15.4%. En esos porcentajes está el margen que la dirección del PSOE quiere recorrer hasta el domingo. Su problema no es tanto un voto oculto como un voto cabreado. Los socialistas vascos tienen dificultades, según uno de sus expertos consultados, para colocar su discurso en una campaña polarizada. Su caída, según todos los sondeos publicados, está entre ocho y 11 escaños.

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