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El Gobierno juega al límite con el rescate

Guindos prepara todo para pedir la ayuda, pero Rajoy quiere retrasarla lo que pueda La clave radica no solo en pasar las gallegas, sino en esquivarlo o rebajar condiciones

Carlos E. Cué
Mariano Rajoy y Luis de Guindos, en la inauguración de la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Mariano Rajoy y Luis de Guindos, en la inauguración de la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).ÁLVARO GARCÍA

Por primera vez en cinco meses, la prima de riesgo bajó esta semana, por poco, de los 400 puntos. Y aunque sigue siendo altísima, Mariano Rajoy parece algo más aliviado. Pero en ese contexto de aparente calma, en La Moncloa se fragua una decisión clave de su mandato: pedir o no el segundo rescate, en forma de compra de deuda española por parte del fondo de rescate. La división de opiniones entre el Ejecutivo y sus asesores parece evidente.

Luis de Guindos, ministro de Economía, es, según diversas fuentes del Ejecutivo, el más favorable a pedir cuanto antes la ayuda. Cree, explican, que así España podría beneficiarse de un mecanismo nunca ensayado hasta ahora, que implicaría una gran inyección del BCE y podría bajar muchísimo la prima de riesgo. Los mensajes del BCE, que claramente empujan a España a acudir a ese mecanismo, también ayudan.

Pero Rajoy le ha dado una orden clara, a la que Guindos se dedica desde entonces: negociar hasta el último detalle, tener todo preparado por si hay que pedirlo, pero también buscar por todos los medios una estrategia alternativa. Guindos está pues preparando todo para pedir el rescate pero con la idea de que el presidente no lo desea. “Lo ideal sería no pedirlo”, insisten en La Moncloa.

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En la decisión, o más bien la indecisión, influyen muchos elementos. En la política española se ha instalado la idea de que Rajoy pedirá el rescate después de las gallegas, como presentó los Presupuestos después de las andaluzas. Eso puede influir, admiten fuentes del Ejecutivo, pero hay otros factores. Varios países no quieren que España lo pida —el presidente finlandés, Jyrki Katanien, fue muy claro en Madrid— y si Rajoy se precipita estos exigirían condiciones más duras. Y hay países clave, como Alemania, que pese a ofrecer mensajes contradictorios, parecen no quererlo de forma inmediata. Merkel huiría así de otra votación en el Parlamento alemán sobre otro rescate a España. Esto, sumado a la tregua de los mercados, daría a Rajoy tiempo para negociar mejor. Francia, por el contrario, presiona a favor del rescate como cortafuegos. Si el BCE usara el mecanismo con España, seguramente todas las primas se beneficiarían, en especial la de Italia, que también quiere que España vaya primero.

Rajoy quiere por tanto alargarlo todo lo posible e incluso intentar evitarlo. Aunque pocos en el Gobierno lo ven posible. Porque esta tregua de los mercados podría romperse por cualquier cosa: una nueva crisis griega, malos datos de la economía española, la evidencia de que no cumple el déficit, nuevos problemas de las autonomías o de algún banco... Por eso se prepara todo para pedirlo rápidamente si se complica la situación. No hay que olvidar el precedente del rescate financiero de junio: un día se negaba tras el Consejo de Ministros y al día siguiente se pactaba en una videoconferencia del Eurogrupo. El Gobierno ha cambiado de estrategia y ya no niega la evidencia, como hacía en junio. Pero es que esta vez le beneficia hablar: la idea de que está a punto de pedirlo le ayuda a calmar a los mercados. El 27 de septiembre, con la presentación de unos Presupuestos muy duros y un plan de reformas para liberalizar sectores, el Gobierno tratará de contentar tanto a los socios más duros como a los mercados. Si funciona, habrá algo más de tiempo. Si no, el rescate estará muy cercano.

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El dilema de Rajoy es complejo. Empresas y bancos le presionan para que lo pida porque tienen muchos problemas para financiarse. Esta semana, varias de ellas han aprovechado el pequeño respiro para salir a endeudarse, lo que muestra su angustia. Pero el rescate no es una bicoca.

La tregua que están dando los mercados podría romperse por cualquier cosa

Rajoy no quiere pedirlo porque sería un estigma político y tendría que plantearse una crisis de Gobierno para frenar el desgaste, señalan varios dirigentes. Pero no solo eso. España, explican, puede lograr en esta negociación que no haya condiciones añadidas, y eso podría venderse como un éxito. Pero, ¿qué pasa si no se cumple el objetivo de déficit, como temen muchos de los consultados? Entonces sí que estás en manos de la troika, explican: incumples la condición básica y te pueden poner cualquier extra. Y si no, amenazan con retirarte un dinero del que ya te has hecho dependiente.

Rajoy deshoja así la margarita. Sobre el rescate se habla poco en el Ejecutivo. En la Comisión Delegada de Asuntos Económicos y en el Consejo de Ministros, Rajoy y Guindos dan algunos detalles. Pocos. El análisis realmente de fondo, estratégico, se realiza con mucha mayor opacidad, en reuniones fuera de agenda, muchas en fin de semana, del núcleo clave del Ejecutivo: el presidente, la vicepresidenta, Guindos, Cristóbal Montoro y Álvaro Nadal. Pero ni siquiera ahí se dice todo. “Rajoy habla con muchísima gente fuera del Gobierno, escucha mucho y a cada uno le dice cosas distintas, es casi imposible saber qué va a decidir”, sentencia una persona que le conoce bien.

Aun así, el que más información tiene, después de Guindos, es Nadal, desde que llegó al Gobierno siempre en la sombra y muy criticado en el mundo empresarial y político. Nadal es el sherpa de Rajoy en las grandes negociaciones. Y es de confianza máxima. Baste un dato: está en todas las reuniones clave del presidente y fue uno de los pocos a los que se les permitió asistir al almuerzo entre Rajoy y Merkel en La Moncloa.

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